La Justicia decretó la prisión preventiva por 120 días para un hombre de 25 años de iniciales C.A.M.F. por siete delitos de estafa. Las víctimas fueron clientes del Banco República (BROU), a nombre de quienes gestionó préstamos y obtuvo transferencias, luego de acceder a sus datos personales.
Estas maniobras comenzaron en noviembre pasado y la institución bancaria presentó la denuncia el 8 de enero ante Crimen Organizado e Interpol. Se cree que la maniobra afectó a al menos 15 clientes del BROU, de los cuales ocho fueron denunciantes. Los casos constatados fueron siete, por un total estimado en un principio de 492.989 pesos.
El fiscal Diego Pérez, que había pedido 180 días de prisión preventiva, dijo a ECOS que el imputado «es un hombre con conocimientos muy afinados sobre informática y operativa bancaria». También se trata de una persona «muy hábil, con mucha capacidad para engañar a la gente».
También tenía experiencia en ello. Según Pérez, C.A.M.F. también había estado involucrado en la sonada estafa del Fondo Nacional de Salud (Fonasa), detectada a principios de 2017.
El hombre tenía varios modus operandi. La primera denuncia surgió cuando dos clientes del BROU aseguraran que hubo movimiento en sus cuentas y préstamos que no fueron gestionados por ellos. A partir del Visualizador de Banca Digital, se detectó que desde la misma computadora y con apenas minutos de diferencia se generaron transacciones por varios clientes.
Varias transferencias de esos clientes fueron derivadas a una cuenta del Scotiabank a nombre de la hermana del imputado. Ella luego quedó desvinculada de la trama. El propio estafador señaló que a través de la tarjeta de crédito de la hermana («Que se la pidió para viajar en Uber», según dijo Pérez) accedió a la información de dicha cuenta.
De acuerdo con la Fiscalía, las víctimas eran personas no familiarizadas con la operativa bancaria, capaces de ser engatusadas con alguien con un discurso convincente. Solía rondar las sucursales del BROU (como la del Parque Roosevelt), logrando entrar a veces con sus víctimas a los cajeros automáticos, logrando cambiar los pins y pudiendo así luego hacer transacciones a través de la banca digital, obteniendo usuarios ebrou.
En otras ocasiones, le decía a la víctima que, de aceptar recibir un giro, recibiría una comisión, aduciendo ser representante «de una empresa argentina» que «no estaba habilitado» para recibir transacciones. Otra operativa, también en la puerta de las sucursales, consistía en ofrecer «préstamos adicionales» a los que ofrecía el banco. Esto era especialmente utilizado en diciembre, previo a las fiestas.
En esta causa hubo otros cuatro imputados, a quienes no se les pudo determinar responsabilidad, dada la complejidad del caso.