Fue en Bella Unión. Tiene 56 años y la Justicia decretó 120 días de prisión cautelar mientras la Fiscalía prepara la acusación en su contra.
La jueza letrada de 1° Instancia de Bella Unión, Analía Brito, decretó, a pedido de la fiscal Stella da Silva, 120 días de prisión preventiva para un maestro de escuela en esa ciudad de Artigas, por violencia privada, tráfico interno de armas de fuego, apropiación indebida y comercio y almacenamiento con fines de distribución o de consumo habitual de material pornográfico que involucra a menores de edad.
Todo surgió a raíz de la denuncia de una madre, en noviembre de 2017. El hombre, casado, manoseaba, abusaba y fotografiaba a alumnas suyas. De acuerdo con el texto de la fiscal, «se trata de una situación donde se visualizan a través de los relatos, múltiples indicadores de abuso, violencia física y verbal por parte del maestro».
El caso derivó en un allanamiento en su domicilio donde se le encontraron grandes cantidades de material pornográfico que involucra a menores, incluyendo bebés. «Son fotos horrendas», resumió a ECOS la fiscal Da Silva.
Ahora la Fiscalía tendrá ese plazo para preparar la acusación en contra de este maestro, un hombre casado y de 56 años domiciliado en Artigas. Ya en prisión cautelar, su detención se postergó hasta el pasado miércoles ya que había sido intervenido quirúrgicamente.
La denuncia de la madre de una alumna de la escuela hablaba de «situaciones de violencia», «insultos» y «toma de fotografías contra la voluntad de los niños y maestros». La cámara del involucrado es, de hecho, protagonista de esta historia. «Obligaba a las niñas a tolerar que le sacaran fotos», indicó la fiscal.
Se entrevistó a cuatro niñas, de entre 10 y 13 años. Los hechos ocurrieron en 2016 y 2017. Los alumnos afectados son de cuarto y quinto año de escuela.
Las niñas relataron haber visto u observado en reiteradas situaciones cómo el docente sentaba a las alumnas en su falda, tocándoles el pelo, los hombros o la espalda, eso tanto en clase como en el recreo. Incluso llegaba a pedirle a los varones que le hicieran de «pantalla», para no permitir que se viera lo que hacía desde afuera del salón.
Las niñas decían que el maestro tenía siempre con él una «cámara gris, grande». Constantemente sacaba fotos en el salón y el recreo. Una maestra se asustó. Las niñas, de acuerdo con el petitorio de la fiscal Da Silva, se sentían desprotegidas, sin pensar que alguien podía ayudarlas con eso. «Le digo a la maestra y a la directora pero no me hacen caso», dijo un testimonio. «Una vez le sacaron la cámara… pero otra vez la volvió a usar», indicó otro. «Todos saben que saca fotos».
Otra niña relató un episodio de violencia física que involucra al maestro y a un compañero: «Me agarró de los brazos y le pidió a un compañero que me agarre de los pies y me arrastraron hasta el baño. Logré gritar, patalié (sic) y salí corriendo». Otros testimonios hablan de tocamientos en el cuello, hombros y espalda, miradas raras, palabras y expresiones amenazantes.
Muchas niñas fueron víctimas de abuso directo por parte del maestro; muchos niños fueron observadores o cómplices de estos comportamientos, agregó la fiscal.
«Se identifica en todas las niñas el miedo a la represalia, dificultad para lograr relatar los hechos en forma detallada y clara, preocupación por otros niños que continúan en la escuela, enojo por no haber visto cambios ni actitud reparadora y de límites por parte de los adultos», reza el petitorio de Da Silva.
El Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) cursó un pedido de informes para averiguar qué pasó y si hubo negligencias de los responsables de la escuela.
«Estoy al tanto de lo que sucedió con este docente en Bella Unión, pero yo no puedo confirmar que haya habido denuncias previas ni investigación sobre él. Estaremos realizando un pedido de informe para conocer más sobre el caso», dijo a ECOS el consejero Héctor Florit.
La investigación derivó en un allanamiento e incautación de computadoras en el domicilio del imputado en Artigas. «Lo que se encontró fueron imágenes tremendas», sostuvo la fiscal Da Silva.
En la investigación de la Fiscalía «se constató la existencia de muchísimo material pornográfico del cual era consumidor habitual». En las imágenes se apreciaba «a niños menores manteniendo relaciones sexuales con mayores». Había niños de todas las edades, incluyendo bebés.
El maestro también contenía imágenes de alumnos y maestros de la escuela, niños y adolescentes en las calles (a los que seguía en bicicleta) con una característica: estaban tomadas desde atrás, de la cintura hacia abajo. Les fotografiaba la cola.
También se le incautó una pistola Berza calibre .308 sin la documentación referida, así como diez «ceibalitas».
Si bien el imputado decía que esas imágenes eran para «consumo personal», el uso de programas como E-mule, E-donkey, Ares, Arestra y P2P permiten suponer que hacía intercambio de pornografía infantil.