Estuve leyendo un artículo del periodista Carlos Maria Domínguez, publicado el 5 de Febrero en Brecha. Se titula “Un fajo de euros, y el agujero negro de la moral uruguaya”. Hace referencia a la desaparición de 8.500 euros de una sucursal del BROU. Hasta donde se sabe está descartada la hipótesis del robo. Los billetes estaban deteriorados y recubiertos de cartón para que no se dañaran más. Iban a ser enviados al Banco Central para que este solicitara nuevos a la Unión Europea. Pero se esfumaron.
Otra hipótesis es que podrían haber ido a parar a la basura, confundidos con el material de desecho que todo banco tira. Pero no se ha probado la hipótesis del delito. Entonces, a menos que alguien se los haya puesto en el bolsillo, si fueron a parar a la basura estaríamos ante el colmo de la negligencia y de los errores, que se podrían reducir, si hubiera más personas atentas a su trabajo y comprometidas con el mismo.
Me encontré con un periodista que hace razonamientos, que venimos haciendo muchas personas, sobre el trabajo mal hecho, la falta de eficiencia que conduce a errores en todos los ámbitos sean públicos o privados. Evidentemente en algunos lugares la eficiencia será mejor y en otros, menor. Hemos normalizado el error, a tal punto, que cuando nos encontramos con servicios que funcionan adecuadamente pensamos que estamos ante un milagro o que no estamos en Uruguay.
La cultura del error, de la descoordinación y de la falta de compromiso nos conducen horrores como el que le costó la vida a un vecino que estuvo 13 horas en una ambulancia antes de encontrar un centro asistencial que lo atendiera.
Este tendría que ser un tema de discusión en las reuniones de empresarios y trabajadores de todos los ámbitos. Pero no aparece. O no se hace visible.