¿PRECIO O VALOR?

Nueva área protegida en la Quebrada de los Cuervos

Uno de los principales argumentos contra la ampliación del área protegida Quebrada de los Cuervos es la supuesta desvalorización de la tierra. Se dice que al perder el interés las mineras y las forestales, esos campos bajan su cotización con el consiguiente perjuicio para sus propietarios. Vale la pena analizar ese argumento, en vísperas de la audiencia del próximo viernes en la que el tema será debatido públicamente.

Una cosa es el valor de la tierra y otra cosa es su precio de mercado. El precio es algo cambiante, circunstancial. Las cosas suben y bajan su precio en función de oferta y demanda. ¿Qué hace que la minería y la forestación demanden tierra? Las posibilidades de lucro que ofrecen esos negocios en que la tierra es un costo a  adsorber. El negocio es lucrativo dependiendo del margen de ganancia una vez adsorbidos los costos, sin importar el estado en que quede la tierra, transformada en un insumo más. El inversor mide riesgos, saca cuentas, y si los números dan, paga bien la tierra con lo que los campos suben su precio. Esa es la lógica de mercado que está destruyendo el planeta.

Es muy importante pensar qué sucede una vez terminada la explotación que motivó la puja de precio por determinada tierra. Nadie puede negar el daño que la minería y la mega forestación le hacen a la tierra uruguaya, reconocida mundialmente por su fertilidad. Ya lo estamos sufriendo. Bien podemos decir que las empresas que se dedican a estos rubros compran o arrienden tierra para destrozarla. Tal es así que ello se refleja hasta en el mercado, ya que un campo abandonado tras operaciones mineras o forestales, pierde el precio que tenía antes de ser explotado. Por eso caben dos preguntas:

¿Vale la pena destruir territorio rico en biodiversidad donde hay valiosas fuentes de agua  para explotaciones cortoplacistas del tipo minero o forestal? ¿No será mejor proteger esos recursos naturales sin los que la vida no sería posible?

Es interesante lo que un grupo de productores linderos a la Quebrada de los Cuervos expresó en carta fechada 4 de septiembre 2016, dirigida a las autoridades respectivas: “Queremos manifestar nuestro interés como vecinos del Paisaje Protegido Quebrada de los Cuervos e integrantes de la Sociedad de Fomento Rural de la Quebrada de los Cuervos de incorporar nuestros predios al Paisaje Protegido Quebrada de los Cuervos.”

Esa solicitud no significa que estos productores agropecuarios desean transformar sus campos en un museo o un espacio de contemplación. Quieren no solo seguir trabajando del modo en que lo están haciendo, sino que la zona prospere, por eso solicitaron en esa carta: “Estudiar y promover sistemas productivos ganaderos rentables y otros rubros complementarios y compatibles con los objetivos de conservación.” En este contexto,  “conservación” no significa inactividad, pasividad total ante la naturaleza. Significa rentabilidad empresarial  mediante producción sustentable. No es cierto que en un área protegida “no se puede hacer nada”. Se puede hacer mucho sin comprometer el futuro de nuestros hijos y nietos a los que les debemos los recursos naturales que harán posible su vida. En el proyecto de ampliación que está en discusión, está muy claro que el manejo tradicional de los campos seguirá inalterado, y que los emprendimientos forestales y mineros ya autorizados no perderán esa condición.

Los “Amigos de la Quebrada” que en la audiencia de este viernes apoyaremos la ampliación del área protegida, hemos presentado proyectos concretos generadores de trabajo y dinamizadores de la economía regional y nacional, que solo esperan por la voluntad política de las autoridades de turno. En los rubros turismo, agricultura, agroindustria, se pueden hacer cosas muy rentables y compatibles con la conservación de ese tesoro ambiental.

Si pensamos en el valor de los campos y no en su precio actual, lo que se puede perder hoy es poco en comparación con lo mucho que se puede ganar al ingresar a un área natural protegida.

 

Aníbal Terán Castromán