“CANTERA SARAVIA”: PROYECTO MINERO QUE REAVIVA UN DEBATE PENDIENTE

¿Hasta qué punto puede un área natural protegida, soportar la presión de emprendimientos mineros en sus alrededores? Esa pregunta es clave para decidir si se autoriza la apertura de una nueva cantera a cielo abierto con la que la empresa EROMAR S.A, en paraje Otazo, al borde mismo del área natural protegida Quebrada de los cuervos y Sierras del Yerbal, calcula extraer casi nueve millones setecientas mil toneladas de calizas en un plazo de  30 años.

Este emprendimiento se sumaría a las tres canteras ya solicitadas por la misma empresa en la misma zona, mediante las que pretende obtener más de 66.700.00 toneladas de calcáreas. Sumadas las cuatro canteras, la extracción total estaría en el entorno de los 76 millones y medio de toneladas. El contexto de esta operación minera es la presencia de Cementos del Plata, Cielo Azul y CIMSA con sus respectivas explotaciones, y la creciente expansión forestal en muchos miles de hectáreas  con monocultivos destinados a las plantas de pasta de celulosa. Entre minería y forestación, el ecosistema de esta zona del departamento de Treinta y Tres viene siendo afectado drásticamente, lo que justificó como medida defensiva, la reciente ampliación de la primera área natural protegida del Uruguay.

EROMAR SA preparó un folleto informativo en el que estima que la cantera Saravia (área total 171 has, perímetro 6.745 mts) significaría la creación de apenas 14 plazas laborales por turno, contando capataces y personal técnico especializado. Anuncia el uso de explosivos con el detalle específico de que habría entre 2 y 3 detonaciones por semana, preferentemente a las 17:45, hora considerada la más conveniente. Se utilizaría  maquinaria pesada y cinco camiones fuera de ruta con capacidad para transportar 40 toneladas de carga cada uno. Se piensa construir una planta de trituración (emitiendo ruido de altos decibeles), y una laguna de sedimentación para filtrar pluviales con arrastre de sólidos antes de su vertido en una cañada. Se planea clasificar y disponer adecuadamente de los residuos contaminantes de tipo metálico, baterías, lubricantes y neumáticos, así como enterrar estériles bajo un tapiz vegetal. Se anuncia planes de contingencia para prever incendios, derrames y explosiones accidentales. También se promete  respetar estrictamente normas de seguridad laboral y la humectación regular de la caminería para evitar la propagación de polvo. Los áridos extraídos serían transportados bajo lonas para evitar  su dispersión. Respecto al agua necesaria para el emprendimiento, se informa que se obtendría mediante la perforación de un pozo para extraerla de corrientes subterráneas.

Al conocer estos detalles, surgen preguntas. Veamos algunas que ejemplifican los delicados temas que atraviesa este proyecto.

 

1 ¿Quién controlará el cumplimiento de lo prometido por la empresa? La creación del nuevo Ministerio de Ambiente ha puesto en evidencia serias dificultades para contratar el personal necesario. ¿Habrá, por ejemplo, suficiente control para evitar que la laguna de sedimentación se desborde y vierta campo afuera material contaminante, o como de costumbre solo se aplicará (si acaso) alguna multa tardíamente después que el daño está hecho? Lo mismo cabe preguntar sobre la deriva de polvo, manejo y depósito de estériles, y disposición de residuos.

 

2 ¿Cuánta agua se consumirá? La empresa estima que el consumo sería similar al de 10 personas “más el agua para mantenimiento y riego de caminos”.  Esa respuesta no es muy precisa. El agua es una de las riquezas más importantes de este territorio. ¿Sería inteligente entregarle a una minera un cheque en blanco para que durante 30 años consuma a demanda el agua que necesita para sus operaciones? ¿Cómo incidirá esto en la disminución de los recursos hídricos que ya se observa en campos de la región? Esta disminución: ¿cómo afectaría la exuberante biodiversidad que procura amparar la existencia de un área natural protegida en sus proximidades?

 

3 ¿A qué distancia llegará el sonido y el polvo de las 2 o 3 explosiones semanales previstas?  ¿Qué consecuencias sanitarias (ejemplo: alergias respiratorias, enfermedades cutáneas) podría tener para la población de los alrededores? Las Escuelas 10 y 44 están muy cerca de la cantera: ¿se vería afectado su normal funcionamiento? Es fundamental también medir consecuencias en la producción ganadera en la zona: ¿Provocarán las explosiones estampidas de ganado en los campos? ¿Hasta qué punto el polvo lanzado por las explosiones alteraría la calidad de las pasturas o el estatus sanitario de las haciendas?

 

4 ¿Qué impacto tendría en la operativa turística de la zona? Muy cerca de la proyectada cantera hay emprendimientos turísticos que están en auge. Sus visitantes buscan paz, tranquilidad, paisajes, aromas y sonidos naturales. ¿Cómo brindarles eso cerca de una cantera de la que además de explosiones y nubes de polvo, salen y entran circulando por la zona camiones en constante ajetreo?

 

El proyecto denominado “Cantera Saravia” es de categoría “C” (puede producir impactos ambientales negativos significativos) y actualmente está tramitando la autorización ambiental, lo que incluye una audiencia oral y pública para que todos los ciudadanos puedan opinar. Debería demostrar que los beneficios que aporte a la comunidad serían mayores que los perjuicios que ocasionaría. Veremos si lo logra, pero lo que es seguro es que esta iniciativa reaviva un debate pendiente e ineludible acerca de cuál es el punto de equilibrio entre los intereses económicos y los ambientales.

 

Aníbal Terán Castromán

Noviembre 21 de 2020