Desde 1974, cada 5 de junio se celebra el “Día mundial del medio ambiente”. Eventos recientes, como los incendios forestales sin precedentes en la selva amazónica, California y Australia, la invasión de langostas en el Cuerno de África y ahora la pandemia de COVID-19, demuestran la relación innegable entre salud humana y medio ambiente.
Por ejemplo, cada año, las plantas marinas producen más de la mitad del oxígeno de nuestra atmósfera, y un árbol es capaz de limpiar nuestro aire absorbiendo 22 kilos de dióxido de carbono y liberando oxígeno a cambio. La conducta humana está alterando demasiado el delicado equilibrio de la naturaleza. La aparición del COVID-19 ha puesto en evidencia que cuando destruimos la biodiversidad destruimos el sistema que sustenta la vida humana. A nivel mundial, mil millones de personas son contagiadas cada año y millones de ellas mueren debido a las enfermedades causadas por los coronavirus; y alrededor de un 75% de todas las enfermedades infecciosas emergentes en humanos son zoonosis, lo que significa que se transmiten de animales a personas.
Este año el tema central del “Día mundial del medio ambiente” es la biodiversidad. Se calcula que hay aproximadamente 8 millones de especies en el planeta. Una carta firmada hace poco por más de 10.000 expertos de todo el mundo, publicada por la revista ‘BioScience’, del Instituto Americano de Ciencias Biológicas, aporta una opinión muy calificada en base a un análisis sobre los últimos 40 años con información sobre uso de energía, temperaturas en la superficie terrestre, crecimiento de la población, extensión de cultivos, deforestación, pérdida de hielo polar, índices de fertilidad, emisiones de dióxido de carbono y el producto interior bruto de las naciones. ¿A qué conclusión llegan estos respetables analistas?
Afirman que «la crisis climática está estrechamente vinculada al consumo excesivo del estilo de vida rico. Los países más ricos son los principales responsables de las emisiones históricas de gases de efecto invernadero y generalmente tienen las mayores emisiones per cápita.» Estiman que si todos los habitantes del planeta consumieran como los del mal llamado “primer mundo”, se necesitarían los recursos de 1,6 planetas Tierra para satisfacer la demanda de los humanos cada año. Si continuamos en este camino, la pérdida de biodiversidad tendrá graves consecuencias para la humanidad, incluido el colapso de los sistemas alimentarios y de salud. Se calcula que a corto plazo casi un millón de especies de plantas y animales se enfrentan a la posible extinción.
Es muy evidente que no podemos seguir destruyendo el planeta con este accionar absurdo y egoísta, pues el estilo de vida que se sostiene con daño ambiental, pasará factura muy especialmente a las futuras generaciones. En este nuevo “día mundial del medio ambiente”, los humanistas reafirmamos nuestro firme propósito de contribuir a un cambio de rumbo urgente y radical, para que se deje de agredir tan torpemente a la naturaleza de la que formamos parte, lo que no es otra cosa que una autoagresión.
Saludamos con alegría la creciente preocupación popular por la temática ecologista que seguiremos alentando en el entendido de que nada justifica la pasividad ante un asunto tan importante como la preservación de la biodiversidad en este hermoso planeta que generosamente nos sustenta, pero que dejará de hacerlo si no paramos a tiempo.
Treinta y Tres, junio 5 de 2020
Vocería del Partido Humanista
Aníbal Terán Castromán
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