El doctor Mauricio Alejandro Usme Arango es colombiano y cuenta con más de veinte años de experiencia en el área de las emergencias. Actualmente, se encuentra en una delicada situación a bordo del crucero Greg Mortimer, fondeado a veinte kilómetros de la costa uruguaya.
En comunicación telefónica -dificultosa, por razones que se verán más adelante, el médico concedió una entrevista al programa Para empezar el día, de Radio Monte Carlo, y describió una situación por demás dramática.
«Quiero saludar a Uruguay, un país maravilloso que nos ha acogido y para el que tenemos todo nuestro agradecimiento», destaca el colombiano al comienzo del reportaje.
Usme asegura que la situación a bordo «es crítica», no sólo por el prolongado confinamiento que llevan todos, sino por «la incertidumbre y desinformación» en la que viven.
«Estamos pensando si no va a ser más fácil repatriar los cuerpos muertos de nosotros, que repatriarnos vivos», afirma.
Usme recuerda que a bordo del crucero hay personas que llevan más de un mes en aislamiento , solos en su cabina, y que la situación individual de estas personas, así como el ambiente general en el barco se está deteriorando».
«Aumenta el riesgo de intentos de suicidio, de psicosis individual o colectiva y de amotinamiento, porque hay gran incertidumbre. Los anuncios del capitán por los parlantes son imprecisos, y a veces sería mejor que no hablara, porque se queda uno con más dudas que respuestas». asegura.
Para Usme, la compañía lleva adelante «un juego de desinformación y desgaste» que aporta que «se produzca una explosión». A modo de ejemplo afirma haber accedido a una solicitud diplomática del gobierno filipino, donde se exigía el desembarco de los tripulantes de esa nacionalidad que hubieran dado negativo a los tests de COVID-19. Según Usme, esa información jamás llegó a los tripulantes.
«Acá hay gente -y tengo sus audios y la autorización para difundirlos- que está con claros síntomas depresivos. Gente que llora, que no duerme, que teme por su vida, gente que piensa en salir de las habitaciones, pedir auxilio con bengalas. Hay personas que han pensado en tirarse al agua para intentar ganar la costa y ver si alguien los ayuda. Yo mismo he tenido momentos de mucha ansiedad, y la pregunta que me surge es la que ya dije: si la repatriación de los muertos no va a ser más fácil que la de los vivos.
Usme señala que dentro del barco la situación no sólo no mejora, sino que empeora. «A mi me hicieron ya cinco pruebas, y en todas di positivo», indica. Por ello, entiende que la política de esperar a que los confinados den negativo para luego desembarcarlos debe dejarse de lado: los positivos no se recuperan a bordo, o bien se recontagian. Y los negativos corren riesgo real de contagiarse.
«Mientras estemos a bordo, esto será un ciclo de nunca acabar. Los nuevos infectados están en el ciclo de 28 días en el que podrían presentar complicaciones e incluso morir. Cada vez que alguien se infecta es como volver al 22 de marzo», relata.
De los 85 tripulantes, uno fue desembarcado y otro murió. Entre los 83 restantes jay 36 casos positivos confirmados y más de 5 aislados a la espera de tests. «Seguramente haya nuevos contagios, no se está haciendo nada», lamenta.
En cuanto al futuro, el médico insiste en sus elogios a la gestión uruguaya de la situación, y destaca que los gobiernos de los países que tienen gente en el barco «no pueden lavarse las manso y dejarle el problema a Uruguay. No pueden decir `mándemelos cuando estén sanos'», dado que -por lo descrito líneas arriba- esa posibilidad parece muy lejana.
En ese sentido, entiende que «Uruguay ya debería haber pasado a la fase de exigir a nuestros países que nos reciban».
«El sentido común muestra que aquello de esperar a que la gente se mejore ya no es posible, porque el barco no nos brinda las condiciones para mejorarnos. Esa gente tiene que salir de acá. Y los que todavía son negativos, de forma urgente. Pero si los positivos nos quedamos acá, en el mismo ambiente que no nos ha dejado mejorar, nos vamos a morir, o la gente se va a empezar a suicidar», advierte.
«Lo estoy diciendo hoy. La gente se va a empezar a desesperar y el riesgo de amotinamiento aquí es grande», asegura. Además, recuerda que el estrés baja las defensas, lo que allanaría el camino al coronavirus y sus complicaciones.
A pesar de su vasta experiencia en afronar situaciones límites, Usme siente que la coyuntura que atraviesa podría sobrepasarlo. «Hay días en que me lavento llorando. Yo no me quero tirar al mar, quiero vivir, pero esta situación me puede superar», apunta.
En cuanto a su compañero fallecido por COVID-19, afirma que su deceso se produjo «por un riesgo aumentado, adicional, al que fue expuesto innecesariamente».
Durante la entrevista, Usme asegura que desde la compañía se le solicitó en su momento que cambiara la de Declaración de Salud del barco, negando que estuviese en cuarentena. Eso habría permitido el normal desembarco de pasajeros y tripulantes.
«No cambié ni una sola coma. Preferí quedarme en el barco con los pasajeros, protegiéndolos a ellos, no atravesar el Uruguay contagiados. Nos quedamos todos a ver si podíamos solucionar el problema, lo facilista era cambiar la Declaración de Salud y decir que el barco no estaba en cuarentena».
Para Usme, ese intento de la compañía «fue un atentado contra el Uruguay.
«Tengo cómo demostrar, con audios, videos y el papel que mandé a la autoridad portuaria con mi firma, que yo no cambié nada. Pero aquí, el capitán el 26 de marzo y la compañía desde el 23, me estaban mandando mails sugiriendo que cambiara la Declaración de Salud. El medico afirma que todos esos elementos ya están en manos de su abogado, y que ya son diez las personas de a bordo que han iniciado procesos judiciales contra la firma naviera.
«Hay pruebas suficientes, y se las puedo dar a las autoridades del Uruguay. El capitán y los oficiales no pensaron en la salud del Uruguay».
El profesional asegura que de haberse modificado la documentación y habilitado el desembarco, «En Uruguay hoy podrían estar contando los muertos por cientos o por miles».
«Aquí hay desinformación, manipulación, y actos punibles o delictivos, y tengo como probarlo. Estoy a la orden de las autoridades uruguayas», concluye.