«Avance» obligatorio

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La Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) camina hacia un cambio “histórico”. Hace más de un siglo que en la enseñanza uruguaya existe la repetición, hace dos décadas que desde la academia se discute la pertinencia de esta herramienta y hace dos años que en la interna educativa se instaló el debate: ¿qué sentido tiene no promover a un estudiante? Hoy las autoridades y los mandos medios del sistema se reunirán en la tarde, a puertas cerradas, con la intención de avanzar en un documento que selle “un pacto histórico”.

La repetición es la piedra en el zapato de la inclusión educativa. O, mejor dicho, es la manera que encontró la sociedad uruguaya de principios del siglo XX de dejar a estudiantes por el camino porque “todos no podían o no estaban aptos para llegar a la universidad”. Eso luego se transformó en un control de calidad (como si fuera un sellito del LATU que confirmaba si un niño había aprendido), en estigmas y hasta en canciones: “No sabe/ no sabe/ tiene que aprender/ orejas de burro le vamos a poner”. Pero “llegó la hora de que hagamos un pacto social, un acuerdo de que la educación es obligatoria para todos, es un derecho de todos y, por tanto, no puede ser pura meritocracia. Llegó el momento de que la clase media acepte que esos bancos que, históricamente, se reservó para sí misma, ahora los deberá compartir con los recién llegados”. Así lo entiende Antonio Romano, director de Planificación Educativa de la ANEP.

Las cifras parecen darle la razón. La afamada prueba PISA, esa que compara los resultados de aprendizaje de los estudiantes de la OCDE y algunas otras economías, se aplica a estudiantes de 15 años. En la década de 1960, apenas el 40% de los jóvenes de 15 años asistía a la educación. En 2018, los asistentes superaban el 94%. ¿Cómo hubiesen sido los resultados PISA en los 60? ¿Y cómo le hubiese ido a todos esos que ya habían quedado por fuera?

Esas son algunas de las preguntas que planteó ayer el sociólogo Santiago Cardozo. Lo hizo en un seminario internacional sobre repetición, que comenzó ayer y finalizará hoy con el acuerdo de autoridades.

En su ponencia el investigador explicó que “la no promoción (y el desfase que eso genera) es uno de los mejores predictores de riesgo en las trayectorias educativas”. De hecho un informe interno que maneja la ANEP muestra que de cada diez estudiantes que repiten en primer año de liceo o UTU, nueve abandonan.

Eso que antes era parte de la “selectividad natural” del sistema, “hoy no puede darse”. Al menos no debería darse desde que se publicó la ley de Educación en 2009 y “se consagró a la educación como un derecho”, enfatizó el presidente del Codicen, Wilson Netto.

Cardozo lo dijo de otro modo: “En las condiciones actuales (y pasadas), el sistema no brinda oportunidades reales a un número muy importante de estudiantes de cursar y progresar en los tiempos esperados: el estudiante que no aprende, no progresa… pero el que no progresa, no aprende”.

¿Está pronto el sistema para dar el cambio de eliminar la repetición en la escuela, en el liceo y en UTU? Romano, como líder de la Planificación Educativa, piensa que sí. “Luego de años de discusión, de evidencia científica, de lo que dicen las trayectorias educativas, de la predisposición de las autoridades y de una sensibilidad favorable, estamos en condiciones de dar el paso”.

-¿Qué falta?

-El acuerdo de los equipos técnicos. El documento que surgirá hoy será un hito, aunque no se definirá todo. Sí debería estar el megacuerdo para que se resuelva antes de fin de año.

Un estudio que encabezó el Ministerio de Educación de Argentina, revela que de 155 países analizados, un tercio tiene la promoción directa en todos sus grados. El 43% fija un límite (por ejemplo en República Checa, España, Francia, Chipre y Eslovaquia el alumno solo puede repetir una vez durante toda la educación primaria). Y el restante 24%, en el que se encuentra Uruguay, cuenta con «repeticencia en todos los grados».

En Uruguay, acorde a lo que pasa en el resto del mundo, ha ido bajando la repetición. El dato más notorio es en Primaria. En la educación media, en cambio, las cifras “son comparables a los países de África Subsahariana”, dijo la economista Nadia Méndez. Y en parte esta realidad responde a que cada ciclo tiene su reglamento.

Pese a que el alumno es siempre el mismo, es juzgado de maneras diferentes. En el jardín, por ejemplo, la repetición es casi anecdótica. Entre los niños de cinco años no promueve el 0,03%. Pero en primero de escuela, cuando el niño apenas tiene un año más de vida, repite más del 11%.

No está del todo claro si la ANEP irá a eliminar por completo la repetición o si la hará por ciclos. Pero lo seguro, insisten los académicos, es que el cambio “debe ir de la mano de un acompañamiento más profundo a los estudiantes”.

Romano responde: “Está claro que hay que cambiar el modelo. ¿Para ello necesitamos más recursos? Sí. ¿La única posibilidad de avanzar es con más recursos? No. Primero hay que cambiar el chip y entender que no a todos los estudiantes les va a ir bien en todas las materias. Segundo, eso implica más tutorías, más profesionales y atender las singularidades”.

Según sus informes aquellos estudiantes que terminaron la escuela en 2013, se van retrasando en los estudios a medida que pasan los años. El rezago es tal que en 2018, solo cuatro de cada diez de esos adolescentes habían progresado en tiempo y estaban cursando el grado y ciclo que en teoría les corresponderían. Y a medida que los estudiantes se van quedando en el camino, también aumenta la cantidad que desiste y deja de concurrir a clase

ElPais

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