En la policlínica 19 de Abril de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) había dos tarros repletos de desechos infectados en el baño. El centro no tenía un espacio en donde tirar las gasas, las jeringas o los guantes que utilizan los médicos, por lo que depositaban los residuos en el único baño que hay.
Del otro lado de la puerta, en la sala de espera, los bebés gateaban en el suelo, las madres les daban pecho a sus hijos y un montón de niños aguardaban que un pediatra los revisara. Así pasaron meses sin que las autoridades del organismo tomaran medidas.
Pero un día el olor que emanaba del baño pudo más y los especialistas se pusieron en pie de guerra: no se atendería a un paciente más hasta que retiraran los residuos infectados. Cerraron la policlínica un día, por lo que los vecinos del barrio debieron viajar al centro de salud del Cerro y pagar boletos de ómnibus; un desembolso de dinero que no todos están en condiciones de hacer.
La realidad de la policlínica 19 de Abril no dista demasiado de lo que ocurre en el resto de los 29 centros de salud que ASSE tiene desplegados en el oeste de Montevideo. Hay goteras, vigas en peligro de derrumbe y hasta hace poco no tenían con qué calefaccionar en invierno. Los médicos atendían abrigados y evitaban pedirles a los pacientes que se desvistieran durante la consulta, porque el frío allí se volvía inaguantable.
Sin embargo, los especialistas no quieren hablar. El Observador contactó a más de cinco médicos que trabajan en distintas policlínicas de esa zona de Montevideo pero declinaron hacer declaraciones. Los profesionales señalaron que reciben amenazas de los mandos medios de ASSE y expresaron que podrían iniciarles investigaciones administrativas o sumarios si denuncian las carencias con las que conviven a diario.
Según un estudio del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) elaborado este año, el 25,4% de los usuarios del sector público de la salud en Montevideo vive en el oeste de la capital. Cerro, La Paloma, Santa Catalina, Maracaná y Casabó son algunos de los barrios que tienen policlínicas, pero también son las áreas que están más desprotegidas por el sistema.
Fuentes de ASSE dijeron a El Observador que están «muy preocupados» por mejorar la asistencia en el oeste de Montevideo. Si bien hay llamados vigentes para cubrir las vacantes que se generaron, los profesionales no se presentan.
La brecha salarial con el sector privado es uno de los inconvenientes con los que debe lidiar el organismo. Según datos del Sindicato Médico del Uruguay, un especialista cobra $ 507 por hora en ASSE, mientras que en las mutualistas percibe $ 1.195 por cada hora trabajada. Estos números muestran una diferencia de 136% en los sueldos.
Pero el dinero no es el único factor, porque los especialistas cuestionan también las condiciones laborales en los barrios del oeste. «Los médicos dicen que queda muy lejos, que los pacientes son más complicados, que trabajar ahí no es lo mismo que en otros lugares. Todo eso nos complica a la hora de llenar los cupos», señaló un informante.
El principal obstáculo que tiene que sortear ASSE es que la mayoría de sus usuarios en la capital está en una zona donde los especialistas no quieren trabajar. Por ese motivo, la fuente afirmó que por más que el organismo haga esfuerzos por los usuarios, las carencias de personal no les permiten mejorar la calidad asistencial.
El organismo abrió llamados para cargos de alta dedicación en pediatría, pero tuvo que declararlos desiertos.
Si bien se trata de puestos muy ansiados porque son mejor pagados y significan una importante carga horaria en un mismo lugar, eso no ocurre en el oeste. «Ya no sabemos qué más hacer, se nos agotan las posibilidades», sostuvo la fuente.
De todos modos, el informante aseguró que ningún paciente de esa zona se queda sin ser atendido, porque siempre está la posibilidad de derivarlos a otros centros que tengan una puerta de emergencia las 24 horas.
La fuente sostuvo que en el horario de la noche, por ejemplo, las policlínicas del sector privado tienen «el mismo problema» que ASSE, porque en todos los casos son los grandes centros los que reciben a los pacientes cuando los puestos de atención están cerrados.
En el centro de salud del Cerro hay 1.000 pacientes en lista de espera para conseguir consulta con oftalmólogo.
Tres días a la semana no hay pediatras en la emergencia y los niños se atienden con médicos de adultos, que luego los derivan al hospital Pereira Rossell porque no están especializados en el trato con menores. Tampoco hay fonoaudiólogos, por lo que las familias piden hora en otros centros para que sus hijos puedan mejorar los trastornos del lenguaje, pero tienen hasta dos años de espera.
Ese centro del Cerro atiende a 40 mil personas y también nuclea las 29 policlínicas que ASSE tiene desplegadas en los barrios cercanos. Cada una de ella atiende entre 400 y 500 familias, pero no brindan servicios especializados, por lo que los usuarios concurren al Cerro para conseguir medicamentos o hacerse una placa, por ejemplo.
