Echan a periodista que denunció agresiones en acto oficial de Artigas

Voy a seguir. De algo voy a trabajar, esto no me va a cortar las piernas ni los brazos», sostiene el veterano comunicador Carlos Silva.

Veintiséis de noviembre. El sol agobiante se empezaba a sentir en el norte. El pavimento nuevo de la ruta 30 comenzaba a calentar. El periodista artiguense Carlos Silva de la radio FM Viva 89.5, de 60 años, soportaba las altas temperaturas al igual que sus colegas, mientras esperaba al presidente Tabaré Vázquez.

Silva quería grabar el discurso del mandatario, pero no solo eso, también quería hacerle una nota que ayudara a jerarquizar a la radio, quería marcar la presencia de la emisora. Pero los incidentes que vinieron después, con dirigentes frenteamplistas y con la seguridad de Vázquez, dieron por tierra el objetivo de un periodista de 20 años de carrera.

«Uno de los guardaespaldas me mandó a callar y me dijo ‘córrase’, que estaba trabajando», cuenta Silva. «Yo le respondí que también estaba trabajando», recuerda.

Cinco de diciembre. Silva en su casa despedido atiende el teléfono. Dice que espere un poquito que recién se levantó de la siesta y va a bajar el volumen de la televisión. Relata que estuvo desde las 9:30 de la mañana hasta las 13:30 «colaborando» con sus compañeros de canal 13 para no perder la costumbre. «Siempre andábamos juntos, salía con ellos y hacíamos las notas. Intercambiábamos lo que hacíamos, nos ayudábamos», explica.

Hace cinco días que es desempleado. El viernes 30 de noviembre sobre las cinco y media de la tarde -cuatro días después de lo ocurrido en la inauguración de las obras de la ruta 30- fue citado a una reunión por las dos dueñas de la radio donde trabajaba hacía cinco años.

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Nunca, hasta ese momento, le habían reclamado nada, nunca le dijeron «bien» o «mal», tampoco «vaya acá», «venga acá». Pero ese viernes, para sorpresa del periodista, las dos dueñas de la radio le comunicaron que lo despedían.

De un momento para otro le recriminaron que no tendría que haber firmado la carta que habían apoyado varios periodistas del departamento donde se narraban las agresiones que habían sufrido durante la cobertura. Le dijeron que menos aún debería haber sido el vocero «por la imagen de la radio».

«Estaban muy molestas por mi actitud», dice Silva. «Me mató porque nunca pensé que iban a reaccionar así. De saber eso no hubiese ido, me hubiera quedado en mi casa durmiendo», comenta.

«Esto siempre pasó, cuántas veces hemos tenido problemas con visitas del presidente, de ministros, que nos empujan. Sabés cuántas veces escuché: ‘No digas porque sino quedamos regalados'», cuenta.

Silva, policía jubilado, explica que aunque no vive de la radio, esta es su pasión y además lo hace estar ocupado. Además, el veterano periodista, lejos de achicarse por lo sucedido, comenta que él asumió la responsabilidad y agarró «el mando» luego de los incidentes porque muchos de los periodistas del departamento son jóvenes y tienen un futuro por delante.

«Mientras vea vulnerados mis derechos yo voy a reclamar. No soy agresivo ni violento, pero voy a hablar», asegura. «Nací y me estoy por ir de un país libre, independiente y democrático, con libertad de expresión», manifiesta.

Admite que esta situación lo dejó mal porque quiere terminar sus años siendo comunicador. Pero al salir a la cale siente la solidaridad, el respeto y el aliento de la gente que le dice «Vamo arriba Carlitos».

«Voy a seguir. De algo voy a trabajar, esto no me va a cortar las piernas ni los brazos», sostiene. «Esto no es un impedimento para mí, es una experiencia más de vida», concluye.

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