Ornitólogos polacos de la ONG Grupa EkoLogiczna le habían puesto a una cigüeña, apodada Kajtek, un rastreador GPS con tarjeta SIM. La idea era seguir su ruta migratoria y evaluarla con los datos que recopilaba el dispositivo.
Tras superar seis mil kilómetros de vuelo, llegó a su punto de destino, el valle azul del Nilo, en el este de Sudán.
Se esperaba que el ave regrese a Polonia en primavera, pero nunca sucedió. Lo que si recibieron los investigadores fue una factura por 10.000 zlotys, unos 2700 dólares, por 20 horas de llamadas internacionales.
¿Llamadas? ¿Cómo hizo llamadas el pájaro con una tarjeta SIM pensada exclusivamente para enviar y recibir datos?
La respuesta es un poco triste: humanos.
En Sudán, alguien encontró al ave -no se sabe si viva o muerta-, vio el dispositivo, sacó la tarjeta SIM y la puso en un teléfono normal. Y lo usó, bastante.