Laura Pérez y Carolina Bueno fueron las primeras dos personas que consiguieron el doctorado en Geociencias del Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba). Ambas investigadoras son licenciadas en Biología (con orientación en Oceanografía y Ecología respectivamente) [LPB1] por la Facultad de Ciencias (FCien) de la Universidad de la República (UdelaR), trabajan con sistemas acuáticos, en este caso las dos trabajaron sobre los sedimentos y son parte del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
En diálogo con Montevideo Portal, las científicas hablaron sobre sus proyectos de investigación, el camino durante el doctorado y el rol de las mujeres en la ciencia, que pese a dificultades pueden avanzar en su carrera profesional.
Carolina Bueno es colaboradora activa en la Cátedra de Oceanografía de la FCien y brinda apoyo en el curso de Oceanografía Química y en otras materias.
“Cuando más avanzo en la carrera más entiendo que me falta aprender. El científico es, por lo general, curioso por naturaleza y a medida que avanzo me doy cuenta de lo mucho que me falta. Geociencias me brindó un montón, me encantó haber hecho Geociencias, por más que llevó su tiempo”, señaló Bueno.
Además, expresó que “significa un orgullo” que las dos primeras egresadas del doctorado sean mujeres. “El doctorado está pensado para tres años, pero es imposible hacerlo en ese tiempo. Nosotras no somos estudiantes que solo tenemos que ir y asistir a clase, sino que tenemos un montón de actividades y cosas para hacer. Así y todo, ingresé en el 2017 y me recibí en 2021”, aseguró la científica.
“Llegar a esta instancia de nuestras vidas, siendo adultas, volver a estudiar, meterse en el laboratorio, tener tu propio proyecto de investigación, sacarlo adelante de forma independiente, sin descuidar todos los otros aspectos de nuestras vidas. No es que nuestra única responsabilidad, como a los 17, es estudiar y volver a casa, y con suerte hacer un par de cosas en la casa. Ahora llevamos otra vida, de forma paralela, tratando de que la facultad no se vuelva nuestra vida, ya que es un trabajo que ocupa. Uno tiene que saber dónde parar para decir ´ok, termino mañana porque en casa tengo gente que me está esperando´. Lo que tiene el proyecto de doctorado es que uno empieza el primer día y no termina hasta tres o cuatro años después, entonces, es muy difícil decir ´termino acá o me merezco un descanso´”, aseguró Bueno.
Por su parte, Laura Pérez es docente del Centro Universitario de la Región Este de Rocha y explicó que “el doctorado no ha sido nada fácil”. “Me recibí con mi segundo hijo siendo bebé de tres o cuatro meses, pero eso me dio impulso para terminar el doctorado”, afirmó.
Pérez contó que en su caso el doctorado fue una continuación de la maestría que hizo en Pedeciba Geociencias. “En la maestría comencé a estudiar e investigar un testigo de sedimento (son como tubos de sedimento que se sacan de los fondos de sistemas acuáticos para estudiar la evolución paleoambiental) extraído de la plataforma uruguaya. Lo que se hace es perforar el fondo de los sistemas acuáticos, que pueden ser lagos o lagunas, mares y océanos, y conseguimos muestras que en este caso abarcaron el último milenio. Nos interesó continuar trabajando con esas muestras dada la excepcional resolución en 10 metros de sedimentos”, afirmó.
“Este testigo de sedimento se sacó de la plataforma frente a la playa en La Paloma, aproximadamente y se sumó otro testigo extraído también en la plataforma frente al Cabo polonio. A las muestras se les realizaron análisis de microfósiles (en este caso diatomeas que son algas unicelulares) y geoquímica de los sedimentos. Se quiso ver cómo variaron los aportes continentales provenientes de la Cuenca del Río de la Plata, que abarca un 20% del continente sudamericano. Se intentó ver cómo variaron en los últimos 1.000 años y cómo varió la productividad en base a los aportes del sistema”, agregó. Asimismo, se estudió la relación entre estos procesos y la variabilidad hidro-climática, como por ejemplo aumentos del caudal consecuencia de los eventos El Niño.
La investigadora explicó que en el trabajo “se quiso correlacionar lo encontrado a nivel de la plataforma con las variaciones a nivel continental, estudiando una laguna costera, que es la Laguna de las Nutrias (Rocha), asociada a la Laguna de Rocha”.
“Fue muy interesante todo lo que encontramos y es importante el apoyo a nivel nacional e internacional, gracias a que se sacaron esas muestras durante una campaña oceanográfica a bordo de un buque-investigación alemán y nos llegaron a nosotros, es que pudimos hacer ese estudio. A nivel nacional es casi imposible, por los recursos que tenemos, llegar a sacar esas muestras”, afirmó.
Por otro lado, Carolina Bueno contó que ella trabaja “con la geoquímica de los sedimentos”. “Siempre trabajé con los elementos que componen ese sedimento, y tanto para la maestría como para el doctorado, con testigo de sedimento realizando reconstrucciones paleoambientales. Puntualmente para el doctorado, reconstruimos la historia ambiental de la Laguna Merín (Uruguay/Brasil) y la Laguna de los Patos (Brasil), dos sistemas lagunares que se encuentran conectados de forma natural”. En los sistemas acuáticos, en determinadas zonas que son de depósito, los sedimentos se van depositando de forma secuencial, los más viejos debajo de los más nuevos. Si uno toma un testigo de sedimento en esos sitios, los sedimentos se encuentran relativamente ordenados, y se puede obtener desde décadas hasta miles de años de información.”, aseguró.
La científica contó que “si uno data los sedimentos, puede saber qué edad aproximada tiene cada capa. Los sedimentos son buenos integradores de información, porque reflejan las condiciones del entorno”, explicó. “Lo que hacemos son reconstrucciones paleoambientales, trabajando con sedimentos de antaño. Lo qué pasaba hace cientos o miles de años no tenemos ni idea, entonces los testigos de sedimento nos permiten volver a contar esas historias y suponer cómo eran las condiciones del sistema en el pasado. Yo me enfoqué en los últimos 150 años buscando, más que nada, entender cómo el impacto del hombre cambió las condiciones del ecosistema acuático”, añadió.
Bueno sostuvo que el objetivo fue “entender qué tanto se diferenciaban las condiciones actuales con las que prevalecían hace 150 años, e intentar atribuir los cambios observados ya sea la variabilidad natural del sistema o al impacto causado por las actividades humanas.”. “En la Laguna Merín, por ejemplo, pudimos comprender cómo fue cambiando el sistema desde que estuvieron los primeros pobladores hasta ahora. El sedimento es un fiel reflejo de las condiciones del entorno, por lo que pudimos ver cuándo se incorporó la soja, que los cambios empezaron a ser más drásticos asociados a la suma de la soja y el arroz. Pudimos contar la historia de la cuenca sin haberla presenciado”, afirmó.
Carolina Bueno dijo que está “muy orgullosa” de que sus tres estudiantes de grado son mujeres. Además, una de ellas tiene una hija.
“Me doy cuenta de que me gusta ser tutora, compartir lo que aprendí y lo que sigo aprendiendo, pensando en que crezcan, se destaquen como mujeres y científicas, quiero seguir aportando ese granito de arena para que las mujeres nos sigan representando en espacios que debieron haber ocupado siempre”, sostuvo la científica.
“Es importante que no se les complique por ejemplo llevar a sus hijos a facultad, al laboratorio, cuando tienen que estudiar, algo que antes era impensado. El docente también se tiene que adaptar al estudiante y no solo el estudiante al docente, algo que antes era impensado porque la estructura no lo permitía”, afirmó.
En ese sentido, Bueno consideró que “el apoyo tiene que estar, nos tenemos que poner en el lugar de la mujer en la ciencia con todas las dificultades que tienen para que puedan seguir”. “Creo de a poco se están rompiendo esas paredes invisibles que siempre estuvieron, vamos generando nuevos espacios, instancias y oportunidades”, aseveró.
Por su parte, Laura Pérez cree que “es fundamental la empatía de los compañeros de laboratorio, tutores, pareja y familia”. “En cierto momento se necesita mucha ayuda. Cuando esa ayuda no surge por momentos es imposible realizar un doctorado”, reconoció.
Además, contó a modo de ejemplo que en un momento viajó a diferentes congresos a presentar parte de los resultados de su doctorado. “Hoy me doy cuenta de que eso fue fundamental para ensamblar la historia que contamos en la tesis. En ese momento no pude llevar a mi hijo, pero él quedó con el padre y familia y pude hacerlo. Otras veces lo he tenido que llevar a la oficina y tuve la ayuda, y aprobación, de la gente que está ahí”, explicó la investigadora.
Pérez dijo que “es verdad que hoy cada vez las mujeres están ocupando más espacios, se ven los laboratorios con más mujeres y es un hecho que son fundamentales para el correcto funcionamiento de los mismos, y hay una realidad, que la mujer puede abarcar muchas cosas casi al mismo tiempo”. “En ciertos momentos tenemos mayor plasticidad y practicidad, eso hace que a veces las cosas funcionen mucho mejor a nivel laboral o de un curso, por ejemplo”, concluyó.
Montevideo