Brenta: “Si no gana el FA, se terminan los beneficios sociales”

Eduardo Brenta dejó de ser ministro de Trabajo, y se encaminará a la campaña electoral. En su lugar, asumió el diputado José Bayardi. En entrevista con LA REPÚBLICA, aseguró que si el FA no gana se perderán los beneficios sociales alcanzados en los últimos años.

Si el próximo gobierno no es del Frente Amplio, “habrá un retroceso con una vuelta al pasado”. “Desaparecerán los Consejos de Salarios, no habrá negociación colectiva, se retrocederá en el sistema integrado de salud, se perderán los múltiples beneficios alcanzados en los últimos años”, afirmó.

¿Volvería al Poder Ejecutivo?

Yo estaré en el lugar donde mis compañeros de la Vertiente Artiguista y del Frente Amplio entiendan que soy más útil. Yo he tomado esta decisión de renunciar al cargo de ministro porque estoy convencido que no hay nada más importante que conseguir un nuevo triunfo del Frente Amplio. Porque si no hay un nuevo gobierno del Frente Amplio habrá un retroceso con una vuelta al pasado. Eso sería lo peor que le podría suceder al uruguayo. Si no gana el Frente Amplio sucederá lo siguiente: desaparecerán los Consejos de Salarios, no habrá negociación colectiva, se retrocederá en el sistema integrado de salud, se perderán los múltiples beneficios alcanzados en los últimos años.

No hay que olvidar que tanto trabajadores como jubilados han recuperado más del 40% de sus ingresos reales, y eso que recién estamos llegando a los niveles de principios de los años 70. Con la gestión del Frente Amplio, Uruguay se ha venido convirtiendo en un referente para América Latina y el mundo en lo que respecta al crecimiento económico, mejoras sociales, crecimiento de salario, empleo e inversiones. Esto solo lo puede hacer una fuerza política capaz de dialogar con todos los actores que conforman ese círculo productivo.

¿La oposición no garantiza eso?

Para nada. La oposición garantiza la vuelta al pasado. La oposición “es” el pasado.

¿De quién es el mérito en la baja histórica de la desocupación?, un guarismo referencial en la política económica.

Por un lado, el crecimiento económico sostenido durante más de 10 años que llevó a modificar la realidad del Uruguay posicionándolo en una nueva situación; más las políticas sociales, como la formación profesional, como eje central.

¿Por qué se postergó tanto en el tiempo el cierre de la última ronda de negociación laboral?

En realidad, si uno analiza fríamente los datos, no se postergo más que en otras ocasiones. Aunque quizá el Poder Ejecutivo estuvo algo más lento en la presentación de los lineamientos (se presentaron el 20 de julio) y porque hubo un mes en que no se negoció y eso es responsabilidad de todos.

¿Es partidario de que la educación sea pasible de declararse esencial?

Yo creo que la educación es un servicio esencial más allá de lo jurídico. Es esencial porque no hay país capaz de desarrollarse si no es capaz de generar una educación de calidad en la que se logren incrementos en los días de clase y superior en el contenido. Precisamente en el último Consejo de Ministros conversamos de esto. La educación es imprescindible.

Pero en este año que se va, en particular, se han perdido muchas jornadas de clase.

Creo que hay que apelar siempre a la negociación, porque lo que sucede hoy, lamentablemente, es que los sindicatos de la educación se han ido vaciando de contenido, donde los afiliados no concurren a la hora de tomar decisiones y, en la mayoría de los casos, las medidas que se adoptan no se cumplen. Si uno analiza la cantidad de paros que se resolvieron en el Interior no fueron más de cuatro y en Montevideo, últimamente, se adoptaron medidas de ocupación, porque los docentes no acataban las medidas resueltas previamente en las asambleas con no más de 50 personas.

Yo creo que la fuerza política, el Frente Amplio, deberá analizar la forma de garantizar los 200 días mínimos de clase al año y, por otro lado, que los trabajadores de la educación reflexionen por la representatividad que han venido perdiendo a nivel sindical. Esto nos entristece mucho. Una democracia profunda requiere sindicatos fuertes, representativos y no débiles.

¿Cuál fue el mejor momento en su gestión?

Creo que ha habido muchos buenos momentos, pero destaco los avances que, desde que el Frente Amplio llegó al gobierno, se han hecho en la agenda social, con la aplicación de instrumentos que han permitido bajar los índices de pobreza como nunca antes se hizo en el país.

A lo largo de estos últimos cuatro años ha habido innumerables episodios en los que se desarrollaron políticas que apuntaron hacia esa meta; por ejemplo, cuando entregamos a la OIT el documento en donde se establecía que el Parlamento uruguayo había ratificado el convenio 189 de trabajo doméstico, transformándonos en el primer país del mundo en hacerlo. Con ese paso y con tantos otros, estábamos asistiendo al nacimiento de un nuevo Uruguay y posicionando a Uruguay como un país ejemplo en el reconocimiento del trabajo doméstico como un trabajo más. No son cosas casuales, son fruto de una política social.

¿Y el peor momento?

Fue cuando sentíamos que no éramos capaces de hacer comprender a algunos sectores de la actividad que, por la determinación de algunas medidas sindicales, podía significar la pérdida de muchas fuentes de trabajo. Esas cosas nos angustiaron mucho. También fueron momentos amargos los conflictos con los gremios de la educación, particularmente Secundaria. Allí teníamos varias contradicciones, porque había un convenio firmado entre los trabajadores y el gobierno y por otro lado éramos conscientes que los docentes tenían el derecho de luchar por un mejor salario aunque había prioridades que nos imposibilitaban atender esos reclamos. Una de esas prioridades era extender el programa “Uruguay crece contigo”, que ayuda a las madres en contexto crítico a atender a sus hijos en la primera infancia.

Empresas gestionadas
“Tenemos las herramientas y los recursos para apoyarlos”

Compléteme la siguiente frase: “Las empresas autogestionadas son….”

… Son un camino a llevar adelante con responsabilidad. Un camino nuevo; una forma de cooperativismo que existió siempre en Uruguay pero que también, siempre, careció de apoyo oficial. Cuando nosotros llegamos al gobierno en 2005, existía una comisión honoraria de cooperativismo que funcionaba instalada en la Oficina de Planeamiento y Presupuesto; era una pieza con una mesa, una silla y una máquina de escribir, nada más.

Hoy tenemos una ley que era un reclamo del movimiento cooperativo; tenemos un instituto que acaba de inaugurar su sede; y tenemos un programa sólido de financiamiento, algo que nunca había tenido el movimiento cooperativo, a través del Inacoop y del Fondo de Desarrollo.

Creo que el sentimiento de solidaridad y de autogestión que nuestros abuelos trajeron al Uruguay, hoy se consolida.

Se ha escuchado con cierta liviandad por ahí que desde el gobierno se han financiado proyectos inviables. Yo veo hoy fábricas abiertas con trabajadores en actividad y dignamente con el orgullo de vivir en base a su esfuerzo personal y no del seguro de paro.

Pero para llegar a esto hubo sí que mantener con mucho esfuerzo de todos los uruguayos a muchos trabajadores en el seguro de paro, para que luego de un tiempo se cristalizaran proyectos como los de Paylana, Metzen y Sena y otros, en actividad y creando fuentes de trabajo eficientes y eficaces a la hora de la gestión.

Este es un camino a potenciar en el futuro y no solo para recuperar empresas fundidas. Tenemos las herramientas y los recursos para apoyarlos.

Reducción de la pobreza “nos alegra”

“Una de las cosas que nos alegra es que la pobreza se ha ido reduciendo sistemáticamente. Solo el 5% de los adultos mayores están en situación de pobreza y el resto son jóvenes y niños. La meta del próximo gobierno es poner el foco principal para abatir los niveles de pobreza que aún persisten en el país”.

LaRepública

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