«Estamos cansados que se ignore nuestra voz, pero no se nos ignore a la hora de pagar impuestos».
«Nunca imaginé estar involucrado en algo tan gigantesco», comenzó diciendo Federico Holzmann, uno de los gestores de esta masiva convocatoria en Durazno. «Como dijo Martín Fierro, viva los santos del cielo que ayuden mis pensamientos», agregó.
Holzmann es productor de Paysandú e integrante de los 47 primeros «autoconvocados». «Hace tan solo 15 días éramos un grupo de pequeños productores sin representatividad, con poca expectativa, poco creíbles, hasta se nos tildó de mandaderos de quien sabe qué partido político, o que buscábamos tan solo fama».
El productor dijo que simplemente prendieron la llama de un fuego que se extendió por todo el país de una manera «increíblemente veloz». «Las condiciones estaban dadas. Llevamos mucho tiempo juntando frustraciones, y mechando con piedras en el camino. Algún día una pequeña chispa iba a encender».
Holzmann indicó que una vez más la realidad demuestra lo que es el productor rural y la sociedad en su conjunto: trabajador, honesto, y respestuoso de quien piensa distinto.
«Estamos cansados que se ignore nuestra voz pero no se nos ignora al momento de cobrar nuestros impuestos», añadió.
«La sensación de ausencia de todo el sistema político ha hecho que hasta la más humilde tome los últimos pesitos para venir. Sabemos el esfuerzo que es para la mayoría venir, cuesta plata y tiempo. No somos de dejar nuestras ocupaciones diarias para salir a protestar. Quizás pecamos por ser demasiados mansos».
Tras mencionar el sistema político en su conjunto, Holzmann recibió una ovación general.
El ruralista afirmó que «una sociedad unida no tiene chance de fracaso». «Su propósito es muy claro, la prosperidad para todos. Estos últimos días he vuelto a emocionarme y a sentir que estamos todos en el trillo, todos juntos, y preocupados por el mismo fin: queremos una sola República Oriental del Uruguay soberana, libre y sin divisiones. Queremos un solo Uruguay. Gracias. Viva la Patria!»
Las diez mochilas
Luego de Holzmann, le siguió en la palabra el ingeniero agrónomo Eduardo Blasina, quien se refirió a diez mochilas que acarrea el agro y habló del riesgo del déficit fiscal. Sobre el gasto del Estado dijo especialmente que en 2004 se gastaron 3.300 millones de dólares en el sector pública mientras que en la actualidad representa 17 mil millones. «Es realmente excesivo», afirmó.
«Si el agro cae, poco tiempo después todo se cae», aseguró Blasina, rememorando la movilización de 1999. «Ya vimos que la película termina mal», señaló en ese sentido.
La primera mochila a la que se refirió fue sobre la competitividad, relacionándola directamente con el «dólar bajo». También se refirió a «la inflación», al precio de la energía y el aumento de las tarifas públicas e impuestos, especialmente la contribución inmobiliaria. Todas mochilas con las que cargan los productores rurales.
También habló del estado de las rutas, que no se restringen a los 400 kilómetros entre Colonia y Punta del Este. «En otras rutas no se puede andar a más de 40 kilómetros por hora», indicó.
Se refirió a los salarios y ahí hizo una pausa para hablar del conflicto de Conaprole y la empresa Pili. Blasina también habló de otras mochilas: el precio de la tierra que está bajando, el endeudamiento, la necesidad de acuerdo comerciales internacionales.
Por último, el ingeniero dijo que los productores rurales son tan uruguayos como los demás, y pidió terminar con «los perjuicios».
Una oratoria más fuerte
El tercer orador, antes de la lectura de la proclama, fue Walter Serrano Abella, quien entre otras cosas se preguntó: «¿No habrá llegado la hora de decir basta, de decirnos basta?». Abella aplaudió a la convocatoria que catalogó como «una cachetada a la indiferencia», refiriéndose al gobierno.
Se refirió a la crítica situación de los tamberos, los arroceros, entre otros, y fue directo a los gastos de los políticos: «¿A ustedes los tratan de oligarcas y riñón cubierto?», preguntó.
«Estamos enfermos de hipocresía, de cinismo, envueltos en una enfermedad que se llama demagogia. Alguien tiene que cambiar esto y hoy somos todos nosotros».