SOBRE LA INSTALACIÓN DE UNA SEGUNDA PLANTA DE UPM EN URUGUAY

La confirmación en las últimas horas de la triste noticia de que la empresa finlandesa UPM se instalará en Uruguay con una segunda planta en el centro del país a orillas del río Negro, pone de relieve la necesidad de cambiar el rumbo del país que habitamos hacia un modelo que no subordine al ser humano a los intereses del capital.

Los términos del contrato firmado por el gobierno uruguayo son humillantes al poner en pie de igualdad una empresa privada con un estado soberano, como si tratara de un acuerdo entre pares. Para peor, las ventajas son tan notoriamente favorables a la empresa, que significan un renunciamiento tácito a la soberanía nacional y una entrega graciosa de los recursos del país a cambio de unas pocas monedas.

Esta decisión hipoteca el futuro de miles de uruguayos aún no nacidos al contraer cuantiosas deudas para cumplir con las exigencias de una empresa a la que casi todo le concede sin exigirle casi nada. La infraestructura portuaria y vial de miles de millones de dólares que se va a construir para beneficio de UPM, la pagarán las generaciones por venir  que se encontrarán con un país maniatado por un contrato firmado a espaldas del pueblo de manera inconsulta y clandestina. Al daño ambiental implicado en la profundización de un modelo forestal de monocultivos destinado a alimentar de materia prima el negocio de la celulosa, se le suma la operativa de otra planta industrial que claramente supera la escasa capacidad de resistencia del ecosistema al que atacará con un poder destructivo criminal.

Es de imaginar la desazón y frustración de los habitantes de este país dentro de algunos años cuando al sufrir los nefastos resultados se pregunten: ¿cómo pudieron hacernos esto?

Confiamos en que quedará constancia de que no todos los uruguayos fueron cómplices de esta barbaridad. Los textos de historia del futuro deberán incluir referencias a la digna acción de organizaciones sociales y políticas que dieron batalla. Entre ellas nos contamos los humanistas que jamás consentiremos este tipo de acciones reñidas con nuestros principios fundamentales. Por eso hemos hechos campaña contra toda forma de sometimiento de los recurso naturales a la explotación capitalista, llámese BOTNIA, ARATIRÍ, MONTES DEL PLATA, UPM o como sea. Siempre hemos estado en la primera línea de resistencia, no solo rechazando estas formas de neocolonialismo, sino impulsando alternativas como las que plantea el programa de Unidad Popular que prioriza la agroecología, instrumenta la reforma agraria, pone freno a los agrotóxicos, desactiva inconsistentes beneficios al gran capital que opera en zonas francas, entre otras medidas imprescindibles.

También esperamos que le quede claro al pueblo uruguayo de hoy que mientras el resto del espectro político solo critica aspectos formales de la negociación que ha acaba de cerrarse, el único partido con representación parlamentaria que se opone firmemente a UPM 2 por razones de fondo y no de forma, es Unidad Popular.

Asimismo que se tome nota de las descaradas mentiras que hoy se dicen respecto a los puestos de trabajo que generaría este emprendimiento, que muy pronto se van a contrastar con la realidad, tal como sucede con las dos plantas de celulosa ya instaladas de las que se decía que iban a generar miles de puestos de trabajo que no generaron. Que se tenga en cuenta la desaparición de muchas oportunidades laborales en varios rubros productivos que se ven perjudicados con el avance de la celulosa.

Al tiempo de rechazar la instalación de esta segunda planta de UPM en Uruguay, los humanistas ratificamos nuestra inquebrantable voluntad de contribuir a construir otro modelo de sociedad respetuosa de sí misma y de sus futuros integrantes que merecen heredar un territorio no condicionado a los intereses de empresas extranjeras.

 

Treinta y Tres, julio 24 de 2019

Vocería del Partido Humanista, integrante de Unidad Popular

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