Corría el 1700 cuando hubo de llegar
a la hermosa Nueva España
desde el Reino peninsular.
A territorios lejanos y extraños
con la fe en la mente y corazón
para cumplir su misión
continuar con amor y devoción
el plan de evangelización.
Fray Francisco Gorosito
de la Orden Mercedaria
una vez en la Nueva España
en la bella Puebla recibirá
cuál será su nuevo destino
en el México Virreinal.
A la Villa de Carrión
en el paradisíaco Valle de Atlixco
será enviado como Comendador.
Un convento del 1600
con su fachada barroca
y su gran majestuosidad
a Fray Gorosito recibirá.
El imponente Popocatépetl
seguro lo deslumbró
es el guardián de este valle
sin olvidar a su fiel amada
la princesa Iztaccíhuatl.
Hombre con espíritu de hierro
misionero y escritor,
pastor de almas y letras
marcaron su vocación.
Su obra el Comulgador
El glorioso sermón
presente en La Palafoxiana
la primera biblioteca fundada
en la América Novoshipana.
Pasaron trescientos años
Ali, Cami y este escritor
van tras los pasos
de Fray Francisco el Comendador
una empresa familiar
que tenderá el puente
con el primer ancestro
que arribó a América
del otro lado del mar.
Llegamos al antiguo templo
estaba en restauración
aún muestra sus cicatrices
las heridas de un temblor
es patrimonio histórico
estaba en restauración.
La mudez de las palomas
desde el viejo campanario
territorio centenario sagrado
nos permite admirar y reflexionar
que tras esos enormes muros
hay muchas historias que recuperar.
Cuando unidos los tres
comenzamos a retornar
un colibrí
tiembla fijo en el aire
nos parece saludar.
La tarde ya se despide
en Atlixco de las flores
mientras el majestuoso volcán
su vigilante ancestral
con el auxilio de Ehécatl
exhala una fumarola
que trepa el cielo estival.
Regresando a la hermosa Puebla
penetrada por la neblina
nos recibe una lluvia fría
que atesora las palabras
que ya describen nostalgia.
Por Washington Daniel Gorosito Pérez