Ya es casi una tradición. Como cada 1° de mayo desde hace tres años, un centenar de trabajadores se agruparon este martes frente a la explanada de la Intendencia de Montevideo (IMM) en el marco del contraacto organizado por la Confederación Sindical y Gremial de Uruguay (CSGU), una escisión del PIT-CNT crítica con el rumbo de la central sindical.
«Hoy no es el día de los PIT-CNT», gritó sobre el estrado el dirigente Damián Ortiz, quien denunció «la responsabilidad y el oportunismo del movimiento sindical» que «corrompe» a la clase obrera. «Hoy no debe ser el día de los que concilian y entregan. Hoy es el día internacional de los trabajadores clasistas», sentenció.
Ortiz criticó la política salarial del gobierno y dijo que los Consejos de Salarios «son una trampa» apoyada por «el sindicalismo oficialista» del PIT-CNT. «La política de gobierno lleva casi 14 años y las políticas salariales fueron seguidas al pie de la letra por el PIT-CNT. ¿No es la hora de hacer un balance de clase de los Consejos de Salarios, tan mentados y elogiados por el gobierno, su fuerza política, las patronales y el sindicalismo oficialista?», preguntó.
Luego hizo una pausa, tomó aire, y continuó: «Compañeros, los Consejos de Salarios ya están arreglados, ya están pactados y seguirán condenándonos a salarios de pobreza y cláusulas de paz». En ese sentido, agregó que los Consejos de Salarios «son un fracaso para los trabajadores» y «un gran triunfo para la burguesía». El dirigente dijo que de esa forma, las élites «van acostumbrando a los trabajadores a sobrevivir con migajas y a agradecer la suerte de ser explotados en nombre de tener un trabajo».
«Se agita desde el gobierno que se recuperó el salario tanto y cuanto, que el tres y el dos, y el dos y el ocho, y yo que sé… La realidad es que más de un millón de trabajadores tiene un ingreso por mes de $ 20 mil o menos», remató Ortiz y afirmó que hay sindicatos que «no tienen ni un cachito de vergüenza».
A su turno, el dirigente de la CSGU, Edgardo Risotto, reconoció el bajo poder de convocatoria de la central paralela, pero dijo que su fuerza «está en el compromiso de dar pelea».
«No somos ciegos ni sordos, pero sí somos necios como para no vendernos», agregó.
«Miren que sabemos contar y sabemos la fuerza real con la que contamos. Ni compramos ni vendemos humo, tenemos conciencia de la fuerza escasa que tenemos», apoyó Ortiz, que se ganó los aplausos de los concurrentes, entre los que había banderas de la Unidad Popular, del Partido Comunista Revolucionario y de Palestina.
Según Risotto, «el PIT-CNT tiene la fuerza, con cientos de miles de afiliados, pero usan sus fuerzas para conciliar con el capital, la usan para administrar, gestionar, y frenar la lucha de clases, y para apoyar las políticas del gobierno, que han legitimado más desigualdad social».
El dirigente sostuvo que la central sindical «liquida» los pocos «brotes» de «lucha genuina de los trabajadores». El modelo sindical «dominante», continuó, «sigue alimentando la conciliación, el conformismo, la descomposición y la corrupción del sindicalismo».
A diferencia del acto del PIT-CNT, en la explanada no había dirigentes políticos, salvo por el diputado de Unidad Popular, Eduardo Rubio, uno de los más saludados por los presentes.
En diálogo con El Observador, Rubio dijo que no asistió al acto en la Plaza del 1 de mayo y aseguró que asiste al de la Confederación Sindical porque «representa a los sindicatos con plena independencia de clase, que no están sujetos a lo que marca la política del gobierno».
«No son los únicos, pero como acto me parece que es el que representa más cabalmente los intereses de los trabajadores», agregó.
Según Rubio, «la mayoría de la dirección del PIT-CNT es claramente parte de la política del gobierno», aunque reconoce que «hay dirigentes y sindicatos que están enfrentando esta política», como los trabajadores de OSE con la ley de riego, o el sindicato de UTE denunciando la privatización. «El problema es que la cúpula de la central, mayoritariamente, plantea una línea de acompañamiento y subordinación al gobierno», señaló.