Se veía venir, el supuesto ayuno del que todos hablan pero nadie comprueba, el hecho de que una persona con muletas y sin recursos recorra varios países sin que nadie se entere, es sabido que nadie se acerca salvo un estrecho círculo, trajeron un terrorista condenado a muerte y lo liberaron. A ahora tiene a todo un país pendiente de sus decisiones, como dijo el exjefe de sicarios de Escobar: «Bienvenido, Uruguay, al terrorismo …»
Para las autoridades responsables de la seguridad del país, el sirio Jihad Diyab se convirtió en un problema.
No sólo él sino también la gente que lo rodea, entre los que hay militantes de izquierda radical y en particular de Plenaria Memoria y Justicia, grupo involucrado en manifestaciones que han terminado con incidentes.
También preocupan los contactos que pueda tener en el exterior, según fuentes oficiales consultadas por El Observador.
Una de ellas fue frente a la embajada de EEUU y desde hace dos meses sostiene una huelga de hambre que lo llevó en dos oportunidades a caer en coma.
En Guantánamo también realizó huelgas de hambre y se le alimentó por la fuerza a través de una sonda nasogástrica, método muy doloroso que Diyab denunció como tortura. Su caso llegó a la Justicia de EEUU al pedir sus abogados que se divulguen los videos de esa práctica.
Diyab responsabiliza de su situación a Estados Unidos –que lo tuvo preso 12 años sin juzgarlo– y a Uruguay.
La frustración del refugiado con Uruguay refiere al supuesto incumplimiento de la promesa de reunirlo con su familia que está en Turquía. Diyab realizó también comentarios críticos hacia Uruguay, que luego matizó su entorno al señalar que hubo errores de interpretación del traductor de árabe que lo ayuda.
Lo acordado entre Uruguay y EEUU para su llegada a Montevideo –junto a otros cinco liberados de Guantánamo– se mantiene en reserva por el gobierno uruguayo. Los detalles de ese acuerdo, que no pasó por el Parlamento y que no existe en cancillería documento que lo atestigüe, son reclamados por el refugiado.
Controles
Desde el Ministerio del Interior se aseguró a El Observador que para Diyab se activaron protocolos de seguridad y se le vigila de cerca.
Su situación es monitoreada permanentemente, comentaron los informantes, quienes reconocen que están ante un tema sensible. Otra fuente comentó que el entorno del refugiado es provocador y constituye un factor de preocupación.
Desde el Ministerio del Interior se adelantó que esa actividad de vigilancia no se reconocerá públicamente.
El tema puede estar en la interpelación al ministro Eduardo Bonomi fijada en el Senado para el próximo martes 25.
Diyab estuvo preso en la cárcel de EEUU en Guantánamo (Cuba) sin ser acusado de ningún delito. Fue llevado a esa base militar donde la administración estadounidense del expresidente George Bush, recluyó a sospechosos de integrar células terroristas de Al Qaeda, extremo que no se confirmó para el caso de Diyab.
En ese entonces, los informes de EEUU planteaban que Diyab era peligroso para ese país y sus aliados y que tenía entrenamiento militar. Se lo vinculó también con la falsificación de documentos, pero eso tampoco se probó.
En ese documento del Departamento de Estado, se afirmó que Diyab escapó de Siria a Afganistán en el año 2000. Por sus actividades terroristas en ese país, fue condenado a muerte en ausencia, expresa el informe.
Con la llegada al gobierno del presidente Barack Obama en el año 2008, su administración planteó cerrar la cárcel de Guantánamo, que aún sigue abierta.
Desde entonces, un nuevo informe de EEUU sobre Diyab lo sacó de la categoría de peligroso y así se le presentó a Uruguay.
Obama habló con el presidente José Mujica pidiéndole que acepte traer presos de Guantánamo. Mujica aceptó dar refugio a seis, entre ellos a Diyab.
Mujica había acordado con el PIT-CNT que le diera apoyo a los expresos de Guantánamo, y fue una casa de la central sindical la primera morada de los refugiados. Días después, en la esquina de esa casa, el Ministerio del Interior colocó una cámara de vigilancia.
En diciembre de 2014, El Observador había informado que los ex Guantánamo estarían bajo una vigilancia discreta.
De hecho, en el Hospital Militar, cuando fueron atendidos por primera vez, había personal de Interpol vestido de particular, aunque desde esa dependencia se negó estar participando del caso.
Diyab cuenta en su apartamento con una computadora con conexión a internet.
Hace tres días fue la última vez que se comunicó por esa vía con su familia, que está en un campo de refugiados de Turquía. Su familia y él se niegan a vivir en Uruguay. Diyab reclama insistentemente irse a un país musulmán.
El gobierno uruguayo afirmó que hizo gestiones para que algún país lo reciba pero por ahora no tuvo resultados. Mientras tanto, más allá del actual estado de salude Diyab, él y su entorno son vigilados por cuestiones de seguridad.
Dos viajes
Cómo refugiado Jihab Diyab tiene documentos que le permiten salir del país. En febrero de 2015 fue a Buenos Aires y habló con medios argentinos. Pidió que ese país reciba a presos de Guantánamo. Las autoridades le pidieron que abandonara suelo argentino.
En julio de 2016, Diyab viajó a Venezuela. Fue en ómnibus pasando por Brasil, informó la agencia Sputnik.
En Caracas reclamó ante la embajada de Uruguay no regresar al país y ser llevado a Turquía. Inteligencia de Venezuela lo detuvo hasta su deportación.
«Los agentes de Inteligencia me dijeron exactamente: la información que tenemos de Uruguay es que es un hombre peligroso», dijo Diyab a CNN.
Juez archivó denuncia del MSP
El estado de salud de Jihad Diyab empeora por la huelga de hambre que sostiene y que hoy entra en el día 65. Además dejó de tomar líquidos y «su cuerpo está muy débil», informó ayer a El Observador, Alejandra Bittencourt, una de las personas que le acompañan.
Por orden del juez Nelson Dos Santos, que recibió una denuncia del Ministerio de Salud Pública referida a que las personas que están con Diyab no permiten su correcto control médico, el expreso de Guantánamo fue entrevistado el jueves por tres peritos forenses.
En esa instancia ratificó su decisión de no recibir asistencia. «Fue una manifestación de voluntad autónoma, no veo ningún delito y por eso se archivó el expediente», dijo Dos Santos.
Bittencourt señaló que esos tres forenses y una traductora fueron acompañadas por un policía que entró al apartamento filmando con una cámara GoPro. El policía intentó entrar a la habitación de Diyab y una de las médicas le dijo que no podía hacerlo.
A todo esto, el médico de ASSE, Jorge Bermúdez, opinó a título personal que no cree la versión de que Diyab «no esté comiendo ni tomando nada», según dijo al portal Ecos. También dijo sobre quienes acompañan a Diyab que «se ponen medio belicosos cuando hacemos un diagnóstico que a ellos no les gusta».