En la audiencia pública realizada este viernes 6 de diciembre para tratar la propuesta de ampliación del área protegida Quebrada de los cuervos, quedaron claramente enfrentadas dos posiciones, pero fue muy distinta la actitud con la que se presentó cada parte a defender sus intereses.
Por casi cinco horas se extendió esta instancia cumplida en la sala de reuniones del INIA en Villa Sara, localidad vecina de la capital Olimareña, con una concurrencia que seguramente superó las trescientas personas, lo que da la pauta del interés que despierta el tema.
La primera parte de la audiencia se desarrolló en un clima nada propicio debido a la vehemencia con ribetes de agresividad con que se comportaron algunos opositores que empezaron a interrumpir la presentación del proyecto a cargo de sus responsables técnicos. Gritos reiterados, preguntas capciosas, abierta hostilidad hacia la mesa que dirigía la audiencia, fueron generando un ambiente demasiado tenso. Varias personas que habían concurrido para apoyar la ampliación decidieron retirarse ante esa actitud irrespetuosa y lamentablemente los conceptos que pensaban aportar no quedaron registrados en el acta respectiva.
Tras ese tumultuoso comienzo en el que se acusó a los funcionarios de DINAMA de obligar al auditorio a escuchar su monólogo y de venir a enseñar a los pobladores de la zona cosas que éstos conocen demasiado bien, hubo un cambio sustancial cuando se le dio la palabra al ingeniero Gerardo Caticha que expuso las razones por las que la Intendencia departamental se opone a la ampliación. En lugar de interrupciones impertinentes hubo constantes aplausos y voces de aprobación. Lo mismo cuando el Abogado Genaro de León expuso objeciones de carácter legal, nadie le impidió expresarse y fue aplaudido reiteradamente. Quedó en evidencia que el sector de los presentes que fue a apoyar la ampliación escuchaba pacientemente en actitud respetuosa, lo que no tuvo reciprocidad de la otra parte.
El clima volvió a ser hostil con prolongados abucheos cuando se le dio la palabra a un representante del grupo Amigos de la Quebrada, quien tuvo que esperar varios minutos para empezar y luego fue interrumpido por gritos y frases descalificadoras. Con el transcurso de las horas el estado de ánimo de los opositores se fue aplacando y recién en el último tramo de la audiencia por fin fue posible un desarrollo civilizado en el que se escucharon respetuosamente los discursos de ambas partes.
Los argumentos en contra básicamente giraron en torno al derecho de propiedad, supuestos perjuicios económicos para los propietarios de los campos afectados, fallas de comunicación e incumplimiento de normas legales. Los argumentos a favor se centraron en la protección de recursos naturales inconmensurables y en la necesidad de sustituir el modelo extractivo por actividades económicas sustentables.
Recordemos que esta audiencia presidida por el propio Alejandro Nario, máxima autoridad de la DINAMA, forma parte de un largo proceso que insume años y ya se aproxima a su fin. Es tarea ahora de las autoridades nacionales evaluar los resultados y determinar si están das las condiciones para decretar la ampliación, lo que es una decisión estrictamente política. Desde que rige la ley de Ordenamiento Territorial que habilita estos pasos, hay experiencias de los dos tipos: procesos que terminaron en la aprobación y de los otros. Veremos que ocurre con este en particular.
Como integrante del grupo “Amigos de la Quebrada” me queda la satisfacción del excelente comportamiento de todos los asambleístas que asistieron a apoyar la iniciativa. No hubo de su parte ni un solo gesto destemplado incluso frente a provocaciones explícitas. Se aportó respetuosamente elementos de juicio razonables, sólidos y bien fundamentados, sin recurrir a la ironía, la ridiculización, la prepotencia o el desprecio por la opinión contraria. Mientras de la otra parte, los discursos sensatos fueron la excepción, la ampliación del área protegida fue defendida en todo momento con altura y corrección, de lo que me siento realmente orgulloso.
Aníbal Terán Castromán