El “Día Internacional de la No Violencia” se celebra cada 2 de octubre en conmemoración del nacimiento de Mahatma Gandhi, quien para los humanistas es un referente fundamental.
Ghandi llevó una vida sencilla, su aspecto no era nada impresionante, confeccionaba su propia ropa y no ostentaba de su título universitario de Abogado, profesión que pudo haberle dado beneficio personal, pero desde la cual prefirió plantarse contra la explotación y en defensa de los derechos de los más humildes. Se opuso radicalmente a toda forma de abuso y discriminación. Su acción y su prédica fueron tremendamente incómodas para la clase dominante, porque logró convencer a mucha gente de que era posible liberarse y combatir las injusticias sin utilizar la violencia. Aquel hombre pequeño y pacífico, se transformó en una pesadilla para sus adversarios. Curiosamente, nunca recibió el Premio Nobel de la Paz, aunque fue nominado cinco veces entre 1937 y 1948.
Hay algunas de sus frases célebres en pocas palabras comunican un poderoso mensaje. Una de ellas es la siguiente: “La violencia es el miedo a los ideales del otro.” Comprobamos la veracidad de esa afirmación cuando vemos reacciones agresivas que reflejan desprecio por determinadas opiniones o propuestas. A veces la violencia se viste de sarcasmo o ironía, transformándose en burla y descalificación. Claramente quien así actúa está intentando disimular el miedo que le provocan “los ideales del otro”, como dice Gandhi.
En cambio quienes con humildad asumimos que la opinión de los demás debe ser respetada, podemos disentir con argumentos, sin soberbia ni arrogancia. Esa forma de responder es constructiva, genera respeto recíproco, no enemistad ni encono. ¡Cuánto ayuda eso a fortalecer las relaciones humanas más allá de las discrepancias!
Cuanto más nos acercamos a Gandhi, más nos alejamos de la violencia, ese flagelo que golpea la sociedad en diversas formas, y “la peor forma de la violencia es la pobreza”, decía Gandhi. ¡Otra verdad inobjetable! La violencia que se ejerce contra los que nacen condenados a ser pobres porque la pobreza es intrínseca al sistema socioeconómico imperante, es una forma de violencia a largo plazo que condiciona completamente. Mala gestación intrauterina, mala alimentación infantil, mala educación, malas condiciones laborales, mala asistencia médica, mala protección legal… ¡Vaya combinación de azotes que se resumen en la palabra “pobreza”! ¿Se puede concebir una forma peor de violencia?
Pero Gandhi no se queda en la denuncia filosófica, sino que nos invita a la acción cuando dice “sé el cambio que quieres ver en el mundo”. Hay una anécdota muy interesante al respecto:
Entre cientos de personas que querían hablar con Gandhi, había una madre y su hijo. Cuando llegó su turno la mujer le pidió a Ghandi que le explicara a su hijo porque consumir azúcar era dañino para él. Ghandi le dijo que regresara en dos semanas diciendo que hablaría con el niño entonces. En dos semanas regresó, y ahora sí Ghandi habló con el niño, quien accedió a empezar a bajar el consumo de golosinas. Después de agradecer a Ghandi, la madre le preguntó porque no había hablado con el niño la primea vez. Ghandi le respondió: “Hasta hace dos semanas yo también estaba comiendo demasiados dulces y azúcar. No podía decirle a tu hijo que hiciera algo que yo mismo no estaba haciendo.”
En ese ejemplo nos inspiramos los humanistas.
Octubre 2 de 2019
Aníbal Terán Castromán
Vocería del Partido Humanista, integrante de UNIDAD POPULAR
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