El «hospitalito», las movilizaciones y la lealtad institucional…

El Frente Amplio dice actuar con lealtad institucional. Sin embargo, muchos de sus dirigentes, incluidos legisladores, no dudan un segundo en organizar una patota de insultadores para cada acto de gobierno, ya sea una obra o una fecha patria, poco les importa. La reciente inauguración del Hospital del Cerro, que parece producirles un enojo particular, es un claro ejemplo de la inconsistencia entre el discurso bonachón, que ha intentado sostener Pereira esta semana, y una realidad radicalizada, con actos típicamente fascistas.

El lunes, el gobierno inauguró el primer centro hospitalario del oeste de Montevideo, en la populosa barriada del Cerro. Ubicado en la Avenida Dr. Santín Carlos Rossi intersección Carlos María Ramírez, el Hospital ocupa casi 2.500 metros cuadrados de superficie, distribuidos en cuatro pisos. Dispone de 30 camas, blocks quirúrgicos, salas de internación, laboratorio y servicio de hemoterapia. Por su moderna arquitectura, el edificio es catalogado como «inteligente«; cuenta con cableado de fibra óptica, energías renovables, calefacción central y equipamiento completamente nuevo.

Con una inversión total de 16 millones de dólares, el proyecto, que fue planificado, diseñado y proyectado en esta administración de gobierno, vino a resolver una demanda de larga data, que el Frente Amplio se negó a atender en sus tres períodos de gobierno. Seamos claros: con lo que a los contribuyentes nos costó un estadio deficitario como el Antel Arena de Cosse (unos 118 millones de dólares), se podrían haber construido, aproximadamente, siete hospitales como el inaugurado esta semana. No fue, entonces, un problema de recursos. Faltó voluntad.

Como dijo el Presidente Lacalle al cerrar la ceremonia de inauguración: «Todos pagaron los impuestos para que hoy el Cerro pueda tener el hospital […]. Hoy, con satisfacción, siendo justos, administrando el dinero público, abrazamos la vocación de servicio […] con un Gobierno con un fuerte componente social […]. Donde hay un uruguayo, ahí tiene que estar el Gobierno«.

En lugar de contentarse, los frentistas se hicieron presentes en la inauguración para embarrar la cancha. «Con un hospitalito no se tapa la corrupción, la mafia ni el hambre de los niños«, «gobierno corrupto» y «renuncias, no destitución» fueron algunos de los mensajes que los manifestantes llevaron en pancartas al evento, en el que no faltaron los insultos y forcejeos con la policía. Tanto les duele la ciada del relato, que una de las manifestantes que sostenía nada menos que el cartel alusivo al «hospitalito» -con una gran inscripción en color rojo que decía «MPP»- era la diputada mujiquista Cecilia Cairo. Seguramente, también estarían en la montonera de revoltosos los militantes frentistas que durante la campaña de la LUC impedían en el Cerro la campaña del «No«. O los que atacaron con piedras al expresidente del Codicen, Robert Silva, durante una charla por la reforma educativa.

¿Ésta es la «lealtad institucional» de la que el presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, habló toda la semana? ¿Éste es el «fair play» político que anunció pomposamente cuando se hizo cargo de la dirección de su partido?

Lastimosamente, no son hechos aislados, es una constante desde 2020. Como el lector recordará, el predecesor de Pereira, Javier Miranda, actuaba del mismo modo. Durante el día afirmaba que el frentismo tenía «la mano tendida«, pero al caer la noche, cuando los uruguayos se disponían a aplaudir al personal de la salud, ellos caceroleaban, como en dictadura. No crean que nos olvidamos que mandataron a sus directores de salud pública a renunciar en plena pandemia; que intentaron sembrar dudas sobre las cifras que, día tras día, anunciaba el gobierno; que pidieron una «renta básica«, que siguiéramos las recetas del Fondo Monetario Internacional y hasta que se gastasen las reservas del Banco Central. No nos olvidamos del eslogan de las «muertes evitables«, que repetían a viva voz. Tampoco de la campaña en contra de la LUC, en la que nuevamente hicieron gala de su deslealtad, provocando una oleada de desinformación pocas veces vista. Más cerca en el tiempo, de la actitud de mentiras y reproches que asumieron frente a la crisis hídrica, en la que lamentablemente tampoco estuvieron a la altura.

Volvemos hoy a lo mismo. Pasados los sucesos del Cerro, en el frentismo debaten la forma de organizar escraches y movilizaciones a lo largo y ancho del país. Quieren «colocar» la idea de que el gobierno «tiene que explicar» los sucesos que desembocaron en las renuncias de jerarcas por el caso Marset. Deseosos de instalar el relato de la crisis institucional, los inefables defensores de las dictaduras caribeñas nucleados en el PIT-CNT, anuncian ya para el lunes una «gran movilización ciudadana» en «defensa de la democracia» y en «contra de la corrupción«.

En definitiva, como explicó ayer el ex Presidente Sanguinetti en entrevista con el semanario Búsqueda, el episodio del Hospital del Cerro y los anuncios a los que nos hemos referido demuestran que el Frente Amplio está actuando con «virulencia» y «prácticas fascistas» al intentar aprovechar electoralmente el caso Marset. De lealtad institucional, poco y nada…

Correodelosviernes