El lunes comenzó el tratamiento en la Cámara de Representantes del proyecto de Rendición de Cuentas 2020, que debe ser analizado en tres dimensiones: la ejecución respecto a lo planificado en el Presupuesto, el cumplimiento de los compromisos de gestión establecidos en esa instancia y las modificaciones planteadas para el resto del período de gobierno.
El gobierno, una vez más, deja en claro que el eje vertebrados de las políticas públicas es el resultado fiscal y la disminución del gasto público, que se expresa en distintas formas de ajuste.
La Ministra de Economía ha expresado que es un error conceptual centrarse en los recursos y que hay que enfocarse en los resultados. Tan cierta es esa afirmación como que no es posible pensar los resultados independientemente de los recursos asignados.
Ausencias
Lo primero que llama la atención son las ausencias. No se plantean iniciativas que apuntalen la actividad económica durante la crisis de la pandemia, que protejan el aparato productivo y atiendan la situación de los hogares más afectados. Tampoco aparecen políticas activas que promuevan una rápida recuperación pospandemia.
Veamos algunos ejemplos. Se asignan 352 millones de pesos (solamente en 2022) para políticas de empleo. Para dimensionar esta cifra, conviene contrastarla con algunas medidas ya tomadas, como la iniciativa de 15.000 jornales solidarios por 6 meses, con una remuneración de $ 12.500 mensuales (que significa $ 10.625 para el trabajador). El costo de esa iniciativa, limitada, parcial, fue tres veces superior a lo previsto para políticas de empleo. Y atender a las 220.000 personas que se presentaron hubiese requerido casi 50 veces más fondos.
ASSE, con 130.000 usuarios más en marzo de 2021 respecto a marzo de 2020, no tiene previstas asignaciones presupuestales adicionales. Obviamente esto significará menor calidad de atención, ya que con los mismos recursos se deberá proveer más medicamentos, atender más gente o practicar más intervenciones quirúrgicas.
En educación, la documentación remitida por el Poder Ejecutivo plantea que solamente el 40% de los estudiantes logró ‘seguir los cursos y participar en forma continua’ durante el período de suspensión. En secundaria la participación en el quintil superior fue del 61% y apenas un 28% en el inferior. No hay previsiones para recuperar esos gurises y gurisas al sistema educativo, con las consecuencias a largo plazo que tiene la deserción estudiantil.
Tampoco en sectores de actividad devastados por la pandemia, como el turismo o la cultura, aparecen propuestas que apunten a reactivarlos.
Optimismo y realidad
En la exposición de motivos de la Ley de Presupuesto presentada el 31 de agosto de 2020, el gobierno proyectó una caída del PIB para 2020 de 3,5% y un fuerte rebote en 2021, con un crecimiento de 4,3%. Durante toda la discusión parlamentaria, el Frente Amplio advirtió que, dado el entorno económico y la orientación de la política económica, se trataba de proyecciones inconsistentes y más optimistas de las de todos los agentes económicos y organismos internacionales. Eran tiempos en que la Ministra de Economía sostenía que “ya estamos mirando indicadores que nos muestran que, en principio, parece que lo peor ha quedado atrás”.
La realidad nos dio la razón. La caída fue del 5,9% y no del 3,5% como estimó el Gobierno.
En la comparación regional, Uruguay en el primer trimestre de 2021 es el país con el peor desempeño respecto a fines de 2019. Varios países ya han recuperado toda la caída derivada de la pandemia y han superado el nivel del PIB de fines de 2019, como Chile (+3%) y Paraguay (+1%). Brasil se encuentra en los mismos niveles de fines de 2019, en tanto que Colombia está 1% por debajo y Argentina y Perú 2% abajo. En Uruguay todavía estamos un 4% por debajo del nivel de cierre de 2019.
En 2021 se vuelve a cometer el mismo error. El gobierno proyecta para 2021 un crecimiento del 3,5% (0,8% menos de lo que estimaba en el Presupuesto). A pesar de este ajuste a la baja, nuevamente la proyección oficial difiere de la opinión de todos los analistas locales. De acuerdo con la encuesta de expectativas que realiza el BCU, la mediana de los analistas espera un crecimiento de 2,65%, moviéndose en un rango de entre 1,7% y 3%. O sea, no existe ningún analista en nuestro país que espere un crecimiento mayor a 3%. El gobierno, sin embargo, prevé un 3,5%.
Empleo y salario
Aunque en la Rendición de Cuentas se corrigió a la baja la proyección de empleo para 2021, la proyección a lo largo del período se mantiene, proyectándose que en 2024 habrá 60.000 empleos más que en 2019 y en 2025 habrá 100.000 empleos más que en el último año de la administración frenteamplista.
Esta proyección no está basada en ninguna evidencia, ya que no existe ninguna política activa de generación de empleo desarrollada por el gobierno que permita sustentar esta dinámica de crecimiento de los puestos de trabajo.
Tampoco se incorpora al análisis el hecho de que las empresas se han adaptado a operar con una menor cantidad de empleo, reduciendo costos laborales y de infraestructura a través del teletrabajo o semi-presencialidad.
Los últimos datos disponibles muestran que los sectores que están creciendo son aquellos no intensivos en mano de obra. La única excepción es la construcción, debido al efecto UPM, cuyos impactos finalizarán en los próximos meses. Según la encuesta realizada por Exante a los gerentes y propietarios de empresas de gran porte, el 75% considera que no aumentará su personal en los próximos meses.
Sin embargo, el gobierno proyecta un menor crecimiento de la economía, pero una mayor generación de empleo por punto del producto. Mientras en el Presupuesto se preveía crear 70.000 puestos de trabajo con un crecimiento del 11,7% a lo largo del período (2020-2024), ahora la previsión de crecimiento se redujo casi a la mitad (6,6%), pero sin embargo igualmente se supone que se crearán 60.000 puestos de trabajo.
Resumiendo, y a cuenta de un mayor desarrollo de otros aspectos, las proyecciones de la Rendición de Cuentas confirman el fracaso de la gestión de la política económica durante la pandemia y arrojan serias preocupaciones respecto al futuro.
Gustavo «Tato» Olmos es Diputado, integrante de Marea Frenteamplista / Fuerza Renovadora / Frente Amplio. Pertenece a Generación 83 y trabajó en GeneXus. @tato_olmos