La pediatra y delegada del núcleo de base del SMU, Diana Sastre, dijo a El Observador que la policlínica del Cerro «quedó chica». La especialista contó que el plan inicial de ASSE era que los usuarios fueran el centro que les tocaba en función de su domicilio, pero eso no siempre se cumple. «La gente viene a nuestra policlínica porque soluciona todo en un mismo lugar y eso no pasa en las demás», expresó.
Por ese motivo, el centro del Cerro se ve sobrecargado y las demoras en las consultas son prolongadas. Sastre sostuvo que en su agenda como pediatra, el 90% de los pacientes que ve no son suyos sino de otros médicos, pero los padres no pueden esperar tres meses para conseguir hora con el especialista de cabecera y sacan número con el primero que les dan. Las demoras, explicó la especialista, generan que los médicos vean pacientes que no conocen y eso dificulta el seguimiento de su desarrollo, sobre todo en los niños.
Lilián Morales es usuaria de la policlínica 19 de Abril.
También es vecina del barrio –que lleva el mismo nombre– y desde la década de 1980 dedica las horas libres que tiene para mejorar el centro. Según contó a El Observador, el local donde atienden los médicos fue construido por los vecinos, que recibieron un dinero de la Intendencia de Montevideo (IMM) para comprar los materiales.
A su vez, las mujeres del barrio vendieron rifas a $ 4 para conseguir las gasas y los recursos que necesitaban, ya que había «un compromiso del barrio» para que el centro funcionara.
Sin embargo, Morales reconoció que la policlínica empeoró en los últimos años. Antes había otorrino, por ejemplo, cuando hoy solo atienden dos médicos de familia y una pediatra. Tampoco hay especialistas todos los días y las consultas están colapsadas, ya que el barrio creció y también llegan usuarios de otras zonas. «Este centro llevó mucho esfuerzo y cuesta ver mucho los resultados», afirmó.
Lo que más le preocupa a la vecina es el «desmantelamiento progresivo» que sufre la policlínica. En el pasado había campañas de vacunación, talleres con vecinos para enseñarles oficios y un mayor involucramiento de ASSE y de la IMM para mejorar el centro. Hoy, Morales considera que las necesidades del barrio 19 de Abril están «a la deriva».
Estela Pintos, en tanto, es usuaria de la policlínica Casa de Mario en el barrio La Teja. Está muy preocupada por lo que ocurre en ese centro, porque los médicos se fueron y en la actualidad solo trabaja una profesional que atiende a adultos mayores, embarazadas y niños.
Cuando los casos son complejos, la especialista deriva a los pacientes al centro de salud del Cerro. Entonces los acompañantes deben pagar un boleto de ómnibus y recorrer los 4 kilómetros que separan las dos policlínicas, salvo que algún vecino se ofrezca y pueda llevarlos en auto.
Pintos dijo a El Observador que la policlínica fue reformada hace poco tiempo, pero «la desmantelaron» en recursos humanos. «Antes los médicos iban casa por casa a ver cómo estaban los pacientes. Ahora ya no pasa porque no hay personal», contó.
Por ese motivo, la mujer juntó más de 700 firmas en el barrio y se las llevó al gerente general de ASSE, Richard Millán, para que «devolviera» los médicos a la policlínica Casa de Mario.
«Por ahora no tuvimos novedades –sostuvo–, esperemos que la situación pueda cambiar y vuelva a ser como antes».
En el centro de salud que la Intendencia de Montevideo (IMM) tiene en el barrio Casabó renunció el único pediatra que trabajaba. La directora de Salud de la comuna, Analice Berón, dijo a El Observador que hace tres semanas se quedaron sin especialista para niños y por ese motivo hay médicos de familia que atienden a los menores.
La jerarca explicó que abrieron un llamado para cubrir la vacante, pero por el momento no hubo especialistas que se presentaran. Mientras tanto, los médicos de familia reciben a los pacientes y derivan al Centro de Salud del Cerro de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) cuando no pueden resolver los casos. La pediatra y delegada del núcleo de base del Sindicato Médico del Uruguay, Diana Sastre, dijo a El Observador que los pacientes que llegan desde la policlínica municipal al centro del Cerro sobrecargan «una policlínica que ya estaba colapsada». La mayoría de los niños que se atienden en los centros de la IMM son usuarios de ASSE.
Sastre criticó que los médicos de familia vean a niños, porque no recibieron la misma formación que un pediatra. Los primeros reciben un módulo de seis meses sobre atención en menores, mientras que los segundos hacen un posgrado de tres años.
La Sociedad Uruguaya de Pediatría tiene una posición estricta sobre este tema, ya que la escasez de especialistas en menores se da en la mayoría del sector público, no solo en los centros de salud de la IMM. «El rol del pediatra en el primer nivel de atención no es solo una preocupación del pediatra sino una necesidad real de los niños, adolescentes y sus familias», señalaron en un comunicado.