La crisis del comercio minorista en Estados Unidos arrastrará al cierre de más de 8.600 tiendas de cadenas de distribución y decenas de centros comerciales. El país cuenta con cerca de 1.200 grandes superficies.
Estados Unidos asiste en tiempo real al fin de un modelo económico y estilo de vida que llevan instalados en el país desde los años setenta: la muerte de las cadenas minoristas y los centros comerciales. En lo que va de año, han cerrado 2.880 establecimientos, más de la mitad que en todo el conjunto de 2016. Según Credit Suisse, a final del ejercicio habrán desaparecido 8.640 tiendas de grandes comercios, superando en 1.400 las que se registraron en 2008, cuando la economía estadounidense comenzó a sufrir el estallido de la crisis financiera.
Las grandes enseñas como JC Penney, Macy’s y Sears han anunciado centenares de cierres ante la catastrófica campaña de Navidad y la constante caída en ventas. Clausuras que dejan huérfanos a cientos de centros comerciales que se articulaban alrededor de sus tiendas anclas por la capacidad de atraer clientes y que les condenan a la desaparición.
El propio sector habla de pinchazo de una burbuja. El consejero delegado de Urban Outfitters, Richard Hayne, una de las marcas de ropa afectadas, no esconde que durante estos años se construyeron demasiadas grandes superficies, «una burbuja, al igual que en la vivienda y acaba de reventar», dijo en la última presentación de resultados.
Más de 1.200 centros comerciales
El número de centros comerciales en Estados Unidos no paró de crecer hasta 2015, justo el doble que la población del país, según la entidad financiera Cowen. Pero por primera vez el año pasado hubo un retroceso de superficie comercial operativa, cayó ligeramente hasta los 700 millones de metros cuadrados, según la inmobiliaria Green Street especializada en inversiones retail, dejándose sentir el cierre de grandes superficies. La firma calcula que hay 1.200 centros comerciales en el país, que ofrece un espacio comercial por habitante cinco veces superior al de Reino Unido u ocho veces más que España.
El reguero de víctimas no ha parado de crecer desde que comenzó el año. RadioShack se ha acogido a la ley de quiebras por segunda vez en los últimos años, Payless ha hecho lo propia y la cadena de deporte Sports Authority ha entrado en liquidación. Las marcas de moda como Lululemon, Urban Outfitterso, Abercrombie & Fitch o Guess no consiguen recuperar su nivel de ventas pese a que la economía de Estados Unidos va como un tiro y el mercado de trabajo toca pleno empleo y se ven obligadas a tomar medidas de ajuste.
Los medios estadounidenses han acuñado el término de Apocalipsis del retail para explicar la crisis del sector minorista que afecta a marcas como Ralph Lauren. El comercio electrónico ha aflorado un profundo problema estructural del comercio físico que se ve reflejado en el ritmo de venta de los líderes en cada segmento. El crecimiento de ventas de Amazon en los seis últimos años multiplica por tres a las de la cadena Sears.
Lo que comenzó siendo un problema para los establecimientos de electrónica, música y libros, se ha trasladado al textil. Las tiendas de ropa han caído rendidos al empuje de los grandes grupos textiles como Inditex y los nuevos competidores en Internet como Casper, bonobos, y Warby Parker. Casi la mitad de los centros comerciales en Estados Unidos sufre problemas tanto por la caída de la afluencia de los clientes como por las ventas que puede llevar a buena parte de estos a echar el cierre en los próximos años. Según un informe publicado a final de año por Morningstar Credit Ratings, firma especializada en bonos corporativos con garantía real, el 45% de los centros comerciales registra ventas débiles y sufre un declive en el nivel de ocupación.
Espiral de cierre
El cierre de la tiendas ancla como las de JC Penny o Sears aumenta el riesgo para la subsistencia del centro comercial, explica Daniel Busch, analista de Green Street. Una vez que cierra este tipo de establecimiento, el número visitantes cae en picado para el centro. El resto de tiendas tratan de romper sus contratos de arrendamiento obligando al propietario a cerrar sus puertas.
Para el experto hay más de 300 centros comerciales en el país que podrían cerrar de forma definitiva por no conseguir inquilinos sustitutos que garanticen las ventas y la afluencia de clientes. «Se pensaba que la ropa iba a ser inmune al crecimiento del comercio electrónico», indica cuando subraya el modelo tradicional de centro comercial en Estados Unidos.
Sobrevivirán aquellos centros comerciales que se han sabido adaptar a los nuevos tiempos que ofrecen además de comprar ocio y servicios de restauración, reduciendo su exposición al retail, señala Busch. La industria minorista de Estados Unidos soporta 42 millones de puestos de trabajo y aporta 2.600 millones de dólares al PIB del país, según la patronal del comercio minorista (NRF, por sus siglas en inglés).
Réplica en mercados financieros
Tras la mayor crisis de los últimos años los hábitos de consumo han cambiado y no solo por el comercio electrónico. El gasto en ropa ha caído un 20% desde el año 2000. También en coches, muebles o decoración. Los nuevos consumidores prefieren destinar lo que ganan a la restauración o viajes, según se desprenden las encuestas de consumo.
Como ocurrió con la crisis hipotecaria de 2008, el mercado se está moviendo añadiendo presión sobre los propietarios y cadenas comerciales. El 80% de los centros comerciales en Estados Unidos tiene un único propietario que ha invertido financiándose en el mercado. La deuda se ha convertido en bonos garantizados con garantía real, la de los propios centros comerciales, un mercado de 365.000 millones de dólares.
Desde que estalló la crisis financiera en 2008, los centros comerciales en USA han estado en el disparadero por la estructura de financiación de los gestores que utilizan un modelo de fuerte apalancamiento para el desarrollo de su actividad. A comienzos de 2009, cayó General Growth Properties, el segundo mayor propietario de grandes superficies del país, con más de 200 activos, en lo que fue la mayor quiebra de ese año y la mayor de la historia inmobiliaria de Estados Unidos.