Pese a las numerosas quejas de una víctima de chantaje, Twitter se negó a retirar de su plataforma ciertos contenidos de pornografía infantil explícita por considerar que esos materiales no representaban «una violación» de sus políticas, según se sostiene en una demanda presentada este miércoles en EE.UU. por el afectado y su madre contra esa red social.
El demandante, hoy un joven de Florida de 17 años cuyo nombre se mantiene en secreto, tenía 13 años cuando alguien se hizo pasar por una compañera suya de clases, de 16 años, y empezó a chatear con él en Snapchat, hasta entablar una conversación romántica que pronto incluyó el intercambio de fotos al desnudo.
Luego comenzó el chantaje: la supuesta compañera devino en grupo de traficantes sexuales, que le exigieron mandar más fotos y videos explícitos suyos, bajo amenaza de remitirles a sus padres, su entrenador y su pastor, las fotos ‘picantes’ que ya tenían a su disposición.
Al principio el adolescente hizo lo que le dijeron, y luego los abusadores le exigieron videos en los que tuviera actos sexuales con otra persona. Solo entonces el joven, que desesperadamente siguió todas aquellas instrucciones, buscó zafarse del control y bloqueó a los agresores, ignorando los mensajes que le seguían enviando desde nuevas cuentas.
En cierto momento lo dejaron de acosar con mensajes. Pero luego, en 2019, apareció en Twitter una compilación de las grabaciones previas. El 25 de diciembre de 2019, Twitter recibió el alerta de un ciudadano sobre la presencia de esos materiales de abuso sexual infantil, pero no suspendió la cuenta que los difundía ni tomó ninguna otra medida al respecto.
La víctima del acoso se percató de la circulación de imágenes suyas el 20 de enero de 2020. Se lo contaron compañeros de clase que lo habían visto, cuando ya los videos se habían viralizado en el colegio donde estudiaba. El adolescente afrontó más acoso, chismes y burlas malintencionadas, y quiso suicidarse.
El 21 de enero, el joven envió una queja a Twitter, y luego adjuntó documentos de identificación cuando se los pidieron. El día 22 fue ya su madre quien plantó reclamo por las dos cuentas que difundieron imágenes de su hijo. Twitter respondió a ambas quejas con un mensaje idéntico: que iban a revisar el contenido, y aconsejaban remitirse también a otras instancias ante las que se podía denunciar el acoso sexual del menor.
Madre y víctima llevaron entonces su denuncia a las autoridades locales, pero ni aún así, dicen, se apresuró Twitter a hacer algo respecto a su queja. El 26 de enero, tras una semana de silencio por parte de la red social, la madre volvió a reclamar, y dos días más tarde esa plataforma le respondió a su hijo con lo siguiente: «Hemos revisado el contenido y no encontramos una violación de nuestras políticas, así que no se tomará ninguna medida en este momento».
Los videos siguieron expuestos y llegaron a conseguir más de 167.000 visualizaciones y 2.223 retuits. Solo después que la madre lograra, mediante un contacto, hacerse oír en el Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU., un agente federal intervino en la situación y consiguió, bajo exigencia del Gobierno federal, que aquellos materiales de abuso sexual infantil fueran retirados de la plataforma. Era ya el 30 de enero, prácticamente un mes después de que Twitter fuera alertado sobre la circulación de pornografía infantil.
Un año después, en su demanda, la madre y el hijo acusan a Twitter de beneficiarse de la propagación de pornografía infantil, y remarcan que esa red social monetariza los materiales que circulan en su plataforma y que cada video de este tipo les reporta dinero.
Asimismo denuncian que Twitter, «a sabiendas», preservó en su plataforma «material de explotación sexual, incluyendo material de abuso sexual infantil (denominado en algunos casos pornografía infantil), y permitió que la trata de personas y la divulgación del material de abuso sexual infantil continuara en su plataforma, beneficiándose de tal manera del material dañino y explotador, así como del tráfico que atrae».
RT