«Bonomi escapa a esto, señora, ¿cómo puede prevenirse algo así?». Marcelo Dellepiane, encargado del supermercado Disco de la calle Chucarro, daba esa respuesta este mediodía a una vecina de Pocitos, mientras miraba atónito los restos que quedaban del cajero automático del supermercado, explotado a las 4:20 de la madrugada por tres delincuentes que se robaron así todo el dinero que había dentro, estimado en más de $ 2 millones y US$ 16 mil.
Los ojos curiosos se acumulaban en torno al cadáver de cables y fierros, que varios hombres barrían e intentaban juntar para permitir la apertura del negocio. Otros merodeaban debajo de los coches, en busca de algún billete extraviado que, según testigos, volaron y se desperdigaron por la calle.
Las pericias elaboradas por la Brigada de Explosivos determinaron que la explosión se provocó mediante gas inflamable que se aplicó a través de una manguera de más de 25 metros que fue introducida al compartimento donde se aloja el dinero, explicó a El Observador el jefe del operativo, el teniente coronel Claudio Suárez. Fue la primera vez que la Brigada se encontró con el uso de un mecanismo de estas características, destacó. «Es un modus operandi que están usando mucho en Brasil y Argentina, pero también en Chile y Paraguay, en donde no se utiliza ningún explosivo».
Las ondas expansivas, aunque más suaves que una explosión tradicional, causaron de todos modos innumerables destrozos dentro y fuera del lugar: además de los vidrios, la mampostería, los techos de la entrada y el sistema eléctrico del local de una red de cobranzas, también se hizo añicos el ventanal de una tintorería de enfrente. El evento fue tan fuerte que despertó a varios vecinos, según declararon, aunque la mayoría imaginó que se trataba de un trueno, pues a esa hora estaba lloviendo.
Los que no tuvieron dudas de que algo fuerte había estallado fueron los tres cuidadoches del estacionamiento del supermercado, que dormían a pocos metros del sitio. El estruendo, como por un acto reflejo, los hizo incorporarse del suelo, sin entender qué sucedía. Y antes de que alguno reaccionara, la camioneta oscura Suzuki Vitara con la que los maleantes escaparon pasó por sus narices a máxima velocidad, tomó la estrecha callecita Camino de los Hormigueros, para luego salir a la rambla por Buxareo, contó uno de ellos sin identificarse por temor a represalias.
La operación, informó a Informativo Sarandí el jefe de Policía de Montevideo, Ricardo Pérez, duró menos de cuatro minutos, porque cuando llegaron los primeros patrulleros los delincuentes ya habían escapado. El único lesionado fue el guardia de seguridad del supermercado, que sufrió una raspadura a la altura de la sien y ya fue dado de alta.