En el artículo anterior decíamos que es muy importante la preparación para la realización del Camino de Santiago. La excursión con la cual fui, hizo tres días de 30 km cada uno y el último de 10 km.
Otras excursiones llevan más días a razón de 20 km diarios. Es lo más razonable, dado que no todas las personas sobrellevan bien 30 km diarios. Es más recomendable ir más despacio, disfrutar más y no cansarse en forma excesiva. Desde luego esto implica mayor precio de la excursión por todos los costos de hotelería y servicios anexos.
En lo personal, lo disfrute mucho. Hice la preparación previa con caminatas progresivas. Me falto caminar con más obstáculos en el terreno (subidas y bajadas). Los obstáculos que son frecuentes son los “toboganes”: largas pendientes y bajadas, llamados “rompepiernas”.
El camino pasa por pueblitos, aldeas, entra y sale de los bosques, va por sendas paralelas a las rutas, entra a ciudades, algún tramo va por rutas secundarias. Lo más disfrutable son las “corredoiras” o “corredeiras” que son los caminos o corredores por dentro de los bosques. A veces ocurre que la lluvia forma barro y hay que caminar despacio por encima de piedras. Los bastones son indispensables.
También sucede que alguna corredeira se estrecha formando un pequeño despeñadero (a mi modo de ver) que requiere mucho cuidado para pasar, buenas agarraderas en el calzado y ayuda de otros peregrinos si es necesario.
El paisaje es totalmente disfrutable y el saludo habitual de vecinos y de otros peregrinos es “buen camino”. Se siente olor a pasto, estiércol, estufas u hornos encendidos, flores en primavera.
Esos últimos 100 km transcurren por Galicia, que es la parte de España con el clima más parecido al nuestro: templado, lluvioso, muy húmedo. Nos tocaron días espectaculares, razonablemente fríos pero con mucho sol.