Paysandú se transformó en el primer departamento en prohibir este tipo de actividades, a pesar de que otras localidades también se mostraron contrarios a ellas.
En una decisión histórica, la Junta Departamental de Paysandú aprobó por unanimidad un decreto que prohíbe las carreras de galgos o cualquier otra raza de perros “en espectáculos públicos o privados, cualquiera sea su fin -comercial, recreativo o deportivo- en todo el departamento”.
Establece a su vez que la Intendencia de Paysandú será la encargada de llevar a cabo los procesos de fiscalización, pudiendo incautar los animales que se encuentren participando en esas competiciones.
Los lugares, instituciones y centros que promuevan o realicen carreras de perros serán clausurados y pasibles de multas de hasta un máximo de 400 U.R. (unos $ 429.000).
En Rivera, el intendente Marne Osorio firmó una resolución para prohibir las carreras de perros, a la vez que la Junta Departamental de Rocha, la ciudad de Carmelo en Colonia y Piriápolis en Maldonado, manifestaron públicamente su repudio hacia esa actividad.
“Se tomó la decisión por unanimidad debido a que es una actividad que implica un fuerte maltrato a los animales y no solamente por las carreras en sí, sino por todo lo que hay detrás de ellas: una reproducción forzada de los perros, un proceso de selección y descarte muy cruel y ni hablar del entrenamiento al que son sometidos, en los que muchas veces son utilizadas sustancias prohibidas para aumentar el rendimiento”, explicó Walter Verri, diputado por el Partido Colorado.
Sostiene que la decisión se asemeja a lo que está ocurrieron en otros países, incluso en algunos con una fuerte cultura de carreras de perros, como Australia, “donde se movían grandes cantidades de dinero”.
“Creo que Uruguay tiene que avanzar hacia esa dirección, todavía estamos a tiempo”, dijo el diputado colorado.
Verri afirmó que en nuestro país, detrás de las carreras de galgos, “hay una timba clandestina fuerte. Lo que les importa es ganar plata, no les importa el perro, aunque digan lo contrario. Si no, ¿cómo pagaron el canódromo de Paysandú que por lo menos requirió una inversión de 6 mil dólares, si lo que ganan en las carreras es poco?”, se preguntó Verri.
Advertencias
Desde la otra vereda, los galgueros defienden la actividad y quieren que el Estado las regule ya que sostienen que, con la prohibición, las carreras pasarían a la clandestinidad y el único perjudicado sería el animal.
Hace pocos días un grupo perteneciente a la Asociación Uruguaya de Galgueros Unidos (AUGU) concurrió al Parlamento, donde defendieron la actividad. Aseguraron que no se mueven grandes cantidades de dinero, que es una actividad familiar y que el animal es tratado y considerado como un miembro más de la familia. A su vez, sostuvieron que desde el 2016 comenzaron a autorregularse y a exigir determinados requisitos. “Cinco días antes de las carreras los galgueros deben llenar un formulario que es enviado a la Cotryba donde se debe informar sobre la patente, las vacunas y los controles veterinarios de los perros que participan de las carreras”, contó Jacqueline dos Santos, presidenta de AUGU.
A su vez “se mejoraron las pistas para hacer más fácil las frenadas y evitar lesiones, contamos con veterinarios en todas las carreras y los canes son revisados antes y después de cada una de ellas”, aseveró dos Santos. Explicaron asimismo que “casi todos los canes de carrera están chipeados” y para los que aún no lo han hecho dieron una fecha límite. “Así se termina ese mito de que los abandonamos. Eso no es verdad; y si alguien lo hace, iremos todos en contra de esa persona”, dijo la presidenta.
“Prohibir la actividad sería el peor error. Ahí sí el animal sería muy perjudicado ya que no habría ningún control ni veterinario dispuesto a participar de una actividad ilegal”, aseguró.