UNA RESOLUCIÓN PRECIPITADA

Nueva área protegida en la Quebrada de los Cuervos

En la sesión de la Junta Departamental de Treinta y Tres en la que por unanimidad se rechazó el proyecto de ampliación del área natural protegida de Quebrada de los Cuervos y Sierras del Yerbal, se obró con un apuro  inexplicable.

Según consta en Expediente Nº2016/14000/14184 de la DINAMA  (Dirección Nacional de Medio Ambiente), los propietarios de casi todos los padrones linderos al área actual, firmaron la solicitud que da lugar al proyecto de ampliación. Este detalle tan importante no fue tenido en cuenta y llama la atención el apuro de la Junta por rechazar esta iniciativa como si se tratara de un disparate que no merece consideración.

Esa nota fechada el 04/09/2016, que lleva la firma de los respectivos titulares de los predios, manifiesta  “interés como vecinos del Paisaje Protegido Quebrada de los Cuervos y como integrantes de la Sociedad de Fomento Rural de la Quebrada de los Cuervos de incorporar nuestros predios al Paisaje Protegido Quebrada de los Cuervos”. En el documento se expresa una “extrema  preocupación  sobre  los  proyectos de mineros que se presentan en las cercanías del PPQC y nuestros predios, amenazando los objetivos de conservación del área protegida”, y se propone en su lugar “estudiar y promover sistemas productivos ganaderos rentables y otros rubros complementarios y compatibles con los objetivos de conservación.”

¿No hubiera sido apropiado invitar a estos vecinos para escucharlos antes de emitir una declaración tan tajante? No sé si en su momento fueron escuchados, pero si así hubiera sido, no estaría de más invitarlos nuevamente para reconsiderar el asunto. Se les podría haber preguntado cómo les ha ido desde que aparecieron las cementeras y se intensificó la forestación, qué cambios favorables o desfavorables han notado en la zona en estos casi tres años desde que hicieron su planteo. ¿Por qué la Junta no abrió una instancia de diálogo con los vecinos promotores de la ampliación? No se me ocurre una buena respuesta a esa pregunta.

Si como se argumenta en la resolución adoptada, la Junta entiende que la ampliación del área propuesta está impedida por las directrices departamentales oportunamente sancionadas por ese cuerpo: ¿Por qué no reunirse con los vecinos para explicárselo amablemente?

Además: ¿Por qué no invitar a los técnicos de la DINAMA que trabajaron en el tema elaborando un informe de 40 páginas con datos concretos y abundante bibliografía, para preguntarles si tuvieron en cuenta las objeciones del caso y cómo llegaron a las conclusiones que presentan?  Realmente llama la atención la forma tan expeditiva en que la Junta actuó en este asunto.

Un Edil de UNIDAD POPULAR no acompañaría un tratamiento tan vehemente de temas como este, de alto impacto para nuestro departamento y el país. Hubiera hecho todo lo posible para promover un estudio más atento y mesurado de todos los argumentos a favor y en contra de la iniciativa, lo que redundaría en otro respaldo de mayor seriedad a la resolución, sea cual fuere,  a la que con serenidad arribara posteriormente el cuerpo legislativo.

El próximo 26 de setiembre se llevará a cabo en nuestra ciudad, una audiencia pública para definir la extensión del área protegida de la Quebrada de los Cuervos y Sierras del Yerbal, en la que los vecinos y los técnicos que respaldan su iniciativa, serán escuchados por parte de autoridades nacionales. Eso es muy diferente a lo que hizo la Junta Departamental de Treinta y Tres que en el artículo 3 de su apresurada resolución decide “solicitar e invitar” a organismos de gobierno y “organizaciones sociales y productivas de la zona a que se expidan sobre dicho proyecto”. Más que una propuesta de diálogo, eso parece una especie de apremio para que cada cual diga de qué lado está en un escenario de confrontación.

Es de esperar que en el próximo período de gobierno, la presencia de al menos un Edil de UNIDAD POPULAR en la Junta Departamental de Treinta y Tres, pueda aportar la cuota de moderación y serenidad que está haciendo falta.

Aníbal Terán Castromán