JUANA DE IBARBOURÚ «NO ERA ADICTA”

Lo afirma categóricamente Luz del Alba Benencio, quien atendió a Juana de Ibarbourú como su acompañante personal durante los últimos ocho años de su vida. Esta declaración se hizo en una mesa literaria del Grupo de escritores Parnaso de Treinta y Tres, ocasión en la que fue escuchada con suma atención al relatar aspectos totalmente desconocidos de la vida de quien fuera una de las escritoras más importantes del Uruguay y la única que recibió la distinción de ser llamada “Juana de América”.

Luz del Alba Benencio - Juana de Ibarbourú
“La casa de la calle 8 de octubre (Montevideo) era enorme y casi no era visitada por nadie. El único que solía venir era el Dr Blanco, su médico personal. Ella, que había enviudado, vivía junto con Julio su único hijo y Jovita, una muchacha oriunda de Melo que era su ahijada. Vivía encerrada y conversábamos muchísimo, me contó toda su vida, desde la infancia hasta la vejez, y puedo decir sin temor a equivocarme que Juana no fue una mujer feliz, todo lo contrario”, sentenció.“Yo tenía 17 años cuando la conocí y la acompañé hasta el final de su vida”, dijo la disertante, que comenzó a desgranar recuerdos que mantuvieron en vilo al auditorio. “Era una mujer llena de ternura, muy necesitada de cariño. Hasta el último día conservó una actitud positiva a pesar de que ya no podía hacer otra cosa que estar acostada o sentada en un sillón. Al principio yo la cuidaba de 7 de la mañana a 7 de la tarde todos los días. Después pasé a acompañarla de noche y dormíamos en la misma habitación”, contó Luz del Alba.

Según su relato, “los momentos alegres de Juana eran cuando viajaba. Fuera de su casa se transformaba y vivía intensamente, pero al volver a su casa volvía a vestir de negro y se sumía en honda depresión. Tenía dos amigos íntimos que eran Juan Zorrilla de San Martín y Gabriela Mistral. Especialmente ella, como mujer,  era la única persona que sabía todos los secretos de Juana”.

Los detalles de la vida íntima de Juana son impactantes y considero que no se justifica que en esta nota se ventilen para manejo público, salvo uno en el que Luz del Alba hizo especial énfasis: “Juana no era adicta, eso es falso. No me explico de donde salió esa versión de que ella consumía droga. Yo tuve acceso a la mayor intimidad de Juana y lo puedo afirmar: ella no consumía otra cosa que pastillas para dormir y tampoco era adicta, las usaba de vez en cuando, yo se las compraba en la farmacia. Cuando me entero de que hay un libro que dice que la empleada le compraba morfina, no entiendo de donde salió eso. Si ella hubiera sido consumidora en algún momento de su vida, me lo hubiera contado, como me contó muchas cosas que casi nadie sabe”, nos aseguró.

Luz del Alba, quien vive actualmente en la ciudad de José Pedro Varela, departamento de Lavalleja,  respondió todas las preguntas sin eludir ningún tema y si bien no nos pidió reserva, personalmente entiendo que no sería adecuado darle difusión por este medio a hechos que pertenecen a la vida privada de una mujer a la que recordamos y admiramos por su excepcional talento literario. Sí entiendo que el desmentido respecto a la presunta adicción a la morfina merece ser publicado.

>Aníbal Terán Castromán