COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO

LA NACIENTE FILIACIÓN HUMANA;

LLEGA CON LA ALEGRÍA DEL ENCUENTRO

 

(La nueva familia de Jesús se renueva cada día. Sólo hay que seguir sus vías orantes, continuamente en contacto con el Padre, para hacer la voluntad divina y poder rehacerse hermanados. Unidos a esos omnipotentes troncos vivientes y reunidos frondosamente al árbol conciliador de la auténtica palabra, es como se fraternizan los pulsos, con sus pausas contemplativas, abriendo ramificaciones de amor verdadero y reabriendo extensiones de savia).

 

I.- PRIMERA INSPIRACIÓN CELESTE

 

Dios puso a nuestros ascendientes,

en un paraíso cuajado de músicas,

en un vergel recubierto de júbilos,

en un Olimpo revestido de auroras,

a cultivar el corazón y a ser poesía.

No hay mejor tañido que ser amor,

amor que se confiere y se adereza,

con el don místico de la donación;

brío donde nadie es más que nadie,

y tampoco es menos que ninguno.

De la virtud del verso brota la vida,

de la vida surge la alegría del vivir,

del vivir nace el desvelo por amar,

del amar se gesta el deseo del ser:

cercanía entre análogos y armonía.

II.- VERSOS REVUELTOS POR SATANÁS

El maligno lo ha desquiciado todo,

nos ha trastocado nuestros latidos,

hasta dejarnos sin luz para vernos,

sin oídos para oírnos mar adentro,

con un sinfín de caídas y sin gozo.

La confusión nos roba las alegrías,

nos forma y nos conforma los días,

a su capricho y beneficio prosaico,

con la posesión utilitaria mundana,

y la hacienda materialista del vicio.

El encantador anhela invalidarnos,

apartarnos de la dirección del bien,

desviarnos del signo real del apego,

encadenándonos al horror terrenal,

y al error de no cargar con la cruz.

III.- CORAZÓN A CORAZÓN SE REPARA

 

El corazón de Jesús nos interroga,

nos llama a restaurar los caminos,

con la fuente inagotable del deseo;

capaz de regar los vacíos del alma,

con la voz de la sangre liberadora.

La nueva humanidad ha de forjar,

el espíritu conciliador de la cepa,

con la nobleza del naciente hogar;

al ser Cristo quien se halla en mí,

pues de Él procede la misericordia.

Son tantas dichas las que nos unen,

que al apoyarse con el pan del cielo,

nos hace testigos de la compasión:

esto nos lleva a pensar y a repensar,

buscando a Dios en todas las cosas.

Víctor CORCOBA HERRERO

[email protected]

08 de junio de 2024.-