Vergüenza mundial: acusan a Uruguay de apoyar a Maduro debido a negocios millonarios

Uruguay, antes la «Suiza de América Latina», con una tradición de respeto por la democracia y las instituciones que suele estar por encima de la media en Sudamérica, viene sorprendiendo a muchos de sus propios ciudadanos y a los del resto del continente por la posición de respaldo al régimen autocrático de Nicolás Maduro.

Nadie desconoce las simpatías políticas y múltiples acuerdos comerciales que tejió durante sus 14 años de gobierno el Frente Amplio con el chavismo. Pero aun así, muchos observadores se asombraron cuando, en agosto de 2017, (el gobierno de) Uruguay decidió marginarse de la conformación del Grupo de Lima. Fue, junto a la Bolivia de Evo Morales, la única nación de Sudamérica que no participa del grupo de 14 países americanos que intentan un último esfuerzo conjunto para encontrarle una salida democrática a la crisis venezolana.

Más extraño aún fue que, mientras el gobierno de Tabaré Vázquez sostuvo un estrenduoso silencio sobre la represión creciente y el declive final político y económico del régimen chavista, otro camarada del Frente Amplio y ex canciller del gobierno de José Mujica, Luis Almagro, lideraba desde la secretaría general de la OEA la presión regional contra Maduro, al que no dudó en calificarlo de «dictador», desconociendo la legalidad de las elecciones en las que fue reelecto.

Esa tensión desembocó finalmente en diciembre pasado en la decisión del Frente Amplio de expulsar a Almagro del partido. Pocos días más tarde, el 10 enero de este año, Uruguay otra vez dio la nota discordante cuando fue uno de los pocos países de la región que envió un funcionario a la toma de posesión de Maduro.

Mientras los principales partidos de la oposición uruguaya han repudiado la postura de su gobierno y le han hecho llegar su apoyo al presidente interino Juan Guaidó, muchos se preguntan a qué se debe este apoyo inconmovible del gobierno de Vázquez a Maduro.

Algunos analistas sugieren volver la vista unos años hacia atrás y poner la lupa en Javier Vázquez, el segundo de los cuatro hijos del presidente uruguayo.

Ingeniero de profesión, Vázquez hijo trabajó asesorando a diferentes empresas de software uruguayas. A partir del año 2000, viajó muchas veces a Venezuela, para cerrar negocios de sus clientes con el gobierno de Hugo Chávez. A partir de 2005, con su padre ya en la Presidencia (su primer mandato fue entre 2005-2010), esos viajes se intensificaron. El gobierno venezolano había decidido que utilizaría software libre para para la administración pública y el hijo del presidente vio allí una «oportunidad», según contó en sede judicial en diciembre de 2008, en la investigación que se abrió ante la denuncia del entonces diputado colorado Washington Abadala sobre irregularidades en los negocios entre Uruguay y Venezuela.

Vázquez enumeró ante la Justicia los negocios que ayudó a concretar: la informatización de la empresa estatal de comunicaciones CGV telecom por un monto de USD 62 millones; licencias y capacitaciones al Ministerio de de Ciencia y Tecnología por USD 4.500.000 ; la empresa Montevideo comm cerró un contrato para la administración de portales por USD 1.200.000; Geocom cobró USD 2,8 millones por un sistema de gestión para alcaldías y Artech Consulting consiguió otros dos contratos por USD 3,5 millones y 670 mil dólares.

En la causa judicial, Vázquez reconoció que participó «en el relevamiento de los requerimientos técnicos, en los cronogramas de trabajo y la solución técnica» para que las empresas uruguayas pudieran cerrar sus contratos en Venezuela y luego ellas pagaron por sus «servicios profesionales».

La causa tomó un giro trágico al año siguiente. El diputado Abdala había pedido que se presentara como testigo el contador Eduardo Gómez Canon, que había viajado a Caracas junto al grupo de empresarios uruguayos de software en un vuelo de Pluna promovido por el gobierno para cerrar los negocios en Venezuela, pero a último momento fue marginado de los contratos. » Ahora el hijo del presidente uruguayo es millonario con un sólo negocio que era mío», había adelantado Canon a la prensa.

El 10 de junio de 2009, Canon apareció muerto en la Parada 34 de la Playa Brava de Punta del Este. Llevaba jeans azules y calzado deportivo de color blanco. El caso fue cerrado como un «suicidio». La denuncia contra Vázquez fue archivada poco después por pedido del fiscal Juan Gómez quien consideró que «no resulta acreditado» que el hijo del Presidente «hubiese usufructuado de ningún privilegio por su relación de parentesco».

Esta historia quedó olvidada hasta que el año pasado el semanario uruguayo Búsqueda revisó los documentos del bufete panameño Mossack & Fonseca filtrados en el marco de la investigación Panamá Papers y encontró que un representante de Javier Vázquez abrió cuentas en un banco panameño a nombre de la empresa Conibel S.A. en la que esperaba recibir entre «dos y cinco transferencias de hasta USD 300 mil por el pago de sus servicios de consultoria». El semanario ya había revelado dos años antes que el hijo del Presidente había operado también dos cuentas en paraísos fiscales.

La causa del hijo del presidente fue archivada, pero nueva información sobre sus cuentas bancarias en Panamá reabrieron las sospechas sobre comisiones oscuras

Esta semana, el ex canciller e intelectual mexicano Jorge Castañeda, trataba de explicar en un programa de Televisa las razones del apoyo que su país y Uruguay le han ofrecido a Maduro. En relación al país sudamericano, no tuvo dudas: «En este caso sí hay un problema personal muy complicado, que es el que el hijo del presidente Tabaré (Vázquez) ha hecho una enorme cantidad de negocios en Venezuela en asuntos de cibernética, etcétera, y está embarrado hasta el cuello con las tranzas venezolanas», dijo. «Y los venezolanos y los cubanos lo saben, y cada vez que Uruguay se aleja un poquito, le da un apretón».

«Una vez más, la afinidad política y la vinculación comercial de unos pocos cercanos al poder, tienen al Uruguay en el selecto grupo de los países que no condenan al régimen de Maduro. Una vez más no representan el sentir popular uruguayo», dijo el senador y precandidato presidencial Luis Lacalle Pou. Su rival en la interna del partido nacional, Jorge Larrañaga, se expresó en el mismo sentido: «Sentimos con enorme vergüenza y pena por la posición del Gobierno uruguayo de estar junto a una dictadura. Vázquez, lamentablemente no interpreta a la sociedad uruguaya al estar junto al dictador Maduro».

Lo mismo ocurrió en la vereda de enfrente del Partido Colorado. «¿A santo de qué el gobierno uruguayo reconoce a Maduro? Echa por la borda nuestras tradiciones republicanas. Injustificable», expresó el precandidato Ernesto Talvi. En tanto el ex presidente Julio María Sanguinetti se quejó por la falta de condena a la «dictadura de Maduro»: «No hablar claro en este tema no es mantener una posición tradicional del país sino lo contrario», se lamentó.

El profesor del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown Héctor Schamis también ha vinculado los negocios del hijo del de Vázquez con «la purga estalinista tardía» que le propinó el Frente Amplio a Almagro y el «apaciguamiento timorato» que intenta el gobierno uruguayo y en definitiva «absuelve a la dictadura venezolana», en un reciente artículo en el diario El País.

En referencia a la actitud del gobierno uruguayo, Schamis fue concluyente: «El despotismo siempre duele, pero cuando se expresa de manera melancólica se convierte en una patología absurda».

Infobae