Una argentina fue a prisión cautelar por hacerle «el cuento del tío» a tres ancianas. Dos intentos salieron bien. Buscan a su cómplice. El modus operandi era el mismo: contactar a una víctima, mujer y mayor de edad, para pedirle plata, mucha plata, a cambio de una excusa.
La mujer accedía y cuando todo había pasado, se daba cuenta que había sido estafada. Así fue una vez y dos, pero la tercera resultó la vencida.
M.S.R., una argentina de 21 años, fue enviada a prisión como medida cautelar, por 90 días, por decisión del Juzgado Penal de 1° Turno, por tres delitos de estafa, dos concretados y uno -el último- en tentativa. El fiscal del caso, Enrique Rodríguez, había pedido 120 días. Mientras se investiga para formular la acusación en su contra, se está intentando buscar al cómplice de la joven, un argentino de iniciales L.B.S.D.
El jueves 14, a las 15.30, F.N.R. (73) recibió una llamada en su casa. Un hombre, que decía ser sobrino suyo, le dijo que había otros dos familiares retirando dólares en el Banco República porque al día siguiente se iba a implantar un «corralito» que le iba a impedir hacer retiros, pidiéndole que se apresure a hacer lo mismo aduciendo una necesidad imperiosa. Es así que la mujer se toma un taxi y se dirige a la sucursal de un banco privado, el BBVA, ubicada en la Ciudad Vieja. Ahí le dice al gerente que va a retirar 200 mil dólares.
El funcionario sospecha que la mujer podía ser víctima de un intento de estafa, según el texto del fiscal Rodríguez, y llama al verdadero sobrino de la mujer, quien niega haberle pedido hacer retiro alguno. Es por eso que se contacta a la Policía. Mientras las autoridades entrevistaban a F.N.R. en la propia sede bancaria, ella comienza a recibir llamadas en su celular de ese presunto sobrino.
La Policía montó un operativo para identificar a los estafadores. Se le entregó a la mujer «una bolsa gris de plástico» simulando el dinero retirado. El «sobrino» le pide a ella que se dirija a un lugar a lo que ella se niega, proponiéndole en cambio que vaya a su domicilio, a lo que la voz al otro lado de la línea accede.
F.N.R. se dirigió a su casa en un taxi conducido por un policía. Otros dos policías habían llegado antes a su departamento, para asegurarse de que no la estuvieran esperando. Una vez allí, la mujer vuelve a ser contactada. Su «sobrino» le dice que va para ahí una «secretaria del BROU» -incluso dando sus iniciales, L.V.- para que le entregue el dinero en el hall del edificio.
A la hora convenida, F.N.R. le entregó la bolsa de plástico gris a la joven, que se identificó como L.V. Saludó y se fue, se subió a un remise para irse, y ahí fue detenida. A su compañero lo siguen buscando.
La pareja de estafadores había llegado al país el lunes 11 de junio. La investigación arrojó que se alojaban en el hotel Ciudadano Suites, de Tres Cruces. Pero no era la primera vez que llegaban a Uruguay con idénticas intenciones.
Una mujer de 93 años, de iniciales M.O.R., recibió la llamada de su «nieto», desde Nueva Zelanda, el 4 de junio. Le dijo que «por una decisión de política financiera de Estados Unidos», debía sacar sus ahorros en dólares para evitar un corralito.
Así fue que retiró los 28 mil dólares que tenía en la sucursal del BROU del Géant. Al volver a su casa, recibió una nueva llamada de su nieto diciéndole que iba a ir «una secretaria del gerente de la casa central de dicho banco» -de acuerdo con el texto de Rodríguez- a recoger el dinero. Esta vez, la joven se presentó con las iniciales L.R. Además, la víctima le dio unos mil dólares más que ya tenía en su casa, atemorizada por el eventual corralito.
Eso fue poco después del mediodía. A las 19.30, la joven se había ido de Uruguay. Había llegado el día anterior.
El 7 de junio, la joven argentina ya estaba en Uruguay de nuevo. Al día siguiente, D.E.D.M., una mujer de 86 años, recibió una llamada telefónica de alguien que se hacía pasar por su nieto, diciéndole que pasaría por ella un taxi para retirar oro y joyas que tenía en el cofre fort del BBVA, ya que así lo requería la enfermedad de su padre (o sea, el yerno de la víctima).
Aquí aparece en escena nuevamente la joven argentina, ahora usando las iniciales L.V., quien dijo ser empleada del BBVA. Ella la acompañó a hacer el retiro de joyas y dinero (25 monedas de oro mexicanas). Por supuesto, se las quedó, poco antes de dejar de nuevo a la mujer en su casa.
D.E.D.M. llamó de inmediato a su hija -o sea, la madre del «nieto» que la llamó y esposa del hombre enfermo- quien, por supuesto, no tenía idea de lo que estaba pasando. O sí: habían estafado a la mujer.
La joven se fue del país a las 19.30 del viernes 8 de junio. En su próxima visita, la cazadora sería cazada.