23 de mayo de 2018: 20 años del Partido Humanista en Uruguay
No tardé mucho en decidirme. Me bastó leer las primeras páginas de “Cartas a mis amigos” de Mario Rodríguez Cobos (Silo), para darme cuenta que había encontrado lo que necesitaba. Me deleitó la sencillez y la contundencia del libro. Me sentí completamente identificado, lo que estaba leyendo era exactamente lo que yo hubiera querido escribir.
Después de conocer a algunos militantes y a los integrantes del ECN (Equipo Coordinador Nacional) del Partido Humanista, solo pude hacer una cosa: zambullirme de cabeza entre ellos, sabiendo que iba a ser bienvenido y que con compañeros como esos aprendería mucho en muy poco tiempo.
Y así fue. No soy un experto ni el más conocedor de la doctrina de fondo que sigue el humanismo, pero aprendí lo suficiente como para sentir que puedo aportar algo a la sociedad desde este lugar militante. ¡Y vaya si hace falta un viraje al humanismo en estos tiempos! Los cambios acelerados que estamos observando están llevando a un proceso de deshumanización que hay que revertir. Por eso ser humanista hoy para mí, es una tarea impostergable.
“Los humanistas no necesitan abundar en argumentación cuando enfatizan que hoy el mundo está en condiciones tecnológicas suficientes para solucionar en corto tiempo los problemas de vastas regiones en lo que hace a pleno empleo, alimentación, salubridad, vivienda e instrucción. Si esta posibilidad no se realiza es, sencillamente, porque la especulación monstruosa del gran capital lo está impidiendo.” Esa frase de Silo resume muy bien el escenario en que estamos: tenemos todo para hacer de este planeta un hogar confortable y seguro para la especie humana, nunca hemos avanzado tanto en conocimiento y tecnología, pero lamentablemente esos recursos están muy mal administrados. Ponerlos al servicio del ser humano para promover su bienestar y felicidad es el gran objetivo. No llegaremos a eso nunca si dejamos que el capitalismo y los intereses del mercado sigan controlando nuestra vida. Por eso la militancia humanista tiene claro que se necesita un cambio estructural revolucionario, que empieza en el interior de cada persona cuando comprende que un sistema tan injusto no merece ser aceptado con resignación.
Creo que ya era humanista antes de saber que existía el Partido Humanista, cuando empecé a involucrarme en movimientos por la defensa de la tierra y el agua, contra la megaminería y el modelo forestal celulósico. Cuando ingresé a actividades de educación no formal y apoyé demandas sindicales por una mejor enseñanza pública. Cuando me interesé en experiencias cooperativas de vivienda, en la producción agroecológica, en la lucha contra los agrotóxicos. En esos movimientos hallé muy buenos compañeros que aún conservo, pero necesitaba algo más desde que comprendí que en el terreno de la política es donde se decide todo y podemos estar ahí sin ser absorbidos por las estructuras conservadoras. Por eso soy humanista, porque entendí que la política no es mala en sí misma y la mala gente que opera en ella se beneficia de ver que los honestos les facilitan las cosas al regalarle ese espacio.
Es muy bueno ser parte de un colectivo que sigue la consiga: “Nada por encima del ser humano y ningún ser humano por encima de otro”. Mirar a los costados y ver compañeros comprometidos, pensantes, cuestionadores, autocríticos, creativos y empecinadamente consecuentes. Amigos leales, optimistas, sensibles, tan imperfectos como yo, pero bienintencionados, humildes, cooperadores. No veo héroes ni mártires, veo gente común movilizada organizadamente.
Al cumplirse 20 años de la fundación del Partido Humanista en Uruguay, quiero enviarle a todos los compañeros el más apretado abrazo, el más cálido agradecimiento por todo lo que han dado tan altruistamente. Nos queda mucho por hacer pero el registro de lo que ya se ha logrado nos inspira a seguir adelante.
A quienes no conocen al Partido Humanista les invito a informarse. Estoy seguro que debe haber muchos que no saben aún que existe esta organización partidaria en la que se trabaja en acciones concretas y fructíferas para incidir cada vez más en el entorno personal y social. De mi parte estoy a disposición de todo el que quiera saber más sobre esta expresión política de un modo de ver la vida y la sociedad. Y al aproximarse los tiempos electorales es bueno ir pensando en la necesidad de introducir en el Parlamento Nacional, en las Juntas Departamentales y Municipios uruguayos, la voz y la acción humanista como recientemente se logró al acceder a cinco escaños Parlamentarios en Chile donde ya se está demostrando cómo podemos influir en ese ámbito tan gravitante. ¿Lo lograremos en Uruguay? Estamos trabajando para que así sea.
“El nuestro es un camino de rebelión direccionada”, dijo Silo. Esa es la senda que elegí, por eso soy humanista.
Aníbal Terán Castromán