CHARRUAS DISPERSOS SE RECONOCEN Y SE UNEN

Está en proceso de formación una nueva organización internacional que busca reivindicar la cultura de la nación precolombina que dejó descendencia en estos territorios que fueron suyos antes de la llegada de la invasión europea.

Uruguay fue el único estado que intentó exterminar a la nación charrúa y sigue siendo el único del continente que no ha ratificado aún el convenio 169 de OIT/ONU referido a los derechos de los llamados “Pueblos originarios”. Lograr ese reconocimiento es uno de los objetivos de la nueva organización que opera a través de redes sociales y aún no ha concretado un encuentro presencial de sus miembros que viven fundamentalmente en provincias argentinas, en el Estado de Río Grande,  y en Uruguay.

La idea surgió en la aldea “Polidoro” de Río Grande y de a poco se ha ido conectando gente en distintos lugares interesada en el tema y  la red se va ampliando. Se trabaja en busca de documentación y pruebas con asesoramiento antropológico.

A propósito específicamente de la presencia charrúa en Brasil, una investigación llevada a cabo por la Doctora en Antropología Ceres Víctora (Universidad Brunel) en la “Aldeia Polidoro” de Porto Alegre, identifica a “los pueblos indígenas del grupo étnico charrúa como un grupo nómada que vivió en Uruguay, en partes de Argentina y en el extremo sur de Brasil. Este grupo ha sufrido un intenso proceso de etnocidio desde la llegada de los españoles. Una asimilación persistente a la sociedad colonizada, junto con un evento dramático que se conoció como la emboscada de Salsipuedes, habría sido responsable de su desaparición en la década de 1830. Esta referencia a la historiografía es importante porque, según el grupo autodeclarado y reconocido oficialmente como Charrúa que hoy vive en Porto Alegre, fue la movilidad lo que les permitió la supervivencia, contradiciendo así la versión historiográfica sobre su exterminio. Algunos informes realizados durante el trabajo de campo hicieron referencia a la trayectoria de desplazamiento de un grupo de personas, a las que denominan genéricamente sus antepasados”.

Dice la investigadora que “El jefe del grupo se refirió al genocidio de la siguiente manera: «los tontos son los que fueron a la reunión en Salsipuedes. Los inteligentes son mis abuelos que huyeron.  No sé si oyó alguna vez, de los que dormían en Porto Alegre, con bolsas, con muchos niños, mucha gente durmiendo en la carretera.” Después relata un largo proceso hasta que por fin logran asentarse en el lugar donde hoy día está la aldea que lleva el nombre del famoso cacique charrúa Polidoro.

Hay suficientes elementos de prueba respecto a que no solo sobrevivieron “los inteligentes” que no cayeron en la trampa de Salsipuedes huyendo a Brasil, sino un número indefinido de charrúas que se ocultaron en montes de territorio oriental, además de mujeres y niños repartidos para servidumbre entre familias de la clase acomodada de Montevideo. De esas vertientes genealógicas nos llegan hasta la actualidad vestigios de lo que fue la gran nación charrúa que no pudo ser totalmente exterminada.

Es interesante lo que dice en el epílogo de su investigación la Dra Víctora: “Para los pueblos indígenas, el pasado, el presente y el futuro están interpenetrando en la construcción narrativa desde los episodios de historiografía hasta nuestros días, siendo esto una parte fundamental del significado y la posibilidad de que se conviertan en agentes políticos reconocidos por el Estado. Sus demandas, por lo tanto, siempre son inmediatas y cualquier momento parece excesivo porque ha pasado mucho tiempo.”

Eso es muy aplicable a la realidad uruguaya donde estamos muy atrasados en esta materia. Esperemos que la formación de este nuevo movimiento que cuenta con integrantes en Treinta y Tres, sirva de impulso para encarar seriamente un tema persistentemente postergado como lo es el de asumir el lugar que le corresponde a la nación charrúa en territorio uruguayo.

Aníbal Terán Castromán