Sergio Mier , Diputado frenteamplista de Treinta y Tres, tiene hace mucho tiempo asumido el mote de “El Pato”. Ese apelativo no le molesta en absoluto. Es más, lo utiliza para referirse a sí mismo y el logotipo de su Lista 40, es una caricatura de un pato vestido de gaucho con los colores azul, rojo y blanco, de la bandera del FA.
Con ese estilo campechano logró ir creciendo hasta ser en la actualidad el más votado de los dirigentes frenteamplistas locales, lo que lo llevó a ocupar una banca en el parlamento de la república, desde la que se ha destacado por su condición de “rebelde”, atributo que también se atribuye a sí mismo y con el que hizo campaña en las recientes elecciones internas de su partido.
La historia de rebeldía del pato tuvo un nuevo capítulo estos días, en la votación de la rendición de cuentas que acaba de resolverse. Como todos vimos, tras varios días de idas y venidas, la rebeldía se apagó de pronto ante una promesa del Presidente Vázquez en la que Sergio Mier y los otros tres “rebeldes”, depositaron toda su confianza. En resumen podríamos decir que se terminó el pataleo para evitar los recortes de recursos para la educación, porque el Presidente se comprometió a estudiar las alternativas propuestas y en el menor plazo posible, hacer lugar a esos reclamos.
Llama la atención que los cuatro “rebeldes” le acrediten al presidente una confiabilidad tal, que dieron por satisfechas sus demandas. Es como si la palabra de Tabaré Vázquez fuera una garantía, cuando en realidad es todo lo contrario.
Para no ser muy extenso, y a manera de ejemplo, voy a hacer notar solo tres grandes falladas del presidente, que lo dejan en evidencia como un hombre que no cumple lo que promete:
En octubre de 2009 colocó en La Charqueada la piedra fundamental de una obra muy importante para Treinta y Tres: la terminal de cargas a orillas del río Cebollatí que supuestamente se iba a transformar en polo de desarrollo regional conectándonos por vía fluvial con Brasil, desde y hacia donde se moverían rubros de exportación e importación que dinamizarían la economía del departamento y la región. ¿Qué pasó con esa promesa? No se cumplió. Hoy la placa que descubrió Vázquez en aquel pomposo acto de su primer mandato presidencial, está ahí como prueba de su estilo de anunciar cosas que no se cumplen.
En plena campaña electoral del 2004, prometió que su gobierno no iba a permitir que empresas multinacionales que no pueden seguir contaminando en sus propios territorios, vengan a contaminar nuestro suelo, aprovechándose -dijo- de la necesidad de trabajo en países como el nuestro. ¿Qué pasó con esa promesa? No se cumplió. El mismo Vázquez cortó la cinta de BOTNIA , apoyó la construcción de la segunda planta de Montes del Plata y hoy anuncia una tercera planta de celulosa.
En la última campaña electoral prometió que su gobierno no aumentaría la presión impositiva. ¿Qué pasó con esa promesa? No se cumplió. En esta misma rendición de cuentas en la que el pato Mier y los otros tres “rebeldes” tuvieron su minuto de fama, se introducen nuevas cargas impositivas que castigan al trabajo y configuran un verdadero ajuste fiscal.
¿Por qué creerle a Vázquez que va a estudiar las demandas de más recursos para la educación, cediendo a la presión de los cuatro diputados que hicieron esa parodia de rebeldía de la que tanto se habló en los últimos días? Tabaré Vázquez no es confiable, su palabra no es ninguna garantía.
Treinta y Tres debe evaluar la actuación de su Diputado teniendo en cuenta que a los verdaderos rebeldes no se les doblega con simples promesas, y mucho menos cuando éstas salen de la boca de un probado incumplidor como Tabaré Vázquez.