Las fotos tomadas el jueves 23 de julio de 2020, muestran lo que sucede en una sociedad consumista que no sabe manejar los desechos que genera y no tiene conciencia del daño que se hace a sí misma.
Nylon y plástico en la más amplia variedad, se acumulan en una cañada que pasa por gran parte de la planta urbana de la ciudad de Treinta y Tres hasta cruzar ruta 8 y llegar al arroyo Yerbal poco antes de su desembocadura en el río Olimar.
Cuando llueve, el agua arrastra residuos domiciliarios de todo tipo trasformando la cañada en un basurero flotante que agrede al arroyo Yerbal en el último tramo de su espectacular viaje desde las sierras donde nace con las aguas de manantiales que varios estudios técnicos han calificado como de una calidad que los sitúa entre los mejores del mundo.
¡Qué triste ver el recibimiento que le hace la ciudad al arroyo que trae generosamente su caudal de agua dulce como tributo al Olimar, del cual se extrae el agua potable para los más de 30 mil habitantes que tiene nuestra capital! Es absolutamente deprimente caminar por las orillas de la cañada y el arroyo donde no hay un metro de suelo que no esté tapizado de envases de refrescos, latas de cerveza, cajas y bolsas de todo tamaño.
Urge abordar este tema para revertir un proceso de deterioro ya muy avanzado, al punto que un lugar que debería estar repleto de pájaros, patos, peces, batracios, reptiles, arbustos aromáticos, plantas medicinales y flores, luce desolado y silencioso.
Duele pensar que esto se repite en los entornos de la mayoría de las ciudades del mundo así como en las aguas oceánicas. En realidad el planeta entero está agredido por la acumulación de basura, símbolo tétrico del mal llamado desarrollo, de la mal entendida prosperidad.
Felizmente el interés en los temas ambientales va creciendo y las nuevas generaciones adoptan conductas menos autodestructivas. No obstante hay mucho trabajo que hacer para recuperar la dignidad de la especie humana que ha actuado tan tontamente en los últimos tiempos creyendo que se puede amontonar desperdicios a diestra y siniestra sin asumir las consecuencias.
Aníbal Terán Castromán