En plan de paseo

Cuando volvió al trabajo, Alicia estaba radiante. Le contaba a sus compañeras lo bella que era la rambla de La Paloma al atardecer y lo disfrutable que podía ser caminar por la playa sin mirar el reloj. Pero también les reconocía que en cierto momento se había sentido un poco rara, porque por primera vez en su vida alguien se había dedicado a servirla. A esta trabajadora doméstica, que desde hace muchos años ofrece café y jugo de naranja a sus patrones por las mañanas, le resultaba casi inverosímil estar sentada frente al mar y que fuera otro quien se encargara de servirle el desayuno a ella. Además de conocer las playas de Rocha, en aquella escapada al este Alicia también experimentó por primera vez esa sensación.

Este tipo de historias han sido frecuentes luego de los paseos del programa de Turismo Social, que el año pasado cumplió una década. A la ministra del ramo, Liliám Kechichián, le ha parecido muy emocionante escuchar esos comentarios una y otra vez. «Es algo realmente conmovedor», dijo la jerarca a El Observador.

No sólo las empleadas domésticas han viajado por Uruguay a través de este programa. También lo han hecho los peones rurales, quienes, en algunos casos, por primera vez en su vida se alejaban varios kilómetros del campo del patrón para conocer nuevos lugares junto a sus familias. Las quinceañeras, los viejos, los trabajadores sindicalizados y los estudiantes de hogares pobres han sido los otros grupos beneficiados.

El plan fue lanzado en junio de 2006, durante el primer gobierno del presidente Tabaré Vázquez. Recorrer ese camino era uno de los mandatos del programa del Frente Amplio.

La ministra dijo que no se trata de se trata de un turismo «de segunda». «Nosotros no nos permitiríamos tener un turismo para pobres. Los servicios deben ser los mismos que recibe cualquier visitante que llega a Uruguay. En eso hemos sido estrictos», sostuvo la jerarca. Pero lo cierto es que esta herramienta sí se propone que los hogares de menores ingresos, muchos de los cuales reciben las asignaciones familiares, tengan la posibilidad de viajar por el país.

El año pasado, unas 90.000 personas lo hicieron de la mano de un sistema de Turismo Social integrado por varias instituciones: los Ministerios de Turismo, Desarrollo Social y Educación, el Banco de Previsión Social, el Banco República, la Administración Nacional de Educación Pública, el Instituto Nacional de Juventud, todas las intendencias, la Cámara de Turismo, operadores privados del rubro y el PIT-CNT.

En los hechos, hay un turismo social impulsado por el Ministerio de Turismo y un sistema en el que coexisten todos esos organismos. Si se toma en cuenta únicamente lo realizado por la secretaría de Estado, hubo 15.000 viajes el año pasado. Los paseos son de tres días y dos noches.

Hay experiencias en más de 180 localidades en los 19 departamentos. Si bien los costos son más accesibles utilizando este programa, todos los beneficiarios deben pagar. Lo que abonan oscila entre $ 900 y $ 2.500, en función del lugar escogido. Hay, a su vez, diferentes tarifas para quienes ganan menos o más de $ 15.600. «Siempre el que viaja, paga algo», aseguró la ministra. Otros interesados en consolidar este tipo de programas son los empresarios turísticos. Es que la llegada de visitantes desde todo el país fuera de temporada asoma como un gran atractivo para generar ingresos y mantener los niveles de ocupación. La ministra informó que hubo negociaciones para acceder a precios más convenientes para todas las partes.

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