Con esa consigna se realizó este 20 de setiembre en todo el mundo una movilización para llamar la atención de la urgencia con que debemos actuar ante la destrucción del medio ambiente que se está produciendo debido a la conducta consumistas de miles de millones de personas, las que con un modo de vida insostenible desde el punto de vista ecológico, están llevando al planeta a los límites de su resistencia.
En la plaza 19 de abril de la ciudad de Treinta y Tres, un grupo de jóvenes respondió a la invitación y además de sumarse al reclamo mundial, le dieron un toque local al recoger firmas en apoyo de la ampliación del área protegida Quebrada de los Cuervos, un tema que en las últimas semanas ha generado fuerte controversia.
Se recogieron así unas cuantas firmas que se suman a las que ya están en poder del grupo AMIGOS DE LA QUEBRADA y van a ser enviadas a la Ministra de Medio Ambiente acompañando una carta que explica los fundamentos de ese apoyo.
Estuvieron desplegados varios carteles con frases alusivas y el momento central de esta movilización estuvo dado por la lectura de un conmovedor mensaje escrito por Facundo Mier, quien lamentó que muchos adultos se estén comportando como niños que no entienden el daño que están haciendo, mientras que hay muchos niños y adolescentes que actúan como adultos responsables. En tal sentido exhortó a todos los habitantes de Treinta y Tres a poner atención en su modo de vida y preguntarse si están conscientes de que hay generaciones por nacer a las que no debemos perjudicar por actuar egoístamente con los recursos naturales que son imprescindibles para la vida en el planeta.
Hubo algunos mayores que nos acercamos para felicitar y acompañar a estos jóvenes que nos demuestran que la especie humana puede ser capaz de corregir el rumbo y que hay jóvenes dispuestos a hacerse cargo del desastre ambiental que lamentablemente les dejamos como herencia.
Pensando en eso me fui de la plaza con una extraña mezcla de vergüenza y alegría. Vergüenza por pertenecer a la generación inconsciente que está destruyendo el planeta, y alegría porque no está todo perdido. Estos jóvenes representan la esperanza de que un mundo mejor aún es posible.
Aníbal Terán Castromán