El proyecto de ampliación del área natural protegida de Quebrada de los Cuervos y Sierras del Yerbal presentado hace pocos días, plantea aumentar en 14.982 hectáreas lo que hoy es un territorio de 4.413 hectáreas, para que en total la zona contenga 19.395 hectáreas. Asimismo lo que hoy es una zona adyacente de 9.676 hectáreas en el entorno del territorio propiamente protegido, pasaría a ser de 31.733, incluyendo un total de 171 padrones rurales de las secciones catastrales 4ta y 5ta del departamento de Treinta y Tres.
El texto de la DINAMA justifica esta propuesta en 40 páginas que contienen un minucioso estudio del “PPQC” (Paisaje protegido Quebrada de los Cuervos). La esencia del argumento es que esta zona “se encuentra bajo una creciente presión por el uso antrópico, que significa una amenaza para la conservación de su funcionalidad ecológica y belleza escénica, que requieren ser contemplados a una escala apropiada de gestión.”
Se destaca que “algunos vecinos del entorno del actual PPQC manifestaron su interés en incorporar sus predios al área natural protegida.”, y se subraya “que existe una manifiesta voluntad de varios actores locales de integrarse al área protegida”. Hay un alto promedio de afincamiento en la zona, ya que de 265 propietarios, 176 son productores familiares residentes. Dice el informe que “se evidencia una fuerte participación social del entorno vinculado al área protegida, lo que habilita a generar instancias de participación activa para la gestión y el desarrollo de la zona.” Se mencionan “unos 14 emprendimientos a la fecha, ofreciendo diversas opciones de turismo de naturaleza, con senderos establecidos y la oferta de una gama de productos con valor agregado, generados artesanalmente con los recursos naturales del área.”
Se asume que la presencia de actividad minera a “escalas industriales importantes, representa una amenaza al Paisaje Protegido y los objetos de conservación, a la vez que se reconoce el potencial para su aprovechamiento de forma artesanal, tal como se desarrollaba históricamente en el área y para su valorización en clave geoturística.” En tal sentido se hace un contraste entre las posibilidades de desarrollo sostenible de estos emprendimientos en comparación con operaciones mineras de corta duración y alto impacto destructivo. También se alerta sobre la creciente expansión de la agricultura que viene asociada al uso de organismos genéticamente modificados y agroquímicos. El proyecto propone “Estudiar y promover sistemas productivos agroecológicos y ganaderos rentables”, y “Contribuir al desarrollo local a través de un modelo del turismo sostenible que brinde oportunidades de sensibilización y disfrute del patrimonio cultural y natural,” prohibiendo “Toda actividad minera sea de prospección, exploración o explotación, con excepción de explotación mineral no comercial y/o artesanal de baja escala, las que quedarán sujetas a regulaciones en el plan de manejo, y hasta tanto no se cuente con el mismo requerirán de la autorización de la Dirección Nacional de Medio Ambiente.”
El informe refiere al “resultado de las medición de 88 indicadores”, la mitad de los cuales “se encontraron en niveles inferiores al deseable.” Una de las preocupaciones es proteger la calidad del agua de los arroyos Yerbal grande, Yerbal chico y Yerbalito, que son afluentes del Olimar, río tributario del Cebollatí que desemboca en la Laguna Merín. Dice el informe que se tiene en cuenta la “gran vulnerabilidad a la contaminación debido a la importante infiltración y la velocidad de circulación del agua que se da en estos sistemas, donde eventos de contaminación puntual pueden avanzar en grandes extensiones geográficas.” Hay un registro de 47 tipos de peces en estos cursos serranos, 22 de los cuales se consideran prioritarios. A nivel de especies se registran para la región 1 anfibio, 2 aves, 2 mamíferos y 23 plantas con problemas de conservación y únicas en cuanto a su representación. Se han registrado unas 23 especies de flora prioritarias. Allí se encuentran los números más altos de especies de arácnidos prioritarias para la conservación del país.
En resumen podría decirse que estamos frente a una propuesta muy bien fundamentada que está en otra órbita que no es la de los transgénicos, el modelo forestal celulósico, la prospección petrolera, la megaminería a cielo abierto y otras actividades no sustentables que están en la agenda económica del país. ¿Hasta dónde podrá sostenerse esta iniciativa que no sintoniza con la idea de “desarrollo” y generación de “fuentes de trabajo” que está en el discurso político cotidiano? ¿Triunfará la sensatez o la ambición cortoplacista? Veremos.
Por lo pronto, no vacilo en ponerme del lado de los vecinos de mi departamento que impulsan esta iniciativa de ampliación del área natural protegida de Quebrada de los Cuervos y Sierras del Yerbal.
Aníbal Terán Castromán