Continúan las repercusiones del asesinato de Marcelo «Pelado» Roldán, delincuente que se hiciera conocido en la década de los 90 por sus profusos antecedentes penales, iniciados cuando tenía 13 años. A los 15 cometió suprimer homicidio, cuando mató al hijo de un comerciante al que intentó robar.
Roldán compartía celda con otro recluso, Víctor Hugo Pereyra Da Silva, quien lo asesinó tras una discusión, aparentemente. Luego, Pereyra tomó el cuerpo sin vida de Roldán, lo colgó de los pies con una sábana y lo decapitó.
Según informaron fuentes del Ministerio del Interior a Montevideo Portal, colocó su cabeza en un balde y le realizó una incisión en el pecho, «aparentemente con el objetivo de arrancarle el corazón». No lo logró porque hizo el corte en el lado equivocado, según Subrayado.
Los dos presos convivían desde hacía poco tiempo en la misma celda (La Piedra) y hasta el momento no se habían generado inconvenientes de seguridad entre ellos.
Un asesinato con características tan macabras dentro de la cárcel tiene solo un antecedente similar. En el 2005, los delincuentes conocidos como el Sapo y el Cosita descuartizaron a su compañero de celda, Ruben Domínguez. Un guardia del penal de Libertad que pasó frente a la celda vio los antebrazos en el pasillo, arrojados por la rendija por donde se provee comida a los presos. Dentro de la celda, el panorama era peor: a la víctima se le habían extraído varios órganos.
Víctor Hugo Pereyra Da Silva cumplía condena en la Unidad 3 (ExLibertad) por varias causas, entre ellas un delito complejo de homicidio muy especialmente agravado en la modalidad de concurso, un delito de hurto, un delito continuado de suministro de estupefacientes y un delito de homicidio en reiteración real, un delito de extorsión, un delito de rapiña y privación de libertad en grado de tentativa.
En el 2012, había asesinado en Canelones a una mujer con la que mantenía una relación, a la que decapitó, arrojando luego el cuerpo a una cantera.
Una vez preso en la cárcel de Las Rosas, fue condenado también por extorsionar a un empresario a cambio de no lastimar a su hijo, que se encontraba en la misma cárcel. En total, el empresario depositó $300.000 en tres meses a él y otros delincuentes para que su hijo no sufriera ninguna agresión.
Ahora, a Pereyra se le acumula otro homicidio por el que deberá declarar y cumplir condena. Según reportaron desde el Ministerio del Interior, está aislado en el penal.