El estado de Minas Gerais, sudeste de Brasil, decretó este viernes la emergencia sanitaria en 152 ciudades por un probable brote de fiebre amarilla que tiene en estudio 133 casos y 38 muertos probables en lo que va de 2017, lo que generó preocupación en su población.
El ministerio de Salud brasileño envió dos equipos a la región conocida como «El valle del acero», por su producción siderúrgica, y lanzó una campaña de vacunación contrarreloj para tratar de paliar la situación.
En Caratinga, una de las ciudades rurales bajo alerta, Eraldo Nunes da Silva enterró este viernes a su hijo adoptivo Wellington Santos, uno de los sospechosos de haber muerto por esta enfermedad trasmitida por mosquitos silvestres (Haemagogus y Sabethes) y que no se detecta en zonas urbanas de Brasil desde 1942.
«Tenía fiebre el sábado y murió el jueves. El doctor dijo que tenía fiebre amarilla», dijo a la AFP este brasileño, que hoy trató de vacunarse pero los funcionarios le informaron que debía regresar el sábado porque ya no había vacunas.
Vininha de Freitas tampoco logró vacunar a su mamá, de 82 años.
«Estamos preocupados porque aquí hay muchos mosquitos. En mi casa tengo muchos porque el foso de desechos queda en la puerta de la cocina», dijo de Freitas.
Sin embargo, el secretario de Salud de la ciudad, Giovanni Corrêa, quiso dar un mensaje de tranquilidad a sus 80.000 ciudadanos. «No faltará vacuna. Tenemos para todos y en breve lograremos combatir este brote», señaló.
En 2016, Brasil registró seis casos de fiebre amarilla silvestre en todo el país, de los cuales cinco murieron. Y en 2015, contabilizó nueve, con cinco muertos.
Minas Gerais, con casi 21 millones de habitantes, registró su último caso autóctono de fiebre amarilla en áreas silvestres en 2009.
El decreto estatal autoriza la adquisición de insumos y materiales para atender la «situación de emergencia» durante 180 días.
El recuerdo del Zika
Entretanto, en zonas selváticas del estado fueron hallados monos muertos, un indicativo de que el virus podría estar circulando por esta área, donde viven dos millones de personas, dijo a la AFP un asesor del Ministerio de Salud brasileño.
La situación «no es usual», destacó la fuente.
La fiebre amarilla genera temperaturas altas, escalofríos, cansancio, dolor de cabeza y muscular, y suele estar acompañada de náuseas y vómitos.
Los casos agudos son raros y derivan en una insuficiencia renal y hepática, ictericia -ojos y piel amarillenta- y hemorragias, según detalla la cartera de salud de Minas Gerais en un «hotsite» de internet lanzado especialmente por el brote.
Pero la aparición del virus en regiones rurales conlleva el riesgo de que «al contraer la dolencia, la persona puede volverse fuente de infección para el mosquito Aedes aegypti, que es el mismo que transmite Dengue, Zika y Chikungunya en las ciudades», advierte el ministerio de Salud.
Brasil se repone aún de la epidemia del virus Zika que empezó a inicios de 2015 en el nordeste del país y se extendió a lo largo del país causando un brote inusual de nacimientos de bebés con microcefalia.