San Valentin: De las orgías paganas al amor romántico

  • La tradición tiene su origen en una festividad pagana de la Antigua Roma

  • El cristianismo convirtió San Valentín en un día dedicado al matrimonio

  • No es hasta el siglo XIX cuando se introduce el concepto de amor romántico

Con San Valentín a la vuelta de la esquina, se agota el tiempo para encontrar el detalle perfecto con el que sorprender a la pareja… Pero, ¿qué queda hoy de esta tradición que se remonta a los primeros años de la Antigua Roma? ¿Celebraban los romanos la fiesta regalando una caja de bombones a su pareja? El día de los enamorados ha sabido soportar el paso de los años, adaptándose a nuevas religiones, diferentes culturas y a importantes cambios económicos y sociales.

Sexo y alcohol en la Antigua Roma

San Valentín conquistó occidente de la mano de los romanos. Su origen, por tanto, no está basado en el amor romántico y la vida en pareja, sino que se halla en las orgías y fiestas rodeadas de alcohol y lujuria que acostumbraba a celebrar la alta sociedad romana. La celebración, conocida como Luperacles, consistía en un rito para que los adolescentes se iniciaran en el mundo de las relaciones sexuales. Oficialmente se celebraba en la misma gruta en la que se creía que una loba había criado y amamantado a los fundadores de Roma, Rómulo y Remo, tras ser encontrados abandonados en un río.

En aquella cueva, un sacerdote daba comienzo a la ceremonia sacrificando un carnero en honor a Fauno, el dios de la naturaleza, y embadurnando con su sangre a dos jóvenes semidesnudos. Tras el macabro ritual, ambos adolescentes salían corriendo de vuelta hacia Roma portando un látigo, con el que azotaban a todo aquel que se ofreciera voluntario. El objetivo, no obstante, era encontrar mujeres que aceptaran ser golpeadas, pues se creía que eso aumentaba su fertilidad. Tras la carrera, el rito terminaba en un banquete en donde el vino y el sexo embriagaban el cuerpo de los asistentes.

Del paganismo al cristianismo

Con la llegada de la cristiandad, este tipo de lujuriosas fiestas paganas fueron objeto de persecución por parte de la Iglesia. Como esta tradición había alcanzado con el paso de los años cierto grado de popularidad entre el pueblo, las autoridades eclesiásticas decidieron dar un giro radical a la tradición.

El 14 de febrero pasó entonces a ser un día en honor a San Valentín, un sacerdote cristiano que vivió a finales del siglo III d. C. Según cuenta la tradición, este religioso casaba en secreto a los soldados en servicio activo, algo que estaba prohibido en el ejército romano, por lo que fue condenado a muerte un 14 de febrero. La Iglesia, por tanto, decidió dedicar ese día al matrimonio, la familia y el amor en pareja, en honor al desventurado sacerdote.

Regalos y romanticismo

Con el paso de los años, la tradición fue evolucionando hasta que los anglosajones decidieron volver a incorporar a la celebración un elemento romano asociándola con Cupido, el dios latino del amor. Cupido introduce el arco, las flechas y el color rojo en la celebración, pero no será hasta el siglo XIX cuando se una finalmente el elemento clave en el San Valentín contemporáneo: el amor romántico. Por aquella época comienza a instalarse la costumbre de regalar tarjetas adornadas con dibujos de Cupido, en las que se escribían mensajes apasionados.

Tras la llegada del capitalismo y la instauración de la sociedad de consumo, las empresas encontraron la oportunidad perfecta para rascar el bolsillo del consumidor, por lo que dotaron a la festividad de un sentido comercial. Hoy, la tradición de San Valentín se haya escondida entre bombones, peluches, camisas y flores, poco que ver con aquella oscura gruta en donde los jóvenes romanos se iniciaban en la práctica del sexo.

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