«No hay marcha atrás. No hay una puerta abierta para una segunda opción. Es Lula presidente o se prende fuego todo».
El FA rechazó el «proceso sin garantías» contra el ex presidente y se mostró preocupado por el «futuro de la democracia» en ese país.
Esa es la percepción que le quedó al secretario político del Frente Amplio, Gonzalo Reboledo, al conversar con dirigentes y militantes del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, en su reciente visita a esa país.
Junto a otros jerarcas de la coalición de izquierdas e integrantes de la dirección del PIT-CNT, Reboledo estuvo el martes en Porto Alegre, acompañando al ex presidente brasileño, al que le fue ratificada en segunda instancia una condena por «corrupción pasiva» y «lavado de dinero», con una pena aumentada a doce años y medio de prisión.
La visita se dio «en el marco de las relaciones históricas de amistad y solidaridad» que vinculan a la izquierda uruguaya con el PT.
La Mesa Política del Frente Amplio analizó este viernes lo sucedido con Lula. «Fue una ratificación de lo que hemos venido insistiendo en los últimos tiempos», dijo Reboledo. «En Brasil se está llevando a a cabo un proceso sin garantías, con algunas perlas que llaman mucho la atención».
Si bien eludió mencionar cuáles eran esas «perlas», citó en respaldo de esta teoría lo expresado por Luigi Ferrajoli, el célebre teórico del garantismo jurídico, que alertó esta semana que el proceso a Lula se caracterizaba por una «impresionante ausencia de imparcialidad».
También hizo suyo el contenido de una columna de opinión publicada en The New York Times, que describe al proceso judicial como una «estrategia para sepultar a Lula».
En ese marco el Frente Amplio rechazó los dos pronunciamientos de la Justicia, en primera y en segunda instancia, sobre su aliado político.
Para la coalición de gobierno, la condena al ex presidente brasileño se inscribe en la ofensiva llevada adelante por la élite económica y comunicacional de ese país que, «con el respaldo de parte del sistema judicial pretende afectar la imagen de liderazgo del PT, para retomar el control sobre las decisiones políticas y económicas e imponer, como lo ha venido haciendo desde la destitución de Dilma Rousseff, una política que afecta los derechos de las grandes mayorías del pueblo brasileño».
«Estamos muy preocupados por el futuro de la democracia en Brasil», aseguró Reboledo. La preocupación, dijo, comprende además la posibilidad de que ese país no encuentre una salida constitucional.
También por la suerte que pueda correr Lula, que cuenta con un 40% de apoyo ciudadano, siendo favorito para unas elecciones en las cuales desconoce si podrá competir, en un proceso que «las cartas parecen estar echadas desde hace mucho tiempo».
El Frente Amplio oficializó así el respaldo que, a título individual, vienen extendiéndole la mayoría de los dirigentes del oficialismo.
Entre ellos su colega el ex presidente José Mujica, que dijo no creer en la objetividad de la Justicia de Brasil.
«Me parece que esto estaba bastante amañado ya», sostuvo el ex mandatario.
«Está subiendo porque las medidas que está tomando el gobierno brasilero son contra la base social de trabajadores, de gente que vive de un salario, de todo eso… de los jubilados, que es la que le da el apoyo a Lula», recalcó.
En este sentido, Mujica detalló que no es que Lula haga una «gigantesca propaganda», sino que «las decisiones que está tomando el gobierno le tiran gente a favor».