EL ESCRITOR FERNÁN SILVA VALDÉS COMPONE EL ROMANCE NEGRO CRIOLLO PARA HOMENAJEAR  AL AFRODESCENDIENTE URUGUAYO

Julio mes del Afrodescendiente en Uruguay

Fernán Silva Valdés, poeta, letrista y dramaturgo nació en Montevideo el 15 de octubre de 1887 y muere en esta ciudad el 9 de enero de 1975.

“Hubiera querido ser un gaucho y no un hombre de la ciudad. Tengo en mis venas sangre criolla. Soy autóctono puro. Martín Fierro y Fausto fueron los primeros libros que leí. Los llevaba en el recado o en el cinto si es que montaba en pelo. A los 14 años escribía versos. Versos o lo que fueran. Luego ya hombre, concurría a las estancias atraído por el espectáculo de los trabajos de campo. Allí me sentía en mi medio”, expresó para un reportaje.

Entre las obras destacadas de Fernán Silva Valdés, están sus romances, “Romancero del Sur” y “Romances chúcaros”, en ellos en forma similar a los antiguos relatos versificados del romancero castellano, relata circunstancias de la vida criolla y en algunos casos presenta la estampa de sus caudillos. Uno de esos romances es Negro criollo.

Curiosamente en una entrevista que le hiciera Rafael Heliodoro Valle para la Revista Diálogo de la Universidad Autónoma de México, ante la pregunta: ¿Cuántos habitantes tendrá el Uruguay?, el poeta responde: Le diré que hay tres millones de habitantes blancos. De ellos sólo serán dos mil los negros. Digo curiosamente ya que la población afrodescendiente del país era muy superior al número a que se refería el escritor.

De acuerdo con una investigación publicada por el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) y la UNESCO, titulada Esclavitud y afrodescendientes en Uruguay. Una mirada desde la Antropología, la presencia africana en el territorio de lo que hoy es la República Oriental del Uruguay se remonta al año 1608 cuando en la expedición de Hernandarias viene con “treinta piezas de esclavos negros y negras”. En 1680 los portugueses fundan Colonia del Sacramento, convirtiéndose en un importante centro de introducción.

Al fundarse Montevideo por Bruno Mauricio de Zabala en 1726, sólo participaron 131 españoles, sin esclavos ni siervos. Años después el Cabildo ante la falta de mano de obra en la nueva ciudad- puerto, solicitó a las autoridades coloniales competentes, la importación de esclavos negros. Coinciden los historiadores que desde 1743 se inicia la introducción regular de esclavos a Montevideo. Los primeros fueron traídos por el asentista Tomás Navarro.

En nuestro territorio los esclavos fueron utilizados como trabajadores y como integrantes del ejército durante las guerras de revolución, independencia y la Guerra Grande. Sirvieron en el medio urbano, particularmente en el servicio doméstico, como en los establecimientos rurales, participando en el arreo de ganado, la yerra y las cuereadas. Realizaron también tareas de labranza y cuidado de las quintas; otras veces en la fabricación de cal, en la molienda de granos o en los saladeros.

El explorador francés  Augusto de Saint Hilaire, en 1827, en su libro: Voyage a Rio Grande do Sur escribió: “Los negros huidos luchaban en las tropas de Artigas contra los portugueses, y en eso se empeñaban, pues era una lucha por su propia libertad… Es voz general que los más valientes soldados de Artigas son negros huidos, lo que es natural porque ellos se batían por su libertad”.

El 12 de diciembre de 1842 el Gobierno del General Fructuoso Rivera declara abolida la esclavitud, los hombres y mujeres africanos o afrodescendientes debieron abrirse nuevos caminos. El afrodescendiente junto al indio asimilado y al inmigrante pobre, paso a ser parte del proletariado urbano y rural menos calificado. En Romance del Negro Criollo, encontramos descripción, labores, sufrimiento, injusticias, heroísmo, valores, patriotismo, cultura, vivencias del afrodescendiente de Uruguay.

 

ROMANCE DEL NEGRO CRIOLLO      (Antología poética

Negro criollo, negro criollo,                   1920- 1940)

el que yo nunca canté

te estoy debiendo un romance

desde el fondo del ayer.

Negro criollo, patizambo,

sin derecho ni revés,

como la bota de potro

que se calza en cualquier pie.

Negro con risas de choclo,

tu risa es como un cartel

para que escriban los hombres

blancos, la palabra fiel.

 

¡Ay lo que el blanco te debe,

ay lo que hiciste por él.

Por uno que te fue justo

los injustos fueron cien,

vos sí que pagaste siempre

bien por mal y bien por bien.

 

Negro “pa todo trabajo”,

como subrayaba aquel

documento que en el fondo

de un mueble viejo encontré.

Fuiste bueno para todo

sin capital ni interés,

“pa´un fregao o pa` un barrido”,

sin protestas y sin hiel.

 

Negro “pa todo trabajo”

como un reyuno de ley

en vos se paró la Patria,

como quien dice en un pie.

¡Ay, lo que el blanco te debe

ay, lo que hiciste por él!

 

Negro criollo fuiste infante

casi a la fuerza porque

el gaucho quería caballo,

no sabía pelear de a pie;

y fuiste la infantería

para morir a granel;

nuevamente las espinas

te tocaron otra vez.

 

Negro de poncho canela

y ala echada para atrás,

dos luceros de fierro

sujetos al calcañar.

Negro para enviar un chasque

y con la luna viajar

uniendo noche con noche

las dos juntas en un haz.

La noche se hacía día,

quedabas viudo, ¡velay!

hasta que a las pocas horas

la volvías a encontrar.

 

Negro para bien mandado

porque en vos todo era igual:

tanto cebar un amargo,

o cortar un temporal,

como velar un enfermo,

como domar un bagual,

como tocar a degüello

en llamando a degollar;

como dejarse vender

para el dinero aportar

al tirador del caudillo

y con él armas comprar

para defender la Patria

en tiempos de adversidad,

que así lo hizo el Pardo Luna

con Rivera el General;

( ¡ah negro: llamarse Luna,

como esperando blanquear!)

 

Negro criollo,  sin derecho,

sin izquierdo y sin revés;

sirviente por todo el año

pero el 6 de enero: ¡Rey!

rey de galera y levita,

rey “para servir a usted…”

 

Siempre estuviste “a las verdes”;

las maduras, ya sabés:

fueron todas para el blanco

que “ansina había de ser”.

 

Aquella “ley del embudo”

la conociste muy bien

y aunque Moisés no la dijo

es más vieja que Moisés:

ancha arriba, angosta abajo,

cual tu tamboril, porque

¡por más lindo que tocaras

tu tamboril fue tu ley!

 

Dr.(c). Washington Daniel Gorosito Pérez