No hace mucho fuimos a la Corte Electoral, en dos oportunidades, reclamando por ese uso abusivo y la máxima autoridad en la materia acogió nuestras razones, aunque limitándose a una exhortación por carecer el hecho de sanción legal. El abuso, sin embargo, viene ocurriendo de modo sistemático.
El Frente Amplio no reivindica a Seregni ni a Vázquez, como sería lo lógico. Se supone que ellos representan su pensamiento y lo mejor de su historia. Uno es el fundador y el otro el que por vez primera lo lleva al gobierno y resulta electo en dos oportunidades. Aparentemente, no significan demasiado para ellos y recurren entonces, de modo oportunista, a una figura principal de otro partido.
La tradicional efigie del Ché Guevara es también reiterada en toda la publicidad de la izquierda y organizaciones del Frente Amplio como una identificación ideológica. Ello cuando se trata de reivindicar su condición marxista. En cambio, cuando se está a una elección y se procura un voto más hacia el promedio de la ciudadanía, se abandona la simbología revolucionaria, no se reivindica a sus propios líderes y se recurre a la figura mayor de otro partido.
No deja de ser gratificante que un partido de amplia resonancia nacional, que no es el colorado, reconozca en Batlle y el Batllismo, la expresión mayor de la democracia y la justicia social. Pero que se lo intente apropiar, cuando su pensamiento es radicalmente contrario, resulta una falta de ética política realmente grave.
Batlle y Ordóñez fue, por encima de toda su obra, un gran demócrata. Un constructor del Estado que se identifica con su nombre y que , manteniendo la matriz clásica liberal, propició una legislación social y una actividad económica que le han singularizado. Nunca fue socialista, controvirtió siempre el concepto de lucha de clases y, por supuesto, defendió a lo largo de toda su vida a las democracias. Para decirlo claro, Batlle no tiene nada que ver con los que no reconocen que Venezuela o Nicaragua son dictaduras. Por supuesto, la gran parte de las instituciones que él contribuyó a crear son un patrimonio nacional, aceptado hoy, en términos generales, por todos los partidos, pero su pensamiento se inscribe, clara e inequívocamente, en la filosofía liberal que le inspiró desde su juventud. Y son matriz del Partido Colorado.
Como decimos, durante la elección nacional tuvimos que ir a la Corte Electoral porque una agrupación frentista difundía el retrato de Batlle e invocaba al Batllismo. En el proceso de recolección de firmas, fue la Fenapes la que se abrazó a José Pedro Varela y a Batlle Ordóñez para alentar su prédica. La Corte recogió nuestro reclamo, exhortó a que se detuviera ese empleo abusivo, pero ni movió un pelo a la dirigencia frentista. Ahora, con la conducción propagandística de Esteban Valenti, que hasta hace muy poco era contrario al referéndum, se vuelve a intentar el engaño, la «confusión», que es justamente lo que la Corte ha señalado una y otra vez, por la sencilla razón de que la claridad ante la ciudadanía está en el centro de toda nuestra legislación electoral.
El Parlamento debiera legislar sobre el tema. Evitar estas tramposas invocaciones, que es evidente que solo procuran confundir. No es digno, no es ético, seguir haciéndolo, machaconamente, de una manera tan reiterada que adquiere el sentido de una campaña de desinformación.
Juguemos limpio. No degrademos la democracia con presuntas «habilidades» que envenenan el clima del debate político.
Por Julio María Sanguinetti
Correodelosviernes