Mientras cumple una pena de 16 años en una cárcel uruguaya, Federico González despliega su carrera musical con el lanzamiento de su primer disco: ‘Desahogo cultural’.
Si el objetivo de la privación de libertad es la rehabilitación del individuo para su reinserción a la sociedad, Federico González es la prueba de ello. Condenado a 16 años de prisión por un robo, sumado a sus antecedentes, como él mismo lo canta en el rap ‘My life’ (Mi vida, en español), el músico se dedicó a escribir para pasar el tiempo. El resultado, una serie de textos autobiográficos con reflexiones sociales, se convirtió en el disco ‘Desahogo cultural’, que acaba de lanzar.
«Encontré mi manera de desahogarme culturalmente, sin utilizar la violencia. Yo trato de sentarme a escribir y expresar lo que siento. El disco tiene lo que me está pasando en el sistema carcelario, tratando de dejar mensajes constructivos, sacando eso malo que tengo dentro y tratando de ponerlo en algo», contó al programa radial de Sputnik Zona Violeta.
González es ahora Kung Fú Ombijam, su nombre artístico. El rapero se convirtió en el primer músico en lanzar una obra desde la cárcel con sus respectivos derechos autorales registrados. Su primer disco consta de diez canciones que están siendo difundidas en las redes sociales.
De acuerdo con el González, el hip hop entró a su vida cuando tenía cerca de 13 años, con un cuñado que empezó a regalarle discos de este ritmo y luego lo agregó a su grupo. «Pero después los sucesos de la vida me llevaron a delinquir, y el delinquir me llevó a estar privado de libertad», recordó lamentando. A su juicio, su trayectoria puede servir de motivación para que los demás presos «que quieran hacer algo, no sientan que esto no sirve para nada». «Si uno puede, pueden todos», remarcó.
Llegar a grabar un disco profesional y un videoclip directamente en la cárcel fue algo que se hizo posible gracias a un inusitado encuentro con el yoga, a través de un proyecto para los reclusos del penal de Punta Rieles, en las afueras de Montevideo. Se trata de una cárcel de seguridad mínima con una población carcelaria de unos 700 internos, a la que González se esforzó para ser transferido. La práctica de este ejercicio le permitió canalizar su creatividad y obtener paz en «el peor lugar que hay en el planeta».
«En el marco de los dos años del programa de Yoga y Valores en Cárceles, pusieron un escenario hermoso y también una exposición de los emprendimientos de la cárcel, porque acá en Punta de Rieles se hacen muchas actividades. En ese escenario compartí el tema ‘Ombijam’ y me devolvió el ritmo de la música. Y entre las ideas que se le ocurren a [la coordinadora] Pamela [Martínez], ella me fue conectando con el mundo del hip hop. Me trajo a profesionales a mi vida y al espacio», recordó.
Los productores Álvaro García y Sebastián Peralta lo fueron a conocer y lo que era para resultar en un solo tema rindió para un disco entero y hasta un videoclip. «Estando privado de mi libertad me cumplieron un sueño honorariamente. Sin plata podés cumplir tu sueño, con esfuerzo humano y respeto. Yo te puedo decir que le encontré siglas al rap en mi vida: ritmo, amor y paz», indicó.