El accionar de Trump desinflan el dólar y la confianza

El dólar, cuyo ascenso imparable llegó a ser una de las señales de la confianza del mercado en el presidente Donald Trump, tocaba durante la jornada del martes niveles no vistos en los últimos seis meses. De hecho, el ICE Dollar Index, tocó mínimos desde el pasado 9 de noviembre, cuando el mercado digería la victoria electoral del republicano.

Por aquel entonces, los operadores celebraban con estoicismo y anticipación el desembarco en la Casa Blanca de un empresario que prometió una rebaja histórica de impuestos y un incremento de la inversión pública en infraestructuras. Expectativas que llevaron al dólar a tocar máximos de los últimos 14 años, con la esperanza de que la nueva administración impulsaría la economía del país y fomentaría una política monetaria más agresiva.

Nada más lejos de la realidad. Desde entonces, la agenda económica del mandatario permanece estancada en medio de la retahíla de polémicas que rodean a su administración, en un momento en que el PIB avanzó un discretísimo 0,7% en el primer trimestre del año.

Los últimos datos de la jornada, especialmente los relacionados con los comienzos y permisos de construcción de abril, no terminaban de convencer, a medida que los expertos esperan un repunte en el trimestre en curso. De momento, la Reserva Federal de Atlanta estima que el país crece en el trimestre en curso a un ritmo del 4,1%. Dicho esto, con el proyecto de ley sobre la reforma de salud estancada en el Senado y la prometida reforma fiscal todavía en pañales, los últimos escándalos que salpican el Despacho Oval siguen mermando la confianza en el avance de las iniciativas que han impulsado buena parte del rally bursátil de los últimos meses.

«El dólar se encuentra bajo una creciente presión correctiva entre la decepción de los datos económicos y la creciente preocupación sobre Trump», reconocía Richard Perry, analista de Hantec Markets, en un informe distribuido entre sus clientes. «Los desmentidos son rápidos, pero esta situación alimenta la narrativa de cómo funciona la presidencia de Trump, algo que no infunde demasiada confianza», añadió Perry al último escándalo originado en la Casa Blanca.

Crisis política

Y es que en poco menos de 24 horas, el polémico despido del director del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), James Comey, pasó a un segundo plano tras la información publicada por el Washington Post, donde se reveló que el presidente compartió información confidencial con el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, y el embajador Sergéi Kislyak, la semana pasada.

Dichos secretos, reservados sólo a ciertas áreas de los servicios de inteligencia por provenir de un aliado estadounidense, presuntamente Israel, según el New York Times, ponían de manifiesto la amenaza vinculada por el uso de ordenadores portátiles en vuelos comerciales por parte de ISIS como artefacto para elaborar explosivos. Según el Post, Trump ofreció información comprometida, incluyendo lugares específicos, no revelada a sus propios aliados.

Aún así, el general y Consejero del Seguridad Naciona, H.R McMaster defendió las acciones del mandatario como «totalmente apropiadas» ya que Trump estaba hablando con un ministro extranjero sobre la lucha antiterrorista. «Ninguno de los que estábamos en la reunión sentimos que el presidente compartiera algo inadecuado», aclaró McMaster.

Previamente, el propio presidente recurrió a Twitter para dejar claro que estaba en su «absoluto derecho» de compartir este tipo de información con los diplomáticos rusos. El republicano alegó causas como «la seguridad aérea» o «razones humanitarias» así como su deseo de que Rusia «incremente su lucha contra ISIS y el terrorismo».

La agenda más próxima de Trump

El presidente de Estados Unidos se reunió este martes con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, con quien precisamente trató largo y tendido el tema del terrorismo y la lucha contra ISIS. Trump calificó el encuentro como «muy exitoso» y dijo que ambos países quieren lograr «cuanta más cooperación sea posible para luchar contra el terrorismo».

Con los desatinos y polémicas originados en la Casa Blanca desviando la atención de la agenda política y económica del presidente, Trump de dispone a emprender su primer viaje internacional donde visitará Israel y Arabia Saudita antes de emprender su ya confirmada ruta hacia el Vaticano, donde planea encontrarse con el papa Francisco. Además, Trump participará en una reunión clave de mandatarios de la OTAN.

El despido de Comey la semana pasada y el alboroto generado a nivel político por esta situación, ha hecho que muchos analistas consideren que parte de la agenda de Trump puede sufrir aún más retrasos dadas las circunstancias.

Brian Gardner, analista del banco de inversión Keefe, Bruyette & Woods, señaló en un informe que la forma en que se ha gestionado el despido de Comey, «disminuye nuestra confianza en la capacidad de la administración para abordar asuntos grandes y complejos, como la reforma tributaria». «Seguimos viendo un patrón en el cual la Casa Blanca pasa de polémica en polémica sin sentar las bases para grandes anuncios, y no coordina con sus aliados políticos antes de tomar grandes medidas», añadió.

Desde Horizon Investments, su gestor, Greg Valliere, recalcó que la agenda de Trump «ya se había estancado» y que actualmente hay probabilidades «de que temas como la reforma tributaria sean aniquilados por esta crisis política». «Los principales comités del Congreso comenzarán a esbozar una reforma fiscal pero habrá poco apetito por colaborar con la casa Blanca», explicó.

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