Los venezolanos, azotados por una severa crisis económica, votan este domingo en unos comicios donde el presidente Nicolás Maduro busca reelegirse, boicoteados por la oposición y desconocidos por gran parte de la comunidad internacional.
Tras votar en un colegio del oeste de Caracas, Maduro advirtió que «la voluntad del pueblo venezolano» la hará «respetar aquí y en el mundo» y exigió cesar la «feroz campaña» de Estados Unidos y varios gobiernos en su contra.
«Tu voto decide: votos o balas», añadió Maduro, vestido con una camisa roja distintiva del chavismo, al llamar a derrotar la abstención que promueve la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
A media mañana la afluencia era moderada, poca en ciertos zonas sobre todo del este de Caracas, bastión opositor. Unos 20,5 millones de electores están llamados a estos comicios adelantados y a una sola vuelta, que darán un mandato de seis años a partir de enero de 2019.
La MUD rechazó participar por considerar el proceso un «fraude» para perpetuar a Maduro. Pero el exchavista Henri Falcón se separó de sus filas y es el mayor rival del mandatario.
Con una oposición dividida y sus principales líderes inhabilitados o presos, y con un vasto poder institucional con los militares al frente, Maduro se encamina a un nuevo periodo, según expertos.
Casi todas las encuestas dan empate técnico entre Falcón y Maduro, pero una alta abstención favorecería al presidente, pues el chavismo tiene un voto duro de 25% del electorado.
«La gente no tiene fe en nada (…), por eso la apatía», aseguró el analista Juan Manuel Raffalli.
Apagones; falta de comida, medicinas, transporte y agua; precios por las nubes con un ingreso mínimo que da para un kilo de leche en polvo, abruman al venezolano y cientos de miles emigraron en los últimos cuatro años.
Venezuela ha vivido en el gobierno de Maduro, exchofer de bus y sindicalista de 55 años en el poder desde 2013, una de las mayores crisis de la economía mundial en medio siglo, según el FMI, que estima la caída del PIB en 15% y la hiperinflación en 13.800% para 2018.
El país y la petrolera PDVSA fueron declaradas en default parcial en 2017, y la producción de crudo está en el peor nivel de los últimos 30 años.
Maduro promete prosperidad. «La economía que existe hoy no nos sirve porque ha sido infectada de neoliberalismo», sostuvo el gobernante, quien dice ya no ser un «novato» como en 2013.
Aunque 75% de los venezolanos rechaza su gestión, Maduro se beneficia de los leales al fallecido Hugo Chávez (1999-2013) y de la dependencia que tienen sectores populares de programas sociales y clientelistas.
«Mejor malo conocido que bueno por conocer», dice a AFP Hugo Esparza, de 44 años, quien vive de la caja de alimentos subsidiados que vende el gobierno.
Falcón, exmilitar retirado de 56 años, se propone dolarizar la economía, devolver empresas expropiadas por el chavismo y permitir el ingreso de ayuda humanitaria.
Maritza Palencia, de 58 años, dice que votará por un «cambio». «Mis cuatro hijos se fueron a Colombia para poder enviarme dinero», aseguró.
En un centenar de ciudades del mundo donde viven venezolanos están convocadas protestas para rechazar los comicios.
Muchos culpan al gobierno socialista de la debacle, y Maduro a una «guerra económica» de la oposición de derecha aliada con Washington.
Ante miles de fieles concentrados en la Plaza San Pedro, el papa Francisco oró por Venezuela: «Le pido al Espíritu Santo que le dé a todo el pueblo venezolano, a todo, gobernantes, pueblo, la sabiduría para encontrar el camino de la paz y la unidad».
Respaldando a la MUD, Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea (UE) y una docena de países latinoamericanos sostienen que la elección no es justa ni transparente y acusan a Maduro de socavar la democracia.
«Tienen que reconocernos», añadió este domingo Maduro, quien reiteró que le «resbala» que países como Estados Unidos y Francia lo tilden de «dictador».
Casi todo el círculo del gobernante está sancionado por la UE y Washington, que sumó el viernes al número dos del chavismo, Diosdado Cabello, a su lista de casi 70 autoridades venezolanas sancionadas -incluido Maduro- con bloqueo de bienes y prohibición de visa.
Estados Unidos, al que Venezuela vende un tercio de su producción de crudo, prohibió a sus ciudadanos negociar deuda venezolana y amenaza con un embargo petrolero.
«Donald Trump está decidido a aumentar la presión», cree el internacionalista Mariano de Alba.
Pero Maduro confía en la ayuda de sus aliados China y Rusia, y el apoyo, hasta ahora incondicional, de la cúpula militar.
«La crisis es tan severa que puede provocar o una fricción dentro de la alianza cívico-militar gobernante o una ruptura social de mayor escala», advirtió Crisis Group.
Más de 300.000 soldados custodiarán la jornada que se extenderá por doce horas.