Con el objetivo de minimizar la extensión del nuevo virus corona, momentáneamente está limitado el contacto personal y suspendidos los apretones de manos, abrazos y besos. Si bien la distancia corporal contribuye a bajar las posibilidades de contagio de algunas enfermedades, no podemos olvidar la importancia que tiene el contacto físico en nuestra vida social.
Un estudio publicado en la revista Psychological Science en 2016, confirmaba que nuestra piel contiene una red de centros de presión llamados Corpúsculos de Pacini que sirven para detectar el tacto y se comunican con el cerebro. Cuando dos personas se abrazan, estos sensores envían estímulos hacia el cerebro y hacen que el sistema nervioso-parasimpático se equilibre. Los abrazos estimulan al cerebro para liberar dopamina. Esta hormona es la responsable de hacernos sentir bien y mantenernos motivados. Muchos estudios han demostrado que la falta de entusiasmo está relacionada con el bajo nivel de dopamina, por lo cual el abrazo de alguna persona en especial puede ser un gran incentivo para recuperar el ánimo. Los músculos se relajan cuando abrazamos. Esto hace que se vaya la tensión y la circulación sanguínea sea más fluida, cosa que beneficia a todo nuestro cuerpo.
El contacto físico al saludarnos es un rasgo distintivo de nuestra cultura: “Un apretón de manos cálido es el saludo tradicional en los países de América Latina. Por lo general, los hombres se abrazan, dándose cariñosas palmadas en la espalda y las mujeres se saludan con un beso ligero en la mejilla (una especie de «beso falso»), siempre y cuando se hayan presentado anteriormente. A diferencia de los norteamericanos y los europeos, la gente de América Latina suele tender la mano con más suavidad y retenerla más rato cuando se presenta. En Argentina y Uruguay a diferencia de la mayoría de los países del mundo, los hombres se saludan entre ellos con un beso en la mejilla.” (Arroyo Cantón, Carlos; Berlato Rodríguez, Perla (2012). “La comunicación”)
La mayoría de los uruguayos podemos recordar un abrazo significativo que recibimos justo cuando lo estábamos necesitando. A propósito de la necesidad de recibir un abrazo, cabe recordar que en 2007 un grupo de estudiantes de ORT (Montevideo) fueron con carteles de «abrazos gratis» y una cámara de video a la Plaza Fabini, donde tuvieron gran receptividad y se registraron momentos de intensa emotividad. El video puede encontrarse en www.youtube.com, escribiendo en el buscador «Free Hugs Uruguay». Más recientemente en 2017 estudiantes del Hogar Estudiantil de San José estuvieron regalando abrazos en la Plaza de los Treinta y Tres con idénticos resultados, como documentan las fotos que adjunto, tomadas de la cobertura de un Canal de TV capitalino.
Al saludar a alguien percibimos su estado de ánimo por lo que expresa su rostro. Hemos aprendido a interpretar miradas, gestos, ademanes, tonos de voz, posturas corporales… ¡Esos aprendizajes no pueden ser despreciados! Recordemos que gran parte de la comunicación entre las personas se hace sin palabras. El psicólogo Albert Mehrabian, actualmente profesor emérito en Universidad de California, llevó a cabo experimentos sobre actitudes y sentimientos y encontró que en ciertas situaciones en que la comunicación verbal es altamente ambigua, solo el 7% de la información se atribuye a las palabras, mientras que el 38 por ciento se atribuye a la voz (entonación, proyección, resonancia, tono, etc) y el 55% al lenguaje corporal (gestos, posturas, movimiento de los ojos, respiración, etcétera) Por lo tanto al evitar el contacto presencial sustituyéndolo por medios electrónicos: ¿cuánto disminuye la calidad de nuestra comunicación?
Hay quienes especulan que esta emergencia mundial impondrá un cambio definitivo de nuestra vida social. Veremos. Soy de los que cree que no debería ser así.
Aníbal Terán Castromán