La enfermedad periodontal sin tratamiento puede diseminarse en la placenta y el feto, lo que provoca partos prematuros y estados de preeclampsia por daño placentario; es por esto que desde la planificación de un embarazo o lo más pronto posible luego de la confirmación se debe comenzar con los cuidados de salud bucal que no difieren en este período particular del resto de la vida. Es importante el control de la dieta en cuanto al consumo de azúcares libres y ocultos en productos procesados, la higiene bucal – el cepillado con pasta fluorada de al menos 1.100 ppm (parte por millón), uso de hilo dental u otros elementos indicados específicamente por el odontólogo o higienista- en relación a la ingesta de alimentos, puesto que la dieta está vinculada al desarrollo de la enfermedad caries y sus consecuencias como las lesiones de diferentes estadíos, entre los más avanzados puede existir la diseminación de bacterias de un poco infeccioso dentario periapical.
Las patologías que surgen por la falta de controles periódicos y los tratamientos correspondientes son similares para todos los casos, sin embargo, la presencia de placa microbiana sin remover sumado al aumento del flujo sanguíneo provocado por los cambios hormonales de un embarazo, puede aumentar las probabilidades de tener manifestaciones clínicas de gingivitis poco significativas. También existe evidencia científica respecto a que los tejidos infectados en mujeres con periodontitis actúan como depósitos de bacterias y que sus productos logran diseminarse a la unidad feto-placentaria, lo que activa las vías de señalización inflamatoria y el estrés oxidativo por la translocación transitoria de los patógenos bucales que deviene en inducción al parto prematuro y estados de preeclampsia.
Lo signos o síntomas a los que se debe atender con consulta al odontólogo son el sangrado espontáneo de encías o provocado por el cepillado, las encías de color rojo y no rosado, la movilidad dentaria o cambio de posición de algunos dientes, la repetición de abscesos periodontales y el dolor.
No existen inconvenientes para realizar tratamientos con antibióticos o anestesias locales si no hay indicaciones específicas del obstetra por los que evitarlos; de todas maneras, la recomendación es que, salvo urgencias, este tipo de tratamientos se realicen en etapas de maduración y crecimiento del feto